La Ciudad

Se realizan más de mil tratamientos de fertilidad por año en Mar del Plata

Se llevan a cabo en los tres institutos especializados en medicina reproductiva que hay en la ciudad. La cifra aumentó en los últimos años por la evolución de la ciencia, la ley que promovió que las obras sociales y las prepagas costearan la atención, y los cambios en las prácticas sociales de las mujeres.

Por Bruno Verdenelli

verdenelli@lacapitalmdq.com.ar

El doctor Alfredo Elena camina por los pasillos de la planta editora de LA CAPITAL y de inmediato recuerda aquella vez en la que visitó el mismo edificio, hace más de 30 años, para dar su primera entrevista periodística después de finalizar con éxito el primer procedimiento de fertilización in vitro realizado en Mar del Plata.

A comienzos de la década del ’90, la situación de las personas que querían pero no podían tener hijos era extremadamente distinta a la de hoy. Los métodos artificiales eran escasos, muy poca gente podía pagarlos y, en general, no alcanzaban una gran eficacia. Sin embargo, las épocas cambiaron: en 2013 se sancionó la ley que determinó que las obras sociales y las prepagas cubrieran los gastos en múltiples casos, y la ciencia avanzó tanto que en la actualidad se llevan a cabo anualmente en la ciudad más de mil tratamientos.

Acompañado por su colega, la ginecóloga y especialista en medicina reproductiva Manuela Lebrero, Elena concedió a este medio días atrás una nueva nota en la que describe las modificaciones que experimentaron las mujeres en sus conductas a lo largo de los años y cómo la sociedad se abrió a esta práctica luego de los severos cuestionamientos y las polémicas que existieron al principio.

“En la época en la que nosotros empezamos la Iglesia se oponía a los tratamientos. En realidad había dos problemas serios, que eran la planificación familiar y la reproducción asistida, ambos muy álgidos para la Iglesia. Y yo estaba metido en las dos. Entonces era muy complicado porque me tocaba hablar en público y me pegaban por las dos. Te imaginás que estábamos hablando de una pareja heterosexual, si en ese momento metíamos también la posibilidad de que una pareja monoparental haga un tratamiento de fertilidad, ya íbamos a la hoguera directamente…”, recuerda el médico que fue artífice de la primera fecundación asistida en la ciudad.

Y agrega: “El primer embarazo in vitro en el mundo fue en el ’78, en Argentina en el ’82, y en Mar del Plata en el ’93. Por suerte me tocó a mí hacerlo, y en esa época yo hacía obstetricia, así que también estuve en el parto. Pero todo fue empezando a crecer a medida que las leyes salieron a favor y se incorporaron muchos más pacientes, con sus obras sociales, para hacer la consulta y el tratamiento.

Por su parte, Lebrero destaca también dicho “gran cambio”. “Antes este tipo de tratamientos sólo tenía cobertura en el sector privado y solamente en algunas provincias de la Argentina había respaldo público, lo cual era una desigualdad total, porque no todos los pacientes tenían para poder costear los tratamientos, o un centro cerca. A partir de junio del 2013, con la sanción de la Ley Nacional 26.862, se le permite a todo argentino mayor de edad sin distinción de género u orientación sexual o estado civil, acceder en forma gratuita, y se cubren tratamientos tanto con los propios óvulos como con óvulos donados”, señala. Y explica que los tratamientos de alta complejidad “son la fertilización in vitro, la ICSI (que es la Inyección Intracitoplasmática de Espermatozoides), la ovodonación, la preservación de fertilidad (esta no la cubre la ley)”, y el de baja complejidad “es la inseminación intrauterina”.

Otra causa del aumento de la estadística durante la última década, subrayan ambos médicos, es la posibilidad que tienen de realizar estos tratamientos las mujeres solteras y las mujeres homosexuales, algo que antes era impensado producto del rechazo que les dispensaba la comunidad.

Alfredo Elena y Manuela Lebrero, médicos de uno de los centros de fertilidad que hay en la ciudad, durante la entrevista que puede verse completa en el canal de YouTube de LA CAPITAL.

“Las mujeres solteras antes no ingresaban a la consulta y hoy sí, y deciden hacer un tratamiento de fertilidad solas para buscar su hijo. Y también ocurre con las parejas de mujeres homosexuales, que también tienen cobertura por la ley, y entonces se animan más”, dice Elena.

En ese sentido, tanto el experimentado especialista como su colega Lebrero remarcan que también las conductas sociales modificadas por parte de las propias mujeres han provocado el incremento de las consultas pero, a la vez, mayores problemas para lograr su reproducción.

