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Arte y Espectáculos 2 de marzo de 2024

Rottemberg: “Me interesa más la tela de una butaca que la de una corbata”

Carlos Rottemberg y Mar del Plata están unidos hace 46 temporadas. ¿Cuál fue el camino que llevó al productor teatral a nuestra ciudad? En un momento del país en el que se resignifica y se debate el valor de la cultura, el apodado “señor de los teatros” reflexiona sobre su profesión, el teatro, la ciudad y su importancia.

Carlos Rottemberg.

Por Paloma Doti

 

La Feliz cumplió 150 años con su mar de tradiciones que atrajo a millones de turistas desde sus
comienzos. Estos días escuchamos sobre nuestros alfajores, nuestros lobos marinos, nuestros
churros, nuestros sweaters. Celebramos los recitales, los días de playa, las fiestas en la costa.

Pero hay un ingrediente en la receta del éxito de las temporadas marplatenses que es imposible no mencionar: el teatro. La farándula y las salas llenas fueron siempre sinónimo de nuestros veranos. Y por eso no es posible festejar la ciudad, sin festejar a Carlos Rottemberg.

Este verano disfrutar de las olas y el viento significa un sacrificio aún más grande para las familias. Carlos creó la iniciativa “Precios Amigables”, por la que fue reconocido en los “Premios Estrella de Mar”. Sus esfuerzos son una vez más el certificado de un hombre que usa la pasión como combustible.

Es la confirmación de que empresario no tiene que ser una mala palabra, que el arte está por encima de los costos, que la ética y la memoria no están muertas y que el apellido Rottemberg es promesa de butacas llenas y palabra cumplida. 

En el cumpleaños de la ciudad, es imposible no reconocer al hombre que hace 46 temporadas
trabaja para mantener el telón abierto del verano marplatense.

Dejen las luces prendidas

El productor teatral, sentado en su escritorio del teatro Neptuno en Santa Fe y Rivadavia, recibe a sus visitas usando unas bermudas de jogging y una remera verde haciendo honor a su frase: “Me interesa más la tela de una butaca que la de una corbata. Así, tanto el espectador como yo estamos más cómodos”. Sus hijos de 4 y 7 años, lo esperan al terminar su mañana laboral para jugar en la playa. Menciona que trabajar en Mar del Plata es distinto que en Buenos Aires, y destaca poder andar de acá para allá en sandalias. Para él, trabajar tiene una definición distinta. Lo suyo es una vocación:

“Hace mucho tiempo dejé de preguntarme el por qué de mi pasión. Me pasé toda la vida buscando, y me iba a volver loco. No sé. Es una vocación, que luego se convirtió en profesión. Me interesaba el vínculo entre el talento y el público”.

Carlitos, como le dicen en el teatro, repite tener memoria. Memoria como clave para el éxito, como ética laboral, como manera de mantener su esencia y que así, con 66 años, le sigan diciendo Carlitos. En su larga trayectoria en la producción de teatro argentino eligió no olvidar nunca sus principios. Sin corbata, sin excesos. Responde cualquier mensaje que le manden, cualquiera sea el emisor. Repite que muchos colegas dicen que no y después piensan la respuesta. Él siempre tiene en la punta de la lengua el sí.

Recuerda de dónde vino, y por eso, cuando la gente espera a sus actores favoritos, pide que dejen las luces prendidas del foyer del teatro para que los puedan saludar: “Yo trato a la gente como me gusta que me traten. No me olvido de dónde vine. Pido que no apaguen las luces. Cuando salen los artistas, déjenlas prendidas. Me dicen que así gasto más luz, que nos tenemos que ir más tarde. No importa. Yo estaba ahí, y no me gustaba que apagaran las luces. No me gusta que no me respondan los mensajes. Por eso respondo a todos. Recuerdo la cuna en la que nací, yo conozco la pobreza porque la viví. Mis padres
esperaban el sueldo. Por eso, pago los sueldos y pongo el dedo pulgar sobre una hoja de papel en blanco”.

En un mundo donde todos desconfiamos de todos, cuidamos lo nuestro, y sospechamos que el
otro está constantemente expectante para sacar una ventaja sobre nosotros, Rottemberg rompe
la cadena. A la hora de firmar contratos en su empresa Multiteatro usa una firma que no
necesita de tinta: la palabra.

