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La Ciudad 24 de junio de 2018

Tender redes para la memoria

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por Mila Cañón, Marianela Valdivia y Rocío Malacarne

Porque creemos que los adultos comprometidos con la palabra desde lo social y lo cultural pueden fortalecer los espacios de construcción de sentido y promoción de los sujetos para contribuir en la conformación de la subjetividad de quienes están creciendo. Porque creemos que la Universidad Nacional de Mar del Plata es parte de ese cuerpo de sujetos que debería sentirse interpelado por estas demandas y aportar con acciones concretas de extensión y transferencia, quienes conformamos la ONG Jitanjáfora, hace casi 20 años, y a su vez somos parte activa de la Universidad o de otros ámbitos educativos, preocupados y ocupados por la educación, la didáctica, la literatura para niños y jóvenes y la lectura no sólo trabajamos en el ámbito académico, la extensión y la investigación sino también desde el trabajo voluntario.

Cuando en 1999 elegimos como nombre para nuestro grupo “Jitanjáfora. Redes sociales para la promoción de la lectura y la escritura”, el concepto de “red social” no estaba teñido del barniz tecnológico que presenta hoy. Cuando optamos por esos términos, pensábamos en tejer redes entre instituciones que se sintieran interpeladas por los mismos desafíos. La llamamos “redes sociales” porque creemos que la experiencia de la lectura es subjetiva y subjetivante, a la vez que profundamente social.

El convenio por el cual la Facultad de Humanidades, de la Universidad Nacional de Mar del Plata y la Asociación Civil Jitanjáfora, Redes Sociales para la lectura y la escritura es parte del desafío, implica una articulación de sus tareas, teniendo las prácticas de la lectura y enseñanza como centro de dicha articulación, incluyendo intervenciones en el medio, circulación del acervo documental de la ONG, incluido en la Biblioteca de Irulana y cooperación en actividades de formación.

Seguimos tendiendo redes, convencidos de que vale la pena soñar y luchar por la literatura, la lectura y la escritura. Una de las acciones realizadas para seguir tejiendo sentidos y acciones durante el primer cuatrimestre de 2017, en torno al 24 de marzo, Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia, fue la gestión de un proyecto de capacitación de mediadores, Bibliotecarios escolares de la ciudad y la zona, en red con el Cendie -Centro de Documentación e Información Educativa – y el colectivo Faro de la memoria, en Mar del Plata.

Un grupo de ocho capacitadores de Jitanjáfora– Carola Hermida, Elena Stapich, Marianela Valdivia, Rocío Malacarne, Josefina Méndez, Melina López de Ipiña, Florencia Fagnani y Mila Cañón- recorrió siete sedes para trabajar con el taller “Todos los no”, para coordinar una actividad de lectura en torno a la palabra, a la historia, a la LPN (literatura para niños). A partir de la necesidad de accionar concretamente sobre la memoria, organizamos y diseñamos un encuentro que fuera capaz de poner en cuestión las formas en que el discurso literario se entrecruza con la historia de un país y, además, por formar parte del pasado reciente, con las historias de cada participante.

El encuentro con los bibliotecarios supuso la gestión de distintas etapas: selección de libros, taller, difusión de material entre los asistentes y elaboración de conclusiones. El corpus seleccionado incluía libros de LPN censurados durante la última dictadura –La torre de cubos, de Devetach, Un elefante ocupa mucho espacio, de Bornemann, por citar algunos-, otros actuales que recuperaban la dictadura –Manuela en el umbral, de Pérez Sabbi,

El mar y la serpiente, de Bombara, entre otros- y bibliografía teórica –Libros que muerden, de Pesclevi, Un golpe a los libros, de Gociol, El golpe y los chicos, de Montes, por ejemplo. Además, acompañaban la selección decretos de prohibición, diarios de 1976, material audiovisual, entre otros soportes. Estos estuvieron a disposición durante el taller y, luego, formaron parte de un documento digital difundido entre los asistentes. Durante el taller se leyó parte de ese corpus, se dialogó acerca de la experiencia de los bibliotecarios en torno a la Memoria y la Biblioteca Escolar y se pensaron formas necesarias de instaurar y sostener entre los estudiantes prácticas para leer y releer la última dictadura argentina.

“Y siempre quedarán lecturas por hacer, tapiz por tejer y destejer”, como dice Graciela Montes, por eso continuamos en la tarea, seguimos tendiendo redes.

(*): Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Mar del Plata. Departamento de Ciencia de la Información.



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