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La noche de los Acosta

El sábado habrá boxeo del bueno en GAP. “Siru” (38) combatirá por el título latino OMB de los mediopesados. Y sus tres hijos -Franco (20), Rubén Jr. (19) y Armando (17)-, a quienes él mismo entrena, integrarán la programación de amateurs.

Rubén Acosta buscará cerca de la medianoche del sábado el sexto título de su carrera. El púgil radicado en Mar del Plata combatirá, a diez rounds, con Rodolfo “Poroto” Juárez por el título latino vacante de los mediopesados de la Organización Mundial de Boxeo en la pelea de fondo de un festival que se realizará en GAP (Constitución 5780), organizado por Juan Inza, con Mario Margossian como promotor y con televisación de TyC Sports hacia todo el país.

La velada incluye cinco atractivos combates de semifondo. El platense Ezequiel Maderna, uno de los dos boxeadores que venció (lo hizo en dos ocasiones) a Acosta dentro del país, protagonizará el combate de semifondo más atractivo. Y también se presentarán cuatro profesionales marplatenses: será la tercera presentación de Matías Leiva, la segunda de Leonel Leiva (hijo de César Leiva), el debut de Brian Leiva (hermano de Matías e hijo de Walter Leiva, su entrenador) y la segunda presentación de Gonzalo Manríquez. Todos ante rivales a confirmar

Como si la presencia local no fuera ya importante, la noche de boxeo tendrá el atractivo de la presentación de los tres hijos de “Siru” Acosta: Franco (20 años), con récord de 15-1-1; Rubén Junior (19), 10-0-0; y Armando (17), 2-0-1. No hay muchos antecedentes de un padre protagonista de una pelea de fondo que comparta programación con sus tres hijos. La noche de GAP, incuestionablemente, presenta muchos atractivos. Pero tranquilamente podría presentarse como “la noche de los Acosta”.

 

Una relación muy especial

 

La familia Acosta respira boxeo. “Siru” entrena a sus tres hijos. Afable y extrovertido, adentro del gimnasio puede ser muy rígido. Y con Franco, Rubén y Armando no hay diferencias.

“Es complicado entrenarlos. Franco, el mayor, empezó conmigo y después, por una cuestión de carácter, se fue al gimnasio Talcahuano, de mi amigo Daniel Andino, que es un gran formador de jóvenes. Después volvió…Se confunden los roles de padre-hijo y entrenador-alumno. Casi siempre nos volvemos a casa discutiendo”, cuenta “Siru” la particular convivencia con sus hijos en el Squat Gym.

Franco, el mayor, lo testifica. “Primero me decía que no tenía huevos para pelear. Pasó que mi primera pelea de amateur yo mismo la tiré abajo por temas personales relacionados con la escuela. Cuando le dije que por fin iba a pelear se le mezclaron un poco los sentimientos. Siempre me apoyó en mi decisión”, sostiene.

“Es que yo prefiero toda la vida que estén en el gimnasio y no en la calle o en cualquier otro lugar. Me encanta que hagan deporte, no tiene precio”, apunta “Siru”.

“El deporte muchas veces te aleja de la familia y ahora estamos todos los días tres o cuatro horas juntos. Es hermoso. Más allá de los enojos, de que por ahí los chicos salgan del gimnasio y no me hablen. Pero adentro soy el entrenador y se hace lo que yo digo y a mi manera”, completa.

“A veces hemos estado días enteros sin hablarnos. Es bravo el viejo”, tira Junior.

“Los chicos le ponen las horas que tienen que ponerle, más allá de que yo siempre pido más porque veo que tienen potencial. Pero, a veces, no me hacen caso, se piensan que son los dueños de la verdad, que las saben todas. Ahí me enojo mucho”, explica Siru.”A mí me habrá echado ya unas diez veces del gimnasio por contestarle mal”, acota Franco.

Daniel Andino fue de alguna manera la válvula de escape de la familia. Franco fue a entrenar a su gimnasio y Junior y Armando directamente empezaron con él. Aunque todos terminaron regresando junto al padre.

