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Opinión 9 de agosto de 2019

¿Reflexiones sobre la libertad de expresión?

Por Carlos Alberto Brun
Abogado

(A propósito del artículo “Guarda que son capaces de todo” de Mempo Giardinelli)

El artículo 14 de nuestra Constitución Nacional nos dice que “Todos los habitantes de la Nación tienen el derecho…de publicar sus ideas por la prensa sin censura previa…”. De similar manera, el artículo 14 de la Convención Americana de Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa Rica), prevé en su inciso 1 que “Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión…”. Mas adelante, en el inciso 2, dice que “El ejercicio del derecho previsto en el inciso precedente no puede estar sujeto a previa censura sino a responsabilidades ulteriores…”. Debemos recordar que, en virtud del texto del artículo 75 inciso 22 de nuestra Constitución Nacional, la Convención Americana de Derechos Humanos, tiene jerarquía constitucional.

Estos textos constitucionales garantizan a “todos los habitantes de la Nación” a expresar sus ideas, sus opiniones, sus críticas, sus hipótesis, sin que dichas expresiones puedan ser silenciadas, antes que el mensaje llegue a los destinatarios.

Lo dicho puede sintetizarse con la célebre frase de Voltaire «No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo».

Pero…¿todo puede expresarse? O determinados mensajes que puedan causar determinadas reacciones en el auditorio, pueden ser peligrosos para la convivencia pacífica de la sociedad?

El filósofo inglés John Stuart Mill, en su ensayo “Sobre la Libertad”, publicado por primera vez en 1859, luego de afirmar que es equivocado silenciar las ideas puesto que estas pueden ser verdaderas y aunque sean equivocadas pueden contener parte de verdad, realiza una distinción entre la emisión de ideas y la realización de conductas, indicando que “nadie pretende que las acciones deberían ser tan libres como las opiniones, cuando las circunstancias en que ellas son expresadas son tales que su expresión constituye una instigación positiva a algún acto ilegítimo”.

Tal teoría fue aplicada por la Jurisprudencia de la Suprema Corte de los Estados Unidos de América, a partir de un fallo en el que se condenó a un grupo que imprimía panfletos contra la participación de los Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial. En dicha sentencia, el juez Oliver Holmes claramente expuso que “La cuestión en cada caso depende si las palabras han sido utilizadas en tales circunstancias y son de tal naturaleza, que produzcan un peligro claro y actual de forma de producir los males sustanciales que el Congreso se encuentra autorizado a impedir” para, mas adelante, agregar “…muchas cosas que podrían decirse en tiempo de paz, son un obstáculo tal para dicho esfuerzo, que su expresión no será tolerada en tanto los hombres combatan y ninguna Corte podría considerar a dichas expresiones como protegidas por derecho constitucional alguno…”

En síntesis, esta teoría del “peligro claro y actual”, habitualmente utilizada por la Suprema Corte de Estados Unidos, establece que cuando el discurso puede generar en el auditorio una acción ilícita, no debería tener la protección de la garantía constitucional de la libertad de expresión.

Las manifestaciones vertidas por el escritor Mempo Giardinelli en el artículo publicado por el diario Página 12 en su edición del 6 de agosto de 2019 titulado “Guarda que son capaces de todo”, refiriéndose al oficialismo, dice: “Al menos a esta columna no le parece excesivo considerar que, por caso, provoquen represiones y “accidentes”, fragüen enfrentamientos violentos con muertos y heridos, autoasalten locales del PRO, saqueen supermercados y varios etc… Son psicópatas, son malos en serio, y no tendrán el menor recato en apelar a la violencia. Saben hacerlo, y para eso, es obvio, han rearmado fuerzas de choque como la gendarmería y las policías bravas animalizadas por el gatillo fácil autorizado, sustituyendo cínicamente a las Fuerzas Armadas, hoy en segundo plano”, podrían estar alcanzadas por la teoría reseñada en los párrafos anteriores.

Desconocemos cuál es la información de inteligencia que tiene el autor de la nota en comentario, para realizar tan audaz acusación; creemos que ninguna; de lo contrario descontamos que habría realizado la denuncia penal correspondiente, en forma simultanea con la publicación de su artículo.

Por lo tanto, entendemos que se trata de una simple opinión que posee la virtualidad de generar en el público receptor del mensaje la idea de que el oficialismo pretende ganar las próximas elecciones a toda costa, a como de lugar, recurriendo a prácticas ilícitas que han sido lamentablemente habituales en el pasado, por lo que, en palabras del autor, “convendría que la sociedad democrática se mantenga alerta…”.

Los simples argumentos de Giardinelli, totalmente desprovistos de algún tipo de información que torne veraz, o creíble sus aseveraciones, caen por su propio peso por la falta de rigor periodístico que exhiben, al “vomitar” tamaña acusación.

Pero sí parecería que las comentadas afirmaciones, se encuentran dentro de ese discurso peligroso del que nos alerta John Stuart Mill o el Juez estadounidense Oliver Holmes, que carece de protección constitucional, pues puede provocar daños a terceros, por las actitudes ilícitas que incautos, acríticos o directamente fanáticos lectores puedan provocar, en ese “alerta” al que Giardinelli nos llama a estar hasta octubre próximo.

No pretendo que para los casos de discusión política se aplique, sin más, la teoría norteamericana del “peligro claro y actual”, como sí la ha aplicado la Jurisprudencia de nuestros tribunales en supuestos de discurso racista y discriminatorio.

Mi mensaje va dirigido a quienes expresan públicamente sus opiniones, para que estas sumen en lugar de restar; contribuyan a mejorar nuestra sociedad, en lugar de fomentar el odio entre quienes quieren estar en uno u otro lado de la famosa grieta que, lamentablemente vemos que es cada vez mas ancha; para que permitan la apertura del debate y que este (como lo sostuvo el Juez de la Suprema Corte de Estados Unidos, Hand), “…acerca de asuntos públicos debería ser desinhibido, robusto y amplio y que aquel bien puede incluir ataques vehementes, cáusticos y a veces desagradablemente agudos contra los funcionarios gubernamentales y públicos”, pero no con infundadas acusaciones de comisión de delitos, que lo único que pretenden es enfervorizar al público, mas que hacerlo reflexionar.

El discurso que criticamos en esta nota, en nada mejora a nuestra sociedad; muy por el contrario, el alto voltaje de violencia que trasunta, disimula elocuente y exitosamente, las ideas que, quizás, pudiera contener.