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La Ciudad 12 de noviembre de 2018

“Sé que no va volver, lo supe desde el primer día”

Necesidad de respuestas y búsqueda de la verdad sobre lo ocurrido con el submarino son los ejes rectores en la vida de Carina Funes, esposa del tripulante Cayetano Vargas.

Carina, junto a la Bandera y las fotos con su marido Cayetano.

Carina Funes es fonoaudióloga, nació en San Juan y se graduó en San Luis, pero vive en Mar del Plata desde 2001, cuando se casó con Cayetano Vargas, también sanjuanino, y radicado en la ciudad por su trabajo: suboficial 2° del ARA San Juan. Está desaparecido desde hace casi un año con el submarino.

“Era su último viaje y él no tenía muchas ganas de subir, pero lo primero es su trabajo”, cuenta la madre de sus dos hijos.

Al igual que otros familiares de tripulantes del submarino, Carina no cree en los dichos de la Armada. Y tampoco le cree al ministro de Defensa, Oscar Aguad.

“La Armada sabe dónde está, sabe qué pasó y nos mienten desde el primer día”, dice. Y agrega: “Ahora no sabés hasta dónde creerles, ¿por qué no hicieron algo cuando perdieron comunicación? Sabían todo y salieron tarde por ese puto protocolo (que dice que deben esperar 48 horas)”.

A pesar de la tristeza con la que convive, su voz refleja la fuerza que la acompañó a lo largo de este último año. “No les creo nada”, afirma. “Acá la Armada se abrió totalmente, todos se lavan las manos y se cuidan su traste”, dice.

La mujer sostiene que su marido “está desaparecido”. “De hecho no empecé ningún tipo de papelería aunque ellos (la Armada) me dicen que me voy a perjudicar porque se va a atrasar todo el trámite. No voy a firmar algo hasta que encuentren un tornillo, una lata, algo. Desde un principio supe que él no volvía”, cuenta.

Sueños

Consciente de ciertas “señales”, Carina tuvo varios sueños con su marido y lo mismo les pasó a su hermana y a la hija de una amiga. “Ella soñó que estábamos todos en la playa y él le decía que siempre lo iban a encontrar ahí, en el mar”.

Incluso su hijo mayor, Agustín, debió ser operado en mayo y en junio debido a infecciones en la garganta y, una vez salido del quirófano, le dijo a su madre: “‘Hablé con el viejo, te manda saludos, dice que está bien y a vos también vieja´, le decía a mi mamá. No sabés lo que lloré”.

El hijo más chico del matrimonio, Ramiro tuvo un año muy difícil. “Todo el tiempo pregunta por su papá y qué hará con Dios”, cuenta Carina. Y, enseguida, agrega: “Desde el primer momento que vio la imagen del submarino pidió que su papá no muriera y después empezó a decir que su papá se murió ahogado. Lo extrañan mucho, eran muy compinches porque les daba todos los gustos”.

Si bien Carina es creyente y practicante, ahora dice que está “como enojada”. “Voy a misa, me lloro todo, pero pregunto por qué, por qué ellos, por qué de esta manera. ¿Cuándo nos van a decir la verdad?”, se pregunta.

Cayetano había vuelto “raro”, según su mujer, del viaje realizado en julio de 2017. “Me contó que algo pasó pero no especificó. Estaba muy pensativo, se levantaba de noche”, recuerda. Y se lamenta: “Si hubiese sabido que esos cambios se debían a eso, hubiese hecho algo, no lo hubiese dejado subir, como hicieron las mujeres de los del submarino Salta en enero pasado porque no estaba en condiciones. Pero de todo esto me enteré en enero, por otras esposas”.

Con licencia en su trabajo (se desempeña en un consultorio y en el Portal del Sol), Carina cuenta que sigue cobrando el sueldo de su marido pero no sabe hasta cuando. “Igual, todavía estoy esperando la tarifa social de luz y gas que nos prometieron”, dice.

Carina vuelve al reclamo inicial: “Tenemos que saber la verdad, el signo de pregunta es demasiado grande. Lo único que pido es que no haya sufrido. Sé que no va volver, lo supe desde el primer día”.



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