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Deportes 25 de abril de 2016

Son decisiones

Por Vito Amalfitano

Uno quiere creer que algunas de las “investigadoras” seriales de Argentina, paladines de la “anticorrupción”, seguramente habrán tomado nota. Sobre todo las que se dicen que trabajan como “hormiguitas” y que siempre se preocuparon por los fondos del Estado destinados al Fútbol para Todos.
El FpT como tal está feneciendo. Ya no todos los partidos de Boca y River se ven por televisión abierta en Mar del Plata, por ejemplo. Cuando sus encuentros le tocan a América, los encuentros sólo se ven por cable o por TDA que, cabe aclararlo, aunque sea un sistema gratuito, no lo tienen todos.
Pero el FpT todavía lo mantiene el Estado en un 90%. Con una evidente diferencia. Ahora el negocio es todo de privados. De canales que tienen los partidos de los grandes y que no sólo publicitan sus programas en los entretiempos, almuerzos o “Morfi”, sino que también ponen avisos a discreción, y ya no hay ninguno que advierta sobre los cuidados para el dengue o de los teléfonos para llamar por violencia de género. Aparte de que los entretiempos en Argentina, otra vez, vuelven a durar más de 15 minutos (18 ayer en el Boca-River de ayer).
Pero lo más extraño, y que es tema nuevo para las “hormiguitas”, se registra a la hora de los superclásicos. Que los privados hayan sido “invitados” al fútbol y que el público tenga opciones es una decisión. Que se queden con todo con un aporte de un 10%, es también una decisión, aunque rara. Pero mucho más llamativo es que en dos meses dos River-Boca, Boca-River, los tengan tres canales privados y no los tenga la TV Pública que, valga la redundancia, es un bien público del Estado. Y los 1.800 millones de pesos los pone el Estado.
Que la TV Pública tuviera dos o más veces al año un Superclásico le significaba más de 30 puntos de rating en cada una de esas oportunidades (ayer, entre otros 3 canales, se repartieron más de 39 puntos). Y después tener a Boca y River alternativamente cada fin de semana le daba a Canal 7 de 12 a 15 puntos de rating más por cada uno de esos encuentros. Eso redundaba en una suba del promedio del rating mensual. Cada uno de esos puntos, en el negocio de la televisión, significa un valor más caro del segundo de publicidad para vender en esos canales. Aun sin publicidad privada en los partidos, la TV Pública recuperaba, indirectamente, mucho dinero, al contar con Boca y River, y con el Superclásico.
Bajarle el precio a los bienes del Estado es también una decisión (que en los 90 tuvo un objetivo preciso). Y determina para quién se juegan los partidos.



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