Con el sprint final, el pibe de Haedo se quedó con el triunfo en el Triatlón Olímpico de Mar del Plata.
Cuando Santiago Beltrán pasó tercero al cumplir la primera vuelta de pedestrismo a más de un minuto del líder, Yamil Amuch, parecía casi imposible que pudiera descontar esa diferencia. Sobre todo, porque sólo faltaban las dos vueltas cortas, unos 4,8 kilómetros. Sin embargo, con un ritmo impresionante, el pibe de Haedo tuvo una velocidad extra y con un sprint fenomenal se quedó con el triunfo en el Triatlón Olímpico de Mar del Plata. Fue recibido con besos, abrazos y hasta alguna lágrima por su madre. Y un rato después, ya en el podio, subió a abrazarlo su padre, Fabián, quien también participó en la prueba organizada por ISSports. Así dialogó el ganador con LA CAPITAL:
– Ganaste el triatlón en el trote. ¿Cómo hiciste para mantener ese ritmo impresionante?
– Me la jugué en la corrida. No tenía otra salida porque no había hecho una buena natación y tampoco un buen ciclismo, así que salí a jugarme todo corriendo. Aposté todo a esa parte. Se hizo largo, se hizo difícil pero el resultado llegó y estoy muy feliz por eso.
– ¿Habías corrido en Mar del Plata con las dos vueltas largas de trote?
– Sí, también he corrido el Medio Ironman aquí. Me encanta venir. Creo que con el recorrido como es ahora, con una vuelta larga y dos cortas es más entretenido para la gente y más tranquilo para nosotros porque evitamos tener dos subidas y también dos bajadas, que a veces cuestan más.
– ¿A qué atribuís que no anduviste tan bien en el agua?
– Largué y siempre tuve una sola velocidad. Nunca pude cambiar el ritmo. Venía un poco abierto del grupo tratando de establecer una diferencia, pero cuando respiraba y miraba para la derecha los veía a todos al lado mío. Así que como no podía escaparme, decidí ponerme atrás y aguantar a Yamil (Amuch) e Iván (Anzaldo) hicieron una muy buena natación. Y después tuve una transición lenta para subir a la bici y allí me hicieron una diferencia. Traté de que no se fueran más y cuando me bajé a correr pensé que estaban más cerca, pero en realidad se me habían alejado un poco más.
– ¿Y entonces prendiste el turbo?
– (Risas) A Juan Cruz (Saiz) por suerte en la primera vuelta lo alcancé, y con Yamil se me hizo más duro pero el aliento de la gente sirvió y me la jugué. Por suerte me salió bien.
– No había manera de administrar fuerzas. ¿Era a todo o nada?
– Sí, tal cual. Cuento una intimidad: cuando estaba a unos 20 metros de Amuch y ya lo estaba alcanzando, sentí náusas, como ganas de vomitar y pensé “por favor, ahora no que ya lo tengo ahí”. Por suerte me aguantaron la panza y las piernas para llegar con todo lo que tenía. No había otra.
– Igual se te veía muy entero al llegar, no se notó que podías haber tenido algún problema…
– Tal vez la procesión iba por dentro, pero el físico ya no quería más. Por todo eso estoy muy muy feliz.
– ¿La distancia olímpica es tu preferida?
– Sí, quiero afianzarme en esta distancia. Corrí muchas pruebas en esta temporada de diferente extensión pero esta distancia me sienta muy bien. En dos años corrí cuatro Iron Man y se ve que ese fondo me sirvió porque tengo un resto para estas carreras.
– ¿Cómo sigue tu calendario?
– Tenía cinco fines de semana seguidos de actividad. Este es el segundo. Ahora tengo una carrera en Victoria, Entre Ríos, el siguiente está la fiesta de Leiva en Chascomús y para el 10 de abril tenemos Rosario. Y me gustaría cerrar la temporada con el Half de Concordia. Vamos a ver qué pasa. Y después del descanso, si todo sale bien, tengo planificado irme a Italia con Flavio Morandini, para dar un salto más.