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La Ciudad 10 de noviembre de 2016

Se inauguran hoy los juegos deportivos para veteranos de la Guerra de Malvinas

La antorcha olímpica fue encendida en el cementerio argentino de Darwin, durante un viaje que seis veteranos de Guerra de Malvinas (VGM) realizaron durante el pasado mes de abril. Serán 1.487 veteranos compitiendo en 28 disciplinas.

Hoy comenzarán formalmente los Juegos Olímpicos para veteranos de Guerra en Malvinas que en su XV edición se llevarán a cabo en Necochea, con el apoyo del gobierno local.
Son 1.487 veteranos de Guerra de Malvinas (VGM) y 28 disciplinas abiertas que completarán jornadas donde el deporte y la competencia servirán como excusa para encuentros fomentados por la camaradería, el hermanamiento y el vínculo estrecho e indestructible de quienes han sido atravesados por una experiencia única, sui generis, traumática, en algunos casos invalidante, y sin lugar a dudas, angustiante.
Los veteranos llegarán a Necochea, en muchos casos, acompañados por familiares. Y disfrutarán de una propuesta que además de servir como excusa para el encuentro entre conocidos y pares, permitió ?al iniciarse la primera edición- detener la sangría de muertes por suicidio. Esas muertes fueron tantas que superaron en número a los caídos en combate en las islas.
Seis veteranos de Guerra de Malvinas, integrantes del comité organizador de los Juegos, viajaron a las Islas Malvinas, concretado entre el 9 y el 16 de abril pasado. Algunos fueron por primera vez después de la guerra. Allí, encendieron la antorcha en el cementerio, como una manera de tender un puente entre los héroes caídos y los que siguen vivos.
“Los juegos comenzaron en 1999 y ayudaron a canalizar la ansiedad y detuvieron la sucesión de suicidios por estrés pos-traumático que sufrimos muchos veteranos después de la guerra”, admitió Darío Gleriano, miembro del comité organizador de los Juegos, ex presidente del Centro de Ex Soldados Combatientes de Malvinas en Mar del Plata. Y agregó otro dato: “Somos los primeros en el mundo en haber organizado algo semejante. La tarea es difícil; implica mucha organización, muchas horas dedicadas, pero el deporte es salud y, al mismo tiempo, la excusa perfecta para juntarnos, estar entre personas que entendemos qué nos pasó y nos pasa ?porque vivimos la misma experiencia- y, también, es una oportunidad para ir sumando a la familia, que con el paso de los años también se incorporó a esta propuesta”, añadió.

Génesis

“Un compañero de Rio Cuarto vio que nos juntábamos más que nada por reclamos y pensó que sería bueno juntarnos sólo por el hecho de estar juntos. Y los juegos fueron la excusa para eso. Compartir un momento. Reencontrarnos. La primera vez, en 1999, fueron 485 personas. La última, casi 1600. Se encontró el equilibrio justo, a través del juego y el deporte, y sin quererlo encontramos esas ansias de competir, de querer ganar”, afirmó Gleriano.
“Y vimos que el estado de ansiedad que nos había dejado la guerra, en adicciones y en suicidio, empezó a bajar notablemente. Desde 1999 -cuando empezaron los juegos- hasta 2009 hubo sólo dos suicidados. Eso produjo el reencuentro entre compañeros, los veteranos encontraron una razón para seguir viviendo y no suicidarse porque el Estado no nos amparaba. Fue lo máximo que nos tocó vivir. El orgullo que tenemos, el empeño que le ponemos. No nos alcanzan los días. Empezamos el fin de semana del 12 de Octubre, después lo estiramos a una semana, luego a dos semanas y ahora son 10 días. Hubo una parte de mí que se enamoró de estos juegos. Armamos un comité para darle seriedad, formalidad y legalidad e hicimos un acta constitutiva de la Asociación Nacional de Deportes, un estatuto. Llevo 12 años de Presidente. El desgaste es grande, cada vez nos cuesta más. Pero hay alegría inmensa de saber que cuando terminan los juegos, todos se van contentos. Ahora también vienen las familias, acompañando”, añadió este veterano.
Desde la primera edición, en Río Cuarto, y más allá de un par de años en los que no fueron organizados, los Juegos se convirtieron en marca identitaria y motivo de convocatoria masiva de veteranos conscriptos que en su mayoría tenía 18 ó 19 años en 1982. Acercaron personas, calmaron la ansiedad, licuaron el dolor, exorcizaron fantasmas. Y, como suelen decir los veteranos, les permitieron “sacar la mierda” que estaba dentro; esa mochila que pesaba toneladas y cargaban sobre sus espaldas hacía muchos años.
La antorcha de los Juegos, encendida, recorrió el centro de Puerto Argentino, Moddy Brook ?donde antes de 1982 estuvo asentado el cuartel de los Royal Marines-, Sapper Hill, los montes aledaños a la capital, Darwin, Goose Green, San Carlos y el viejo aeropuerto de Puerto Argentino, conocido hoy por la sigla Figas ?Falkland Islands Government Air Service-, algo así como el servicio aéreo del Gobierno de las islas, desde donde opera una línea comercial que conecta los distintos caceríos y zonas pobladas de las islas Soledad, la Gran Malvina y demás islotes que conforman el contorno de las Malvinas.
“La antorcha es, de alguna manera, encendida por nuestros compañeros que quedaron acá. Es una manera de hacerlos partícipes de este presente, de sentir que siguen estando entre nosotros”, afirmaron los veteranos.
“Nosotros tenemos una mirada sobre las olimpíadas. Comprendimos que con el deporte tenemos salud. Y estamos ayudando a muchos compañeros que están muy dejados, algunos afectados por el alcoholismo y la drogadicción. Y esa sombra también me puede tocar a mí. Y una vez al año hacemos esto, alrededor de 1.500 veteranos que juntamos para vernos. Vienen de todo el país. El lazo de amistad que hay, la hermandad. Van 15 años y jamás un problema. Los veteranos se respetan. Somos todos hermanos. Ese respeto poca gente lo tiene”, afirmó el veterano Juan Zelaya, residente en La Matanza.