Se cumplen 40 años del brutal crimen de Silvia Cicconi
El 27 de agosto de 1981 Mar del Plata vivió uno de los sucesos criminales que quedaría marcado en la historia. Esa madrugada era asesinada de más de 30 puñaladas la adolescente Silvia Cicconi. Tenía solo 17 años cuando alguien entró a su habitación y luego de violarla la mató de una manera despiadada.
Silvia Angélica Cicconi (17) había rechazado esa noche, del 26 de agosto de 1981, una invitación que asomaba como tentadora. Prefirió quedarse en casa antes que aceptar el ofrecimiento de sus padres, Rubén Cicconi y Adela Costantini, de ir hasta el café “Medieval”, ubicado en Salta entre Bolívar y Moreno. El café pertenecía a su familia en sociedad con su novio, Pablo Mazzei, pero ni siquiera esa circunstancia -la de ver a su amor de entonces- la convenció a cambiar de planes: quería dormir, agotada de haber estudiado horas antes para los exámenes en el colegio Santa Cecilia donde estaba cursando el quinto año.
Silvia se refugió en la habitación de la casa de Luro 5168 y antes de que todos se fueran, se durmió. En silencio. Nada se escuchaba, ni siquiera los sonidos propios del restaurant familiar lindante (el “Nueva Italia I”) que habían cesado junto con la partida de los últimos empleados.
Cuarenta y cinco minutos más tarde, Rubén regresó a la casa para dejar a Adela y a Ana, la hermana de Pablo. Las dos mujeres vieron una ventana abierta y se preocuparon. Luego Adela caminó presurosa por el interior de la casa hasta la habitación de Silvia, donde la suponía dormida, del mismo modo en que la había visto hacía cuarenta y cinco minutos. Y la había tapado, protegido con una frazada. Pero la puerta que empujó Adela no sólo le abrió paso hacia la habitación, hacia esa cama con Silvia maniatada, vejada, mutilada y con un cuchillo aún clavado en su pecho.
El homicida se escapó en esa maniobra y para muchos se escapó para siempre. Aun cuando a los 6 meses detuvieron a un vagabundo llamado Fernando Saturnino “Pacha” Pérez a quien, luego de un proceso investigativo con idas y venidas, lo hallaron culpable y lo condenaron a cadena perpetua. La Justicia, en distintas instancias corroboró el fallo inicial, y Pérez alcanzó una celebridad indeseada. Aunque también ambigua, ya que por un lado su fama que no vino sola, de la mano de 15 años de reclusión en una cárcel por ser el autor de un crimen horrendo, y por el otro beatificado por la comunidad, subido al papel de cordero sacrificado. De chivo expiatorio, claro está.
En el Caso Cicconi hubo dos verdades. La de la Justicia y la policía, la Verdad, y la Otra Verdad. La primera dice que Pérez, que era un linyera del barrio y acomodaba coches en las cercanías de la estación de trenes, mató a Silvia. Para eso subió un paredón, fue hasta el restaurant donde tomó un cuchillo, luego entró por la ventana de la habitación. Allí se encontró con Silvia a la que primero maniató, después violó y por último le aplicó 32 puñaladas a Silvia. Las dos primeras fueron identificadas por los forenses, ya que al insertarse en el corazón le ocasionaron la muerte; la última, fue evidente: el cuchillo quedó clavado en medio del pecho y fue Adela quien se lo quitó a su hija. Silvia también había sido degollada.
La Verdad sostiene que Pérez se fue por una ventana y se esfumó. Unos días más tarde lo demoraron pero recién en febrero de 1982 fue detenido y acusado del homicidio que, para entonces, ya obsesionaba a la policía y conmocionaba a la ciudad. La Otra Verdad es la de la gente, la de la familia, la de Adela que no sólo nunca reconoció a Pérez como el asesino, sino que en 1996, cuando fue liberado, lo asistió con casa, comida y ropa. Esa verdad tiene un elemento indiscutible: Pérez no fue el asesino.
¿Qué es lo que pudo haber pasado? Según quienes siguieron de cerca la investigación, la Justicia no tuvo en cuenta muchas pruebas: 1) la ventana de la habitación de Silvia no se podía abrir de afuera, 2) Pérez en la reconstrucción no pudo subir solo el paredón, 3) La pisada que quedó marcada en una silla dentro de la habitación era de una zapatilla de marca, que no usaba Pérez, 4) Faltó una agenda con anotaciones que tenía Silvia, 5) La policía llegó a los pocos segundos de que Adela descubriera el cuerpo, 6) Una sabana tenía cortes en un doblez, lo que significaba que Silvia estaba dormida, algo difícil de sostener si Pérez entró a la habitación rompiendo a golpes la ventana, 7) Pérez vivía borracho y la maniobra que se le adjudicó requería de ciertas destrezas físicas y claridad mental, 8) Una importante suma de dinero no fue robada, pero desapareció al día siguiente de la casa, 9) Un toldo con sangre ubicado en el supuesto trayecto de escape no fue analizado, 10) el fotógrafo de la policía tomó las fotos con el lente tapado y horas después se dieron cuenta; entonces tuvieron que llamar a otro fotógrafo y reconstruyeron la escena del crimen con las entendibles variaciones. Y muchas otras irregularidades, dice la Otra Verdad.