Simbólicamente, pide que todos pongan el dedo en una hoja en blanco. Así, sella el pacto. Sin abogados, sin letra chica al final de la hoja, sin certificado de lo prometido. La única garantía es confiar en el otro. En 49 años de defensa de la palabra, no recibió una sola carta documento. La materia prima excluyente del teatro es la gente: por eso, en sus propias palabras, es una buena receta.

Mar del Plata y el teatro

Desde hace décadas Mar del Plata es el escenario donde actúan los artistas que Rottemberg pone en escena. En los camarines de los teatros Bristol, Lido, Neptuno, Mar del Plata, Atlas y América dejaron su huella estrellas que van desde Alberto Olmedo, pasando por Ricardo Darín y hasta los chicos de MDQ. Aunque una de las más importantes, la ciudad no es la única localidad costera que recibe olas de turistas todos los veranos. ¿Qué tiene Mar del Plata que hizo que el productor la haya elegido? ¿Qué vínculo existe entre el teatro y Mar del Plata?

– ¿Por qué Mar del Plata como plaza de teatros?

-“Hace 30 años llevaba a mi hijo mayor al Primavesi a dar el paseo con los caballitos. Hoy llevo a mis hijos de 4 y 7 años a dar el mismo paseo. Los caballitos son los que cambiaron. El lugar es el mismo. Yo mismo vacacionaba en Mar del Plata. ¿Por qué Mar del Plata y no Carlos Paz? Porque yo vacacioné acá.”

– ¿Ves teatro independiente marplatense? ¿Producirías teatro 100% local?

-Sí, claro que veo teatro independiente. Conozco El Séptimo Fuego, Cuatro Elementos, La Bicicleta, América Libre. Tengo relación con los administradores de esos teatros y los conozco. No produciría teatro marplatense e independiente porque justamente un productor comercial no puede intervenir. Lo dicta la sociedad de actores. Pero veo teatro de los tres circuitos: el comercial al que pertenezco, el independiente y el público. No porque algo sea comercial no va a ser bueno. Por ejemplo, “La última sesión de Freud”, con Luis Machín en el teatro Bristol, es comercial, y es muy buena. Y seguro hay cosas malas en el teatro independiente o viceversa. Hay cosas buenas y malas en los tres circuitos.

-¿Qué le falta a Mar del Plata para convertirse en Broadway? ¿Funcionaría una plaza
de teatros que estén abiertos todo el año?

-Ni Buenos Aires puede ser Broadway. Googleá la cantidad de vuelos que hay ahora mismo yendo a Nueva York. Comparalo con los vuelos que van a Buenos Aires. No le exijamos a Mar del Plata lo mismo que a Broadway, no es lo mismo. Se ha intentado mantener los teatros todo el año. Me encantaría, pero siempre lleva a pérdida.

“Llamalo como quieras: piel, momento, intuición, cultura”

El “señor de los teatros” produjo durante casi cinco décadas a actores nacionales. Los espectadores llenaron las butacas de sus multisalas. Es un empresario, pero también se ha convertido en un artista.

-Déficit, emisión monetaria, gasto, ajuste. En el contexto de las nuevas medidas
tomadas por el gobierno, vivimos escuchando términos económicos para defender la
eliminación o la continuidad de la financiación de la cultura en nuestro país. ¿Qué valor
le da un hombre de negocios al arte? ¿Qué argumentos no económicos encontrás para
defender la cultura?

-La cultura lo es todo. Tu vida pasa por la cultura. Te moviliza el cuerpo. Te moviliza la mente. Nadie que escuche música en la radio del auto puede hablar en contra de la cultura. Soy empresario. Sería hipócrita decir que lo económico no me importa. Obvio que importa. Lo económico es importante, pero siempre en función de otra cosa.

-Con tu visión empresarial afilada, decidís qué obras van a pasar del guión al escenario.
Quizás sean los artistas, el escritor, su director, la trama, la escenografía. ¿Qué es lo que
le hace darse cuenta al productor de la temporada teatral de La Feliz que una obra
tiene lo necesario para ser un éxito?

-No hay explicación. Llamalo como quieras: piel, momento, intuición. Lo sabés. Siempre hay errores. Una vez haciendo zapping en la televisión, vi un programa dónde un empresario italiano repetía “la pérdida está dentro del riesgo”. Hay musicales que fracasan en Broadway. Hay 47 musicales en Broadway, y si yo te pido que me los nombres, solo podés mencionar 7. Hasta Broadway y Hollywood se equivocan. Siempre hay fracasos. Puede pasar al revés. Por ejemplo, “Brujas”, que está desde 1991, estuvo por encima de mis expectativas.