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El Mundo 2 de febrero de 2020

Stiglitz reclama un “nuevo contrato social” para acabar con la desigualdad

El economista abogó por una agenda global que incluya reformas de los mercados, tumbar los monopolios y restringir la competencia desleal, así como la creación de políticas progresistas de impuestos y gastos.

Joseph Stiglitz. Foto: EFE | Ricardo Maldonado Rozo.

por Jorge Gil Angel

CARTAGENA, Colombia.- El Nobel de Economía Joseph Stiglitz asegura en una entrevista con EFE que el mundo necesita “un nuevo contrato social” que busque un equilibrio entre el mercado, el Estado y la sociedad para acabar con la desigualdad y las protestas, bajo la advertencia de que la extrema derecha “no funciona”.

En el Hay Festival de Cartagena de Indias, en Colombia, donde presentó su libro “Capitalismo Progresista“, el estadounidense también advierte de la necesidad de una agenda global que incluya reformas de los mercados, tumbar los monopolios y restringir la competencia desleal, así como la creación de políticas progresistas de impuestos y gastos.

Stiglitz augura un fracaso en la agenda económica de Donald Trump porque cree que ni el presidente estadounidense ni su equipo “entienden la economía”. “Otros cuatro años lo empeorarían aún más”, apunta sobre las elecciones de noviembre en las que el mandatario buscará la reelección.

– ¿Es optimista con los cambios que pueden traer las multitudinarias protestas ciudadanas?

– Soy optimista frente al cambio, es una inundación en países como Chile. Cuando miraba los datos de Chile, el nivel de desigualdad era tan alto que me sorprendía que no hubiese más disturbios civiles. Ahora tenemos los disturbios y va a haber una verdadera revisión de la Constitución.

Hay un comienzo real de reconocimiento de que hay un problema. En Chile buscaron la solución de los “Chicago Boys”, y les funcionó. Ahora solo con ese reconocimiento van a comenzar a pensar. ¿Cuáles son los marcos económicos alternativos? Soy optimista. América Latina a veces se desvía de un extremo de los fundamentalistas del mercado al otro extremo y lo que espero es que entendamos que la extrema derecha no funciona, es más fácil dirigir desde un rumbo intermedio.

– Fallaron el neoliberalismo y el socialismo. Hoy la desigualdad es el motor que impulsa las protestas. ¿Cuál es el modelo que usted propone?

– Lo que estoy argumentando en mi libro “Capitalismo Progresista” es que necesitamos un nuevo contrato social; un nuevo equilibrio entre el mercado, el Estado y la sociedad civil, y una ecología de instituciones más rica, incluidas organizaciones sin ánimo de lucro, cooperativas.

El problema del neoliberalismo era que argumentaba que el mercado sin restricciones era la solución y decía: no se preocupe por la moral, no se preocupe por la explotación, sólo déjelo en manos del mercado; y eso no funcionó.

– Insisto, las desigualdades siguen creciendo y el efecto está en las calles ¿Cuál es la clave para cerrar esa brecha?

– Nunca ha habido una bala de plata para algo que ha estado sucediendo durante 40 años, incluso desde hace mucho más tiempo, y en el caso de América Latina aún más, desde el período colonial.

La respuesta es una agenda completa que incluya reformar los mercados, reformar las reglas del juego, tumbar los monopolios, poner más restricciones al comportamiento anticompetitivo, fortalecer el poder de negociación laboral, reformar el gobierno corporativo.

Y luego tenemos que tener políticas progresistas de impuestos y gastos. Debemos tener programas para asegurarnos de que todos satisfagan sus necesidades básicas para una vida decente, especialmente en países como Estados Unidos donde somos lo suficientemente ricos como para asegurarles a todos una vida decente si solo quisiéramos.

Otro aspecto realmente importante es que tenemos que lidiar con el problema del cambio climático: el mundo está amenazado, no es solo una crisis de desigualdad, es una crisis climática y si no lo hacemos nuestro mundo no va a ser habitable o vamos a gastar enormes cantidades de dinero en respuesta al cambio climático. Sin embargo, el presidente de los Estados Unidos lo niega; el resto del mundo no puede negarlo, tiene que ser parte de una economía reformada.

– ¿Y entonces por qué llegan al poder personajes como Trump o Bolsonaro?

– Creo que tiene mucho que ver con el fracaso del neoliberalismo para cumplir sus promesas. Hay un gran descontento de la gente. Las élites prometen que la globalización y todas estas cosas resultarían en un mejor nivel de vida, y eso no ha sucedido.

Así, creo que es totalmente comprensible que haya un sentimiento “antiestablecimiento” en muchos países de todo el mundo. Lo triste es que estos tipos van a empeorar aún más y creo que lo único que podemos hacer es conectarnos, seguir explicando por qué las políticas de Bolsonaro y Trump no van a funcionar, demostrar que no están funcionando.

– ¿Cuál es el alcance real que ha tenido la guerra comercial entre Estados Unidos y China en el resto de países?

– Está muy claro que la guerra comercial de Trump ha agregado un alto nivel de incertidumbre en el panorama económico mundial y que a las empresas no les gusta la incertidumbre.

Este tipo de incertidumbre es particularmente destructiva porque una de las grandes decisiones que toma una empresa al invertir es preguntarse dónde lo hará. Puede hacerlo en Vietnam, China y Estados Unidos, pero si estamos en un mundo en guerra comercial, si hace la inversión en un país u otro, la barrera aumenta, pierde mucho dinero.

– ¿Por qué cree que la agenda económica de Trump va a fracasar?

– Creo que la agenda económica de Trump fallará porque Trump y su equipo económico no entienden la economía. Tomemos un tema del proteccionismo, los acuerdos comerciales. Dijo que lo más importante es bajar el déficit comercial. Los déficits comerciales multilaterales están determinados por factores macroeconómicos: la disparidad entre el ahorro agregado y el ahorro promedio interno es la equidad interna. Y sus políticas, incluida la ley de impuestos de diciembre de 2017, redujeron los ahorros del gobierno, crearon un déficit de un billón de dólares y, por lo tanto, aumentaron estos desequilibrios macroeconómicos y previsiblemente el déficit comercial, exactamente lo que predije.

Mientras tanto, no ha hecho las inversiones en atención médica para que millones de estadounidenses tengan acceso. Si no tiene una población saludable no tiene una población productiva, las desigualdades han aumentado, el crecimiento y la creación de empleo son más bajos que con Obama. Puedo decir que ya es un fracaso. Y el problema es que otros cuatro años lo empeorarían aún más.

EFE