¿Qué significó el “no” al ALCA?
Durante dos días de tensión diplomática, el bloque del Mercosur y Venezuela edificaron el rechazo al ALCA, el tratado de libre comercio que impulsaba el gobierno de Bush. Los arduos debates y la redacción de un documento final con posturas encontradas.
La Cumbre abundó en intensos debates y estuvo a punto de terminar sin una declaración final.
Por Nicolás Quintaié
Muchos lo ven como la cúspide de la integración regional con un propósito en común: rechazar un tratado de libre comercio impulsado por Estados Unidos. A casi 20 años de su realización, la IV Cumbre de las Américas quedó grabada en la memoria colectiva no solo por lo que ocurrió, sino por sus implicancias históricas.
Con más de una treintena de presidentes y representantes de todos los países de América, a excepción de Cuba, que fue excluida, la ciudad vivió jornadas intensas.
“Crear trabajo para enfrentar la pobreza y fortalecer la gobernabilidad democrática” fue el lema de la Cumbre, que se llevó a cabo el 4 y 5 de noviembre de 2005 en Mar del Plata, con la participación de 34 países.
El entonces presidente Néstor Kirchner actuó de anfitrión. Lo hizo envalentonado tras el triunfo en las elecciones legislativas celebradas en octubre de ese año, lo que significó un espaldarazo para el incipiente proceso político que se había iniciado en mayo de 2003.
Kirchner arribó acompañado de sus principales colaboradores y de su esposa y futura sucesora, Cristina Fernández. Lula da Silva (Brasil) y Hugo Chávez (Venezuela) fueron sus principales interlocutores para edificar la postura contraria al ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas), a la que también adhirieron Tabaré Vázquez (Uruguay) y Nicanor Duarte Frutos (Paraguay).
En paralelo, los principales flashes de la prensa internacional y nacional se los llevaba George W. Bush, el presidente de Estados Unidos. El republicano contaba con un índice de aprobación en niveles muy bajos en su país, cercano al 49%, a partir del creciente descontento de los norteamericanos por la guerra en Irak.
En las semanas previas al encuentro, ya había tironeos entre los emisarios de los países participantes respecto al documento final. Algo que continuaría hasta la finalización de los debates.
Había dos bloques definidos. EE.UU. impulsaba la construcción de un área de libre comercio en toda América, su principal objetivo político en la Cumbre.
Esta postura era acompañada principalmente por Canadá y México, los otros gigantes de Norteamérica, y gran parte de los países restantes. Con esta iniciativa, se buscaba el levantamiento de barreras al comercio y a las inversiones en el continente; un proyecto que había tenido su puntapié inicial en la I Cumbre de Miami (1994).
Sin embargo, el Mercosur, encabezado por Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay, y Venezuela, que no formaba parte del bloque regional, intentaba bloquear la iniciativa.
La resistencia al ALCA tenía un componente económico, más allá de lo ideológico. EE.UU. otorgaba subsidios a su producción agrícola, por lo que un posible acuerdo habría puesto en una situación de desventaja a la producción regional, con una marcada impronta agroexportadora.
El primer día
En la previa de los plenarios y de la inauguración oficial, Kirchner y Bush se vieron las caras en la mañana del viernes, pasadas las 10. Fueron cerca de 50 minutos en el salón de la planta baja del Hermitage Hotel.
El presidente argentino calificó al cónclave de “muy claro, sincero y crudo”. Algunos testigos revelaron incluso “cierta tensión”.
En conferencia de prensa, Kirchner resaltó que en la reunión “no se buscó placidez, sino la verdad”. En relación al ALCA, planteó que “no servirá cualquier integración”, pues no se puede optar por “un camino de prosperidad en una sola dirección” que no beneficie a todas las partes involucradas.
“La economía argentina ha cambiado de forma dramática gracias a las sabias decisiones que ha tomado Kirchner”, sostuvo, por su parte, el mandatario estadounidense.

Kirchner y Bush se vieron las caras en un encuentro de casi 50 minutos que estuvo cargado de tensión.
De todos modos, Bush fue algo más crudo al referirse a las diferencias sobre el documento final de la Cumbre. Sin mencionar al ALCA, puntualizó que EE.UU. estaba decidido a favorecer las inversiones en todos aquellos países que tomaran “decisiones sabias” que atrajeran a las empresas, como respetar las reglas de juego de los contratos que se firman y combatir la corrupción.
Era el segundo encuentro bilateral desde que el santacruceño había asumido la Presidencia. Y también hubo negociaciones claves en torno a la deuda con el FMI (Fondo Monetario Internacional), la cual sería saldada en enero de 2006.
Entrada la tarde, a las 16.30, Kirchner brindó el discurso de apertura de la Cumbre en el Teatro Auditorium. Allí, criticó a los organismos financieros internacionales por imponer recetas que conducen al “fracaso” de los países que las aplican.
Pidió al Fondo Monetario Internacional (FMI) que asuma sus responsabilidades por las políticas que condujeron a la Argentina a la crisis de finales de 2001 y demandó del organismo “que sepa escuchar y comprender”.
El presidente advirtió que “la gobernabilidad estará en riesgo si no se crea trabajo” en la región. “Debemos lograr que la globalización sea para todos y no para unos pocos”, amplió, tras lo cual hubo un fuerte aplauso de los presentes, iniciado por Chávez.
