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Arte y Espectáculos 6 de agosto de 2020

Sobre la provocación en el arte: repercusiones de la instalación “El último refugio”

Se la puede ver en Silencio Dispositivo Sonoro. Es una obra que no solo alude a las personas que viven en la calle.

Algunos vecinos llamaron a la policía. Otros tocaron el timbre de la propietaria para avisarle de la “usurpación”. Algunos también ofrecieron ayuda a “la persona” en cuestión. Muchos se solidarizaron o se sensibilizaron.

Diversas reacciones generó la instalación “El último refugio”, del artista plástico Claudio Roveda, que se expone en Silencio Dispostivo Sonoro. Se trata de un original espacio ubicado en Brandsen 3532, en Mar del Plata.

“El último refugio” es una instalación provocativa, que muestra a una persona (un muñeco, en realidad) adentro de una caja. Alude a las personas que viven y duermen en la calle, tapadas con cajas para soportar el frío del invierno o de la noche. Pero no es el único sentido de la pieza, que reinició el ciclo de exposiciones en Silencio.

Las fuertes repercusiones en el barrio La Perla obligaron a que los gestores culturales del espacio de arte (Camila Sánchez y Facundo Pereyra) colgaran un cartel que avisa: “Debido a las dudas que genera la escena de la vidriera informamos que la persona que se observa no es real”.

La muestra puede visitarse hasta el 16 de agosto y no supone riesgo en estos tiempos de cuarentena: se la puede ver desde la vereda del espacio, afuera, ya que Silencio es básicamente una vidriera cuyas obras se ven desde la calle. Y, además, ofrece la posibilidad de llevar auriculares para escuchar la parte sonora de la obra.

“La obra tiene un nivel de realismo importante”, dijo Roveda, quien suele ser un artista ecléctico, porque sus trabajos raramente encuentren un parecido entre unos y otros.

“No esperaba tanta difusión, tanto revuelo -siguió el autor- porque las personas de la calle están naturalizadas, y que se haya generado tanto interés por ver qué era éso” no estaba dentro de las repercusiones. Roveda llamó a su personaje Juan y lo ubicó en el extremo de la vulnerabilidad social.

Cabe señalar que el audio de la obra completa la interpretación. “Es un texto mío, no estoy hablando de un indigente sino del último refugio que podemos tener nosotros, es aquello que nos falta para vivir plenamente, hablo de que somos todos indigentes, que carecemos de algo”, explicó Roveda.

Y contó que la pieza también es autorreferencial, al tiempo que busca reflexionar sobre aquellos refugios personales. “No quiero que sea un golpe bajo, tampoco busco que sea una obra de arte”, disparó.

Un fragmento del texto escrito por Roveda, que él mismo transformó en un audio y que se puede escuchar en Silencio, asegura: “Se puede ser indigente de amor, de respeto, de salud, de solidaridad y de tantas cosas más y lo digo por su significado tan contundente, dejo que vos lo busques, cuantas veces teniendo mucho buscamos refugios que en apariencias son frágiles, miro a Juan y soy yo, con mis miedos y mis angustias, con los años que devoran todo. Tranquilos, no es una obra de arte, es una oportunidad para pensar”.



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