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Deportes 1 de septiembre de 2016

Sin comunicación

Messi, con un par de lujos y repentizaciones, fue de lo mejor de Argentina ante Uruguay.

Por Vito Amalfitano
Desde Mendoza

En el vuelo que partió 5.55 de la mañana desde Aeroparque no se percibió precisamente clima de clásico. Pero si, entre los viajantes frecuentes entre Capital Federal y Mendoza, se destacaron algunos aficionados argentinos al fútbol, que se trasladaron especialmente para el partido y en particular un par de decenas de hinchas uruguayos sí identificados con la clásica camiseta celeste.

En Mendoza nos recibió el frío más crudo del final del invierno. Tanto que se destaca por estas horas que se mantienen los caudales necesarios de nieve y que eso le da a la región un “balance positivo” de la temporada turística. “Hicimos un esfuerzo grande para tratar de mantener los precios bajos, algunos estuvieron iguales que el año pasado”, destacó Eduardo Soler, de Los Puquios, que funcionó, dicen, tan bien como Los Penitentes y Las Leñas. Ahí hay que poner atención y mirarse en el espejo desde Mar del Plata con vistas a la temporada de verano, que tanto preocupa justamente por la creciente inflación.

El frío, al cabo, se sintió también a la hora del partido a la vera del Cerro La Gloria, en el Malvinas Argentinas. Pero allí la temperatura ambiente se matizó sí con un clima de clásico. La Selección en el interior genera otra corriente afectiva. Y el estadio estalló cuando el plantel salió a hacer el calentamiento precompetitivo a las 8 menos diez de la noche. El grito “Messi/Messi” afloró desde ese momento con mucha fuerza.

Que la respuesta en el interior sea mejor para la Selección no significa que haya que aceptar todo a sobre cerrado. Se dice que este estadio, o el Mario Alberto Kempes, mejoraron las normas internacionales para estar por sobre el Minella, para poder albergar un partido de Mundial, como es un un cotejo de eliminatorias. Y es cierto, que para los accesos, para la llegada de los micros de las delegaciones, se han generado las facilidades necesarias. Pero es inconcebible que para un partido de Copa del Mundo no solo no funcione el wi-fi sino ni siquiera las comunicaciones convencionales. Un estadio casi aislado hacia el exterior. Un contraste muy grande con respecto a lo que vivimos hace pocos días en los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro, y aun máx extremo con el internet a la velocidad de la luz de la Copa Amèrica de Estados Unidos. No podíamos pretender eso, pero un estadio incomunicado no puede ser sede de un partido de Mundial.

Tan desconectados como estuvimos afuera, estuvieron los jugadores adentro. Aunque esa otra incomunicación, con una Selección demasiado desmembrada, sin un enlace, la quebraron un par de lujos y repentizaciones de Messi y un rebote que él mismo provocó. Y ahí, con un triunfo tan valioso, en un partido “chivo”, apareció una linea directa hacia Rusia.



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