La saña con la que el homicida actuó llevaría a cualquier criminalista a pensar al menos en una hipótesis algo más compleja que en la de un rapto de locura de un borracho. ¿Pudo haber estado Silvia involucrada, por viejos conocidos, en un asunto de drogas? ¿Por qué revisaron bolsillos, cajitas de música, cuadernos y se llevaron una agenda? ¿Silvia sabía algo sobre ciertas personas y por ello la asesinaron? La Otra Verdad dice que sí.

La madre y la hermana de Silvia.
La carta de una madre
En las últimas horas llegó a la redacción de LA CAPITAL una carta escrita por la madre de Cicconi. Textualmente dice:
“Hola, soy yo otra vez, Adelina Costantini, la mamá de Silvia Cicconi.
Quizá no la conozcas, quizás si. Era mi hija, tenia 17 años y fue asesinada el 27 de agosto de 1981…. y su crimen sigue impune. Uno más de los tantos que hay en la Argentina.
Silvia estaba en su cama, acostada…. tal vez soñando, como lo hacemos vos y yo, y la mataron. La autoridad de ese entonces, culpo a un inocente…. y digo autoridad y no justicia, porque aún no tengo justicia. Silvia no tiene justicia, sus asesinos siguen libres.
No quiero aburrirte con estas cuestiones, quizá a vos te haya pasado algo similar, o alguien cercano …. o simplemente este tema que data desde hace 40 años, ya pasó de moda…. ya no es noticia, no es viral….
Pero quiero decirte, que en cada uno de los habitantes de este suelo, hay un pedazo de Silvia.
Hay un pedazo de cada víctima. Y por qué te digo esto? Es simple. Todos los seres humanos tenemos el derecho a la vida. Desde la concepción hasta que nuestro cuerpo diga basta. No hasta que otro ser humano decida que es nuestro fin.
Silvia era un ser inmensamente bondadoso. Como cualquiera de nosotros, tenia sus defectos, sus virtudes, y esperanzas. Yo estoy acá hoy, como todos los días de mi vida desde su muerte, recordándola, extrañándola y pidiendo justicia.
Y cada 27 de agosto y mientras tenga vida, voy a hacer público mi reclamo, en el cual también incluyo mi mensaje.
Yo no quiero venganza, solo pido “reestablecer la justicia” ese es mi grito, cada vez que pienso en Silvia.
Cada vez que veo o escucho de una nueva muerte, de una nueva “Silvia”.
Yo no conozco de leyes, no sé de ciencias forenses, ni de criminología, ni de investigaciones.
Yo conozco de inocencia…. mi hija era inocente, y también lo era aquel que culparon y juzgaron en lugar de los verdaderos asesinos y violadores. Incluso yo fui sospechada de haberla matado, ya que fueron mis propias manos las que le sacaron el arma homicida de su pecho.
Para no entrar en detalles, los cuales recuerdo tan sólo cerrando mis ojos, estoy acá rindiéndole homenaje a su memoria.
No hay nada en el mundo que no este dispuesta a dar, para recibir la justicia que Silvia merece.
He dado mi fortuna a los abogados, investigadores y todo organismo público y privado , para condenar a sus asesinos. Yo no necesito que me digan quienes lo hicieron o porque lo hicieron. Yo sé muy bien quienes son. Solamente pido que sean condenados.
Desgraciadamente, aunque se presenten y reconozcan su crimen, para la “justicia” ya está cerrado el caso. Y para mi, y todos los que la conocieron, la herida sigue abierta.
Caso cerrado y heridas abiertas, eso es lo que recibí.
Pero también seguí y sigo dispuesta a recibir la vida, con la llegada de mi segunda hija Daniela y mis nietos, forjando a fuego lento cada uno de sus días, sin resignarme en esta lucha, que es de todos…. reestablecer la justicia que merecemos, la que merece mi Silvia.
En este día, hace 40 años atrás me arrebataban la fe en un futuro feliz, pero decidí que me tenían que salvar. Y si bien, mi sufrimiento me va a acompañar toda la vida, me deje salvar.
Dejate salvar, dejate salvar del odio, del miedo, de los vicios, de convertirte en un asesino o asesina.
Dejate salvar!!!!
