Policiales

Se aproxima el juicio oral por un brutal femicidio en Batán

El 2 julio comenzará en Mar del Plata el juicio oral y público a Juan Torancio (25), un joven correntino que se radicó en Batán. En 2017 asesinó de 70 puñaladas a quien había sido su novia por 9 meses.

A Juan Torancio (25) le atrajo de Cristina Fuentes (32) que ella gustara de él. O tal vez fue ese morbo que no distingue géneros y que nace en el frenesí de sentirse el revitalizador del otro. Porque Fuentes lo había elegido a Torancio en reemplazo de su marido 27 años mayor. Ambos creyeron que hacían lo correcto; incluso Fuentes lo pensaba al dejar a su pequeña hija de 4 años e irse a vivir a unas pocas cuadras de allí, de la casa de El Colmenar de Batán, con Torancio.

La historia del romance terminó a los nueve meses cuando Fuentes decidió regresar con el padre de su hija. Y con su hija. “Paso hambre con el Melli”, le confió a una de sus viejas vecinas. Días después de esa decisión, a las 8.30 de un martes, Torancio le demostró a Fuentes que estaba en desacuerdo a través de una demencial reacción: la apuñaló 70 veces delante de la pequeña niña, en la vivienda de la calle 103.

El próximo 2 de julio se iniciará en el Tribunal Oral N°3 el juicio oral y público a Torancio, un correntino que llegó a Batán para quedarse por algún tiempo y todo indica que se quedará para siempre: de no aparecer un imprevisto le espera una condena perpetua por la figura de homicidio agravado por mediar la violencia de género, también conocido como femicidio.

Torancio será asistido durante el juicio por la defensora oficial Gabriela Zapata, quien tendrá la difícil misión de encontrar alguna grieta por la cual llegar a un homicidio simple, algo que parece improbable por estar acreditada la relación de convivencia entre víctima y victimario.

El asesinato de Fuentes conmocionó a la localidad de Batán no sólo porque en el barrio El Colmenar todos se conocen sino por la manera en la que se produjo. La fiscal Andrea Gómez fue gráfica aquel 12 de diciembre de 2017: “Se trata de un homicidio en flagrancia, casi”. Es que cuando la policía llegó a la casa, Torancio todavía sostenía la navaja que acababa de clavar 70 veces en el cuerpo de Fuentes. La sangre escapaba de sus manos y él, congelado, en el patio delantero de la casa de calle 103 entre 122 y 124.

Una relación fugaz

Torancio era mellizo e hincha de Boca -por eso se había acuñado con más fuerza su apodo del “Melli”- y había nacido en la ciudad correntina de Mercedes. En busca de un porvenir más cómodo, con 21 años viajó hacia Mar del Plata, aunque por tener algunos parientes recaló en la localidad de Batán.

A mediados de 2015 se instaló en el barrio El Colmenar, en las proximidades de la cárcel de Batán y trabajó de forma salteada. Pasaba por algunas etapas de hacer changas en obras o en plantaciones de kiwi y por otra de inactividad.

Fue entonces que conoció a Fuentes, una mujer diez años mayor que él, casada, que tenía por domicilio una de las viviendas de la calle 103 entre 124 y 126. En esa cuadra vivían algunos de sus familiares, aquellos que lo habían ayudado poco después de llegar de Corrientes.

Lo que primero comenzó como una relación de amistad, luego pasó al romance a escondidas y finalmente, en abril de 2017, todo evolucionó hacia un punto sin aparente retorno para Fuentes. Ella decidió dejar a su hija al cuidado de su marido -aunque luego se la llevó con ella algún tiempo- e irse a convivir con Torancio a pocas cuadras de allí a calle 52 entre 35 y 32 de Batán.

Fue una relación de noviazgo que no tomó desprevenida a la gente del barrio y hasta incluso algunos apostaron a que podían tener un futuro juntos. Los meses pasaron y las condiciones de convivencia empezaron a empeorar. Hubo episodios de violencia y falta total de la pareja para generar dinero que le permitiera a cualquiera de los dos satisfacer las necesidades básicas. Y Fuentes decidió regresar a su casa, con su marido y su hija.

El ataque

A las 8.30 de la mañana Torancio entró a la casa en la que Fuentes se encontraba con su hija de 4 años y le pidió que se asomara. La mujer salió a la parte delantera de una vivienda que se ubica casi en los fondos de gran terreno. Desde la vereda hasta la casa hay casi 30 metros.

Lo que se dijeron se desconoce pero fueron amenazas directas porque Fuentes alcanzó a gritar “¡ayúdenme, ayúdenme que me va a matar!”. Una vecina llamó a la comisaría octava en una acción que fue tan solidaria como inútil. Porque Torancio no le dio tiempo a nadie ni a nada.

El joven correntino extrajo su navaja retráctil y le asestó 29 puñaladas en la región del cuello, 36 en la mama izquierda y hemotórax izquierdo, 4 en el dorso lumbar izquierdo y 1 en el derecho.

Los cortes que mostraba Fuentes en sus manos acreditaban su intento por defenderse de un ataque que inundó la mañana de sangre, gritos y llantos. Los gritos de la víctima que fueron escuchados por los vecinos y los llantos de la pequeña niña que observó cómo moría su madre.

La policía de Batán actuó con urgencia apenas recibieron el llamado de una vecina, pero esa premura no pudo evitar el femicidio. Al llegar Torancio empuñaba la navaja ensangrentada. El cuerpo sin vida de Fuentes yacía junto a la ventana principal de la casa.

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