“Lo primero que afecta a las pacientes es la consulta o búsqueda tardía de un embarazo. La postergación de la maternidad ha hecho que mujeres de mayor edad, cuya calidad del óvulo ya no es tan buena y su reserva ovárica tampoco, encuentran que no pueden quedar embarazadas y empiezan a hacer tratamientos de fertilidad”, indica el médico.

Por su parte, debido a la actividad profesional que desarrolla y a su rol de mujer de 36 años, madre de una pequeña niña, Lebrero es palabra triplemente autorizada para abordar el tema: “Hoy en día la maternidad es una elección más consciente, no como antes que estaba como íntimamente relacionada a la validación de la mujer. Era un mandato, un símbolo de realización personal”, apunta. Y en igual sentido, cita que actualmente muchas de sus pares deciden priorizar el desarrollo laboral y personal, los viajes u otras iniciativas antes de pensar en procrear.

En esa línea, la médica caracteriza los beneficios que para este tipo de casos otorga la congelación de óvulos, que últimamente adquirió una alta repercusión porque muchas famosas han decidido experimentarlo y hacerlo público. “Es una gran estrategia y herramienta que nos permite a las mujeres poder pensar cuando realmente queremos ser madres, respetando nuestras decisiones de vida, a nuestros ritmos y sobre todo cada proyecto individual. Porque hoy la maternidad forma parte de un montón de otros deseos y proyectos que tiene la mujer”, sostiene.

En tanto, Elena manifiesta que “un poco más del 65% de las consultas son de mujeres mayores de 38 años” y expresa que muchas de ellas, cuando se enfrentan a las dificultades para quedar embarazadas, le preguntan “¿por qué antes no había este problema y ahora sí?”. “Y lo que pasó es que antes tenían a sus hijos entre los 20 y los 24 años. Y ahora los vienen a buscar a los 38, 40, 42, 45… Lo único que no cambió acá fue la biología, la reserva ovárica siempre está bien marcada con la edad”, contesta el doctor.

Y sentencia: “La calidad de vida se ha prolongado, y entonces no se reconocen al espejo con la edad. Una mujer 50 años es una mujer bonita, atractiva, pero no lo reconocés en la parte biológica. Entonces, suele pasar que vienen vernos pacientes de 40 o 45 años para querer congelar óvulos diciendo que están bárbaras… Y están bárbaras. Psicológicamente, físicamente, están perfectas, pero lamentablemente el ovario no acompaña a eso”.

Estrés, pandemia, telemedicina y la IA

Consultados acerca de si el estrés que provocan las rutinas aceleradas que impone la actualidad pueden volverse una causa de infertilidad en determinadas mujeres, ambos médicos responden negativamente. “No está demostrado, pero forma parte de un todo: los malos hábitos, una pérdida en la calidad de sueño, una dieta deficiente también son un descuido de la fertilidad que, sumados a otros factores, sin dudas van a ser un palo más en la rueda para lograr el embarazo”, afirma Lebrero.

Respecto de cuánto influyó la pandemia del Covid-19 en su actividad, Elena menciona que no existió un aumento de consultas pero sí del ejercicio de la telemedicina. “Mar del Plata trabaja con toda la zona. Nosotros tenemos derivaciones desde Bahía Blanca hasta Bolívar, y para adentro Azul, Olavarría… Cuando terminó la pandemia, que era la excusa por la cual habíamos empezado a hacer videollamadas, seguimos y aumentó mucho la teleconsulta. Tengo pacientes desde Estados Unidos, por ejemplo… Tres marplatenses que viven allá y que vinieron a congelar óvulos y se volvieron”, cuenta Elena.

A la vez, también adelanta que junto a su equipo comenzaron a trabajar con Inteligencia Artificial (IA). “Es importante porque uno puede sacarle fotos a los embriones e ir viendo cómo se va formando y cómo va dividiendo sus células. Eso se puede mandar a una base de datos de IA, donde te va a decir cuál tiene más chance de implantarse”, asegura.

Por último, ambos médicos revelan el que consideran que es el secreto para que los pacientes no se sientan clientes y su actividad, si bien es evidentemente comercial, no se vuelva mercantilista. “Uno, primero, lo que no tiene que hacer es mentir. Segundo, hay que contar todo lo que puede pasar. Y el otro secreto que nosotros tenemos es la empatía”, expresa Elena. Acto seguido, Lebrero complementa a su vez esas declaraciones con su propia conclusión: “Una de las prioridades es establecer un buen vínculo con mis pacientes. Entrar a un centro de fertilidad, siempre lo decimos, no es salir al año con un bebé en brazos. Conlleva una serie de emociones nada agradables… Y por eso es tan grande la gratificación que sentimos cuando se logra”.

Te puede interesar

Cargando...
Cargando...
Cargando...