Luego de la primera sesión plenaria (“Crear trabajo decente”) en el salón Versailles, la tensión diplomática en torno al ALCA iba in crescendo al caer la noche, apenas suavizada por la cena oficial que ofreció Kirchner a sus colegas.
Las pretensiones de EE.UU. chocaban con la firme decisión del Mercosur de no asumir un compromiso de fechas que reactive el proceso del ALCA.
Esta falta de acuerdo ya generaba fricciones. Por caso, se suspendió una reunión prevista entre Kirchner y Vicente Fox, el presidente de México, aunque luego la Cancillería negó que el encuentro estuviera confirmado.
“Está muy politizada esta Cumbre. Hay 30 países que estamos de acuerdo en esta línea, y 3 ó 4 que no”, cuestionó Fox.
Sin mencionarlos, Fox dio a entender que el Mercosur y Venezuela bloqueaban el tratado por “sus propios intereses”.
El no al ALCA
La declaración final de la Cumbre corrió serio peligro durante la segunda jornada de acción. El último plenario debía finalizar cerca del mediodía, pero las discusiones se extendieron hasta las 19 ante la falta de acuerdo.
“Las cosas marchan muy mal y es probable que la Cumbre termine sin declaración final ni plan de acción”, reveló un vocero estadounidense durante el mediodía.
“¿Hay consenso o no?”, era la pregunta que sobrevolaba en los rincones del Hermitage. No había antecedentes de algo parecido en Cumbres anteriores.
“Si nos tenemos que quedar toda la noche, lo haremos”, desafió Chavez tras un intervalo. Todo un guiño a la estrategia diseñada junto con Kirchner y Lula: hablar y hablar en los plenarios hasta desgastar, sobre todo a Bush, que finalmente abandonaría la Cumbre unas horas antes para viajar a Brasil, donde tenía agenda programada con Lula.
Los debates fueron duros “como pocas veces”, admitió Ricardo Lagos, el entonces presidente de Chile. Algunos señalaron fuertes intercambios entre Kirchner y Fox tras las declaraciones del mexicano sobre el ALCA y el Mercosur.
La batalla diplomática culminó con la posición inflexible del Mercosur y Venezuela de rechazar el ALCA. Y, por otro lado, la postura de EE.UU. y el resto de los países de impulsar el tratado de libre comercio en todo el continente.
A lo largo de 76 artículos, el documento final, denominado “La declaración de Mar del Plata”, reflexionó sobre la situación de la pobreza; la formación de la fuerza laboral; la creación de trabajo decente; las micro, pequeñas y medianas empresas como motores de crecimiento del empleo; la creación de trabajo decente; y el fortalecimiento de la gobernabilidad democrática, entre otros aspectos.
El punto 19 fue el que exhibió las principales diferencias, por eso se incorporaron las dos posturas en disputa.
Una mayoría de 29 naciones, liderada por EE.UU., aunque la propuesta de texto la hizo Panamá, planteó en este apartado la intención de reanudar a futuro las negociaciones para crear un área de libre comercio en el hemisferio en los términos del ALCA.
En el texto se reconocieron las “dificultades” que tuvieron las negociaciones. Y se destacó “la contribución significativa que los procesos de integración económica y la liberalización del comercio en las Américas pueden y deben aportar al logro de los objetivos de la Cumbre de crear trabajo para enfrentar la pobreza y fortalecer la gobernabilidad democrática”.
En contrapartida, el sector del Mercosur y Venezuela logró mantener sus principios e introducir en el ALCA la discusión sobre asimetrías entre los países y los subsidios agropecuarios.
“A partir de la necesidad de crear trabajo para enfrentar la pobreza y fortalecer la gobernabilidad democrática, otros miembros sostienen que todavía no están dadas las condiciones necesarias para lograr un acuerdo de libre comercio equilibrado y equitativo, con acceso efectivo a los mercados, libre de subsidios y prácticas de comercio distorsivas. Y que tome en cuenta las sensibilidades y necesidades de todos los socios, así como las diferencias en los niveles de desarrollo y tamaño de las economías”, planteó el “punto b” del artículo 19 de la Declaración.
“El Mercosur está más vivo que nunca y a mí no me van a poner una pistola en la cabeza para suscribir algo con lo que no estoy de acuerdo”, expresó Chávez tras la finalización de la Cumbre.
En diálogo con LA CAPITAL, Kirchner calificó al día como “histórico”. Consideró que los países “más importantes y más grandes tuvieron que reconocer que no están dadas las condiciones para el ALCA, por lo menos mientras haya subsidios, falta de justicia, inequidad y asimetrías”.
“La Cumbre funcionó muy bien, Mar del Plata estuvo espectacular y las naciones del Mercosur, junto con Venezuela, han obtenido una acción muy importante”, ponderó Kirchner.
“El final fue exitoso, se puede ser digno”, resumió el máximo mandatario, que pidió “una integración económica y con justicia para los pueblos.
La derrota de Estados Unidos fue reflejada en una frase célebre de Bush a Kirchner, antes de despedirse: “Estoy un poco sorprendido. Acá pasó algo que no tenía previsto”.
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