Arte y Espectáculos

Romina Paula, un fresco y sorprendente debut en San Sebastián

por Alicia García de Francisco

SAN SEBASTIAN.- La argentina Romina Paula es escritora, dramaturga, actriz, directora de teatro y ahora realizadora de cine. Tantas cosas, que antes de ver su ópera prima, “De nuevo, otra vez”, lo último que se espera es que sea una película ligera sin ser simple, fresca y nada pretenciosa.

Lo que sí cumple el estereotipo de alguien que procede del teatro y la literatura es que en la película no hay un segundo de silencio, como Paula reconoce a EFE entre risas.

Está feliz aunque algo nerviosa por su presencia en el Festival de San Sebastián, donde compite en la sección Horizontes Latinos, y en persona es un poco como la Romina que interpreta en la película aunque mucho más sonriente.

Porque en el filme hay mucho de ella y de su familia, aunque la historia que cuenta no es autobiográfica. Ella es la protagonista, junto a su madre, Mónica Rank, y su hijo, Ramón. Y también aparecen fotografías familiares tomadas hace décadas por su abuelo.

Obviamente hay mucho en la película de la relación con su madre, sus conversaciones, medio en el alemán materno medio en el español que les rodea en Argentina, pero no es un documental, como la realizadora subraya.

“Es una historia de una mujer que está en medio de una crisis y que vuelve a su casa y eso no sucedió en mi vida”, explica Paula sentada en una terraza de San Sebastián casi recién llegada de Argentina y con 24 horas de viaje en sus espaldas.

Una película que ha realizado por empeño del productor, Diego Dubcovsky, que le ofreció dar el salto a la dirección con otro proyecto que ella rechazó y, a cambio, le presentó este.

“Yo siempre tenía la fantasía de dirigir algo de cine pero creí que sería cuando fuera más grande”, dice la artista antes de reirse al recordar que de repente se vio metida en la película y dándose cuenta de que tenia 40 años y ya era suficientemente “grande”.

La idea que le propuso a Dubcovsky era sencilla en su planteamiento. Una historia de relaciones personales, de una mujer en crisis que se refugia en casa de su madre y entre sus amigos y mucho, mucho diálogo.

Lo diferente estaba en la forma de contar esa historia, en la que ha introducido una narración por etapas, con monólogos frente a cámara, narraciones en off sobre diapositivas personales y escenas cotidianas de charlas salpicadas de alemán y español.

Hasta rodó en la casa de su madre y aparecen las vecinas, que se mezclan con los actores profesionales que dan vida a sus amigos.

El resultado es una película pequeña y grande a la vez. Llena de vida, de sentimientos y de luz, que ahonda sin hacerse pesada en la crisis de la mediana edad y que rezuma naturalidad por todos sus poros.

Ha pasado ya por festivales como el de Rotterdam, el IndieLisboa, Guayaquil, Montevideo, Copenhague o Zúrich y, tras pasar por San Sebastián, se proyectará en el de Londres.

Pero la experiencia más surrealista para ella en este periplo fue su viaje a Siberia, junto a su familia, para ver su película proyectada en un Centro Cultural para Niños.

Una película con algún toque de relaciones homosexuales en un país en el que la homosexualidad está prohibida y en un auditorio lleno de preadolescentes por una confusión de los programadores, que la calificaron para mayores de seis años.

“Me hablaban en ruso y yo no entendía nada. Igual me estaban insultando, pero yo sonreía”, cuenta Paula con su expresiva mirada azul.

Una experiencia enriquecedora, como han sido todos sus pases por los diferentes festivales, donde ha podido presentar una película con la que ha querido “compartir esos momentos de dudas, de suspensión, antes de tomar una gran decisión”.

“Me parece más interesante cuando alguien se pregunta las cosas que cuando se las contesta”, afirma convencida.

EFE

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