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Arte y Espectáculos 20 de abril de 2023

Mientras buscan belleza, Los Inestables de Siempre presentan su nuevo disco: “Máquina de luz”

Tocan este viernes en Abbey Road. El cantante y compositor Ricardo Abadíe cuenta que quiere grabar su obra completa: más de doscientas canciones. Y asegura: "A veces no es necesario entender el arte, incluso hasta debería ser necesario no entenderlo".

La banda Los inestables de siempre.

“Terminé el secundario de grande. Unas amigas que estudiaban Terapia Ocupacional me ayudaban a hacer algunos trabajos prácticos. Estábamos analizando Ruinas circulares, de Borges. Una chica lo leía en voz alta. Terminó de leer y nos quedamos en silencio, lo primero que se me ocurrió decir es que no había entendido nada y ella me responde: ‘Yo tampoco, pero es hermoso'”.

La anécdota es de Ricardo Abadíe, cantante, músico y compositor de la banda marplatense Los inestables de siempre. Actualizó ese recuerdo para señalar algo que le parece trascendente en su cosmovisión: “A veces no es necesario entender el arte, incluso hasta debería ser necesario no entenderlo, porque el compresión lleva a que el hecho deje de producirse o deje de causar algún tipo de modificación. Esas cosas son las que no deben perderse”.

 


Así suena “Máquina de luz”:


Abadíe dio forma a una canción cuyo estribillo tampoco sabe muy bien qué significa ni de qué lado emergió, pero la frase le pareció luminosa y válida. Se trata de la flamante “Máquina de luz”, canción que da nombre al nuevo EP del grupo. Este material de cuatro canciones sonarán formalmente este viernes, desde las 21 en el escenario de Abbey Road (Juan B. Justo 620).

Junto a los músicos de su banda Mariano Moncho y Pablo Piccini en guitarras, Maximiliano Dimuro en batería, Diego Heugas en bajo, Pitu “Chano” Fernández en percusión y Guillermo Herede en teclados y coros también repasará las clásicas canciones de sus otros discos y formaciones.

 


En el show, estarán como invitados Dora Brown y Pardo Di Nardo.

En el show, estarán como invitados Dora Brown y Pardo Di Nardo.


“Este EP iba a ser un simple, teníamos las estrofas pero no teníamos aún el estribillo. Después apareció casi como una idea inconsciente, sucede que cuando uno compone una letra a veces está sobre la base de la música parafraseando cosas que nacen desde el inconsciente, por algo apareció ‘máquina de luz’. El nombre es bastante optimista, acostumbrado a escribir otras cosas”, contó en una entrevista con LA CAPITAL.

Con un sonido pop, tintes reggae y elementos electrónicos, “Máquina la luz” fue la oportunidad de que los músicos utilizaran sonoridas nuevas, a las que estaban desacostumbrados. “De manija que nos quedamos, la idea fue incorporar más canciones y hacer un EP porque en realidad uno lo que quiere es plasmar toda la obra. Compuse unas doscientas y pico de canciones. Es medio utópico y es una tarea bastante compleja poder plasmar la obra completa, pero es la idea. Nosotros tocamos para juntar guita para grabar. Por eso incorporar más canciones nos dejó un poco más tranquilos”, relató.

Pisa pubs y escenarios para tocar desde los 16. Con formación en guitarra clásica y un paso largo por el Conservatorio, es un artista que reconoce que tamibién la calle y el tango fueron su escuela. Ya con 44, abandonó algunos sueños, abrazó otros y sigue siendo enamoradizo. “Ya no me interesa ser un rockstar, ahora creo que voy en contra de eso, no se si viviría de la música, capaz que lo hago, pero tampoco es que tengo tanta locura, lo que me desvela es tocar, tocar con la banda, quiero juntar la guita para poder plasmar toda la obra. Una vez que esté plasmada no creo que vaya a tocar más, tocaré para los amigos en algún lugar chiquitito”, contó.

-Tu música tienen un fuerte apego a las letras, a la poesía, parece importarte mucho lo que decís.

-Sí, sí me gusta. La música nos da la posibilidad de unir dos tipos de hechos artísticos: la poesía y la música, que van por diferentes lados y que se pueden unificar en una canción. A diferencia de escribir una novela o un poema, la música te pone límite, porque hay límites métricos o matemáticos que no te dejan la libertad de poder meter todas las palabras que se te ocurran, hay que resumir tal vez una historia de amor en tres minutos y pico, hay como una especie de presión a nivel de lo que uno escribe. Hay una canción de Fito que escuché hace poco, “La mujer torso y el hombre cola de ameba”, no es muy entendible de lo que habla, pero no deja de ser una belleza, la mezcla de los objetos, las imágenes que propone me parecen de una belleza extraordinaria. Y yo trato, salvando las distancias, en algunas canciones de ir por ese lado, lograr esa belleza. Ultimamente las cosas que estamos escuchando que nacen nuevas carecen bastante de belleza. No venimos acá para hacer canciones por hobby, hay un compromiso que tiene que ver con el buscar la belleza y también un compromiso social.

-En tus canciones se detectan influencias de grandes del rock nacional, ¿quién o quiénes te enseñaron al momento de pensar tu propia música?

-Y… a un pibito de 12 o 13 años los Reyes Magos le regalan El amor después del amor, de Fito Páez. Es inevitable que uno termine siendo una persona flexible, incluso de ahí para atrás y de ahí para adelante. Me lo regaló mi madre en cassette. Estudié seis años en el Conservatorio, justo a los 17 que estaba por terminar pisé el corcho y me fui por otros caminos. Y ahí arranqué el conservatorio de la calle, fui un gil porque me faltaba un año, pero los sábados a la mañana era imposible levantarme. Y empecé a hacer materias, una materia era la escuela de Los Redondos, otra Silvio Rodríguez, otra la del tango y la música popular melódica romántica latinoamericana. Fueron todos necesarios. Toda la música es necesaria. El punk es necesario, a veces es necesario el tango o Silvio o El Cuarteto Imperial.