“Es que es muy dfícil para mí. Chocamos con los tres, todos tienen su carácter. Ojo, a su edad, yo era peor. Estuve siete meses sin hablarle a Ever Agüero, al que le debo todo. Hoy está enfermo pobre…Me decía: ‘Cuando vos te des cuenta de lo que sos, espero que no sea tarde’. Me llegué a ir llorando del gimnasio. Hoy hay otros métodos para trabajar. Pero al gimnasio se va a sufrir. Y después te terminás divirtiendo en el ring. Cuando me divertía en el gimnasio, después sufría arriba. Pero cuando en el gimnasio la pasaba mal, arriba se notaba la diferencia, sobre todo en la confianza”, profundiza Siru.

“Y no cortamos nunca. No hay día que me vaya del gimnasio enteramente satisfecho. Siempre algo falta. Se habla todo el día de boxeo en casa. Mi mujer y mi hija Nair aguantan mucho. Sobre todo mi esposa. Es bravo aguantarme a mí y a mis tres hijos -que además no son suyos-, lavar cuatro mudas de ropa todos los días…Macarena es un sol, le tengo que agradecer todos los días de mi vida. Pero el boxeo sigue presente en todo momento. Cuando nos ponemos todos a ver alguna pelea por televisión, peor todavía porque me pongo en crìtico. Pasa que yo veo que los chicos tienen un buen pasar. No tiran manteca al techo, ojo, pero comen cuatro veces por dia. Y a veces no veo que se sacrifiquen demasiado por una meta. Tienen todo en la mesa, pero no quiero que pasen lo que yo o lo que el “Rata” Leiva. Se tienen que sacrificar. De lo contrario, deberían dedicarse a otra cosa”, refleja su exigencia.

 

Bajo la lupa

 

“Siru” Acosta hizo un rápido análisis de qué tienen y qué les falta a sus tres hijos.

“Franco tiene buena estampa y un lindo boxeo. A veces estilista, por momentos fajador. Le falta bronca, agresividad. Con un cachito de bronca, hay Franco para mucho. Y pelea por pelea mejora un puntito, marca algo diferente. Pero a él le exijo el doble”, define al mayor.

“Armando tiene un estilo raro, es lindo para ver. Le falta experiencia, sólo tiene tres peleas. Creo que va andar muy bien. Aparte es zurdo. No hace mucho me dijeron a mí que tenía la chance de una pelea con un zurdo y no quise ir…Las tres veces que enfrenté a zurdos me mataron.

No sabía de dónde venían los goles, si me estaba pegando el rival o el referí, ja, ja, ja”, cuenta sobre el menor.

Rubén, el mediano, no sólo lleva el mismo nombre de su padre. También es el que boxísticamente más se le parece.

“Junior tiene un estilo un poco pandillero, no sabría cómo describirlo. Llevado al ring, le da resultados, ganó sus diez peleas…Pero con Martín Aiello no lo podemos acomodar. Es el más aguerrido de los tres. Tira los golpes con odio, pero le falta línea boxística. A los zapallazos gana las peleas. Me hace acordar a mí cuando empecé. Un día Néstor Gambini me dijo que no parecía boxeador, que no caminaba como boxeador, ni pegaba como boxeador. ‘Pero venís ganando, seguí así’, remató. Me hizo mucha gracia. Siempre lo recuerdo”, puntualizó.

 

Pensando en el retiro

 

Acosta camina hacia el entrenador. Pero todavía no se sacó los guantes. Y tiene una nueva pelea por delante. “Ojalá pueda ganar mi sexto título -fue campeón Mundo Hispano mediano, argentino, sudamericano y latino de los supermedianos y ahora sudamericano mediopesado-, que no es poco. Si gano -y lo voy a hacer-, quedo entre los cuarenta mejores del mundo, y tengo la chance de volver a hacer otra pelea en el exterior. Y si sale bien esta noche, habrá más buenas noches para los boxeadores marplatenses. Un camino que empezamos a transitar hace tiempo con “Melena” Sorbello. Espero no fallarle a Juan Inza que creyó en mí y en los boxeadores de Mar del Plata. Tengo todavía la aspiración de defender mi título sudamericano en la ciudad”, aseguró Siru.

“No sé si hay antecedentes de la presentación de tres hijos anteriores a la del padre fondista. Va a ser algo muy especial para mí. Ya llevo dieciocho años como boxeador. Debuté el 19 de setiembre de 1999. El 19 de setiembre de 2019 cuelgo los guantes. Todavía corro mis diez kilómetros todos los días. Guantear contra los chicos se me complica porque tiran fuerte, pero me siento muy feliz”, finalizó.

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