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Opinión 10 de julio de 2016

Selección: la confusión está clarísima

por Walter Vargas

Alejado por h o por b el Tata Martino, el entrenador que estaba llamado a dotar a la Selección de las virtudes al parecer ausente en el ciclo de Alejandro Sabella, nostálgicos los más enfáticos admiradores de Sabella y su presunto abecé bilardiano, vacía la silla, vacía la AFA y escasas las ideas, todo se ha vuelto igual de brumoso y carnavalesco que hace medio siglo.

Más o menos que antes de la era de César Luis Menotti, de quien podrán discutirse unas cuantas cosas, incluso algunas que su club de fans da por sagradas, pero jamás que estableció un antes y después virtuoso.

Fue Menotti, ningún otro, quien pergeñó y ejecutó un cronograma capaz de convertir en un hecho contante y sonante aquello que durante décadas fue un mero y redundante slogan de ocasión: “La Selección es prioridad número 1”.

No se trata, conste, de trazar una fatigosa cronología de todo lo vinculado con la Selección desde el 74 hasta hoy, tampoco hace falta: a despecho de errores, de volantazos contradictorios, de pasos en falso, de venturas o desventuras deportivas, persistió un mínimo, vital y móvil de, digámoslo así, seriedad.

Hoy, en cambio, la AFA se revela como la estación terminal de lo circense y desde esa patética vereda no sólo se vuelve imposible colegir un destino claro para la Selección, también se ensancha el de por sí ancho mundo de los postulantes al cargo y el de las opiniones de los futboleros, estén ligados al medio o no.

Todas las verdades, hasta las que habían sacado patente de irrefutables, andan en libertad condicional, o desnudas y sin documentos.

A lo máximo se nos dispensa el derecho de recorrer el espinel y jugar un poco.

Por razones que huelga subrayar descartemos a los próceres Bilardo y Menotti (los dos de 77 años), también a Carlos Timoteo Griguol (82 abriles) y a otros insignes ya retirados: Coco Basile, el Bambino Veira y Carlos Bianchi, cuyo tren pasó un par de veces y no se subió.

Descartemos también a Héctor Cúper (hoy en la selección de Egipto), a José Pekerman (hoy en la selección de Colombia), a Juan Antonio Pizzi (hoy en la selección de Chile), a Ricardo Gareca (hoy en la selección de Perú), a Daniel Passarella, a su compadre Sabella (hoy de salud quebradiza) y a otros dos de la gloriosa 86, la que el Doctor que ya sabemos pide a los gritos: Diego Maradona y el Checho Batista, que ya estuvieron con siembra y cosecha de la que más nos vale salir rápido.

En ese contexto, ¿cuáles serían los directores técnicos argentinos de mayor prestigio acumulado?

Hasta donde sabemos, el Cholo Simeone, pese a la repulsa que genera en los propietarios del buen gusto, y Marcelo Bielsa, pese a la deuda eterna que algunos machacan en cobrarle por el tristemente célebre Waterloo del Mundial 2002.

Fuera de Simeone y Bielsa, sobremanera el Cholo, que desde luego no dan garantías, en principio por la sencilla razón de que no hubo, no hay ni habrá un DT que dé garantías de éxito, se agrupan cuatro que con diferencias generacionales, de idearios futboleros, de aceptación popular o lo que fuere, disponen de nombres susceptibles de ser tirados sobre la mesa sin que suene a disparate.

En orden impreciso, Jorge Sampaoli (flamante DT del Sevilla), Mauricio Pochettino (espléndido su trabajo en la Premier League), Edgardo Bauza y Marcelo Gallardo, pese a la desdibujada imagen que ha dado da de un tiempo a esta parte.

Y tal vez un quinto, como Guillermo Barros Schelotto; y tal vez un sexto, joven también, de buen paso por Chile y España y con evolución por verse, como Eduardo Berizzo, el Toto Berizzo.

Hay quienes asimismo rompen lanzas por Ramón Díaz, los hay quienes proponen a Antonio Mohamed, no faltan quienes ya ven maduros a Jorge Almirón y Diego Cocca y tampoco quienes toman distancia de las humoradas a las que se presta en los programas de televisión y juran que Ricardo Caruso Lombardi sería una alternativa potable.

La verdad es que Caruso Lombardi sería el DT ideal para la Selección Nacional de la AFA de hoy mismo: un providencial encastre de guión y personajes de sainetes.

Pero dadas las circunstancias, y con la AFA, el fútbol argentino en sí y la Selección en medio de un diluvio sin Noé a la vista, la única noticia grata nos la regala el almanaque: el par de meses que faltan para la próxima fecha de las Eliminatorias.

Y Alberto Olmedo agregaría: ¡Eramos tan pobres!

(*): Télam.