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“Tenet”, la trama de espías y cruces temporales que invita a volver a las salas

Christopher Nolan es un férreo defensor de las salas de cine y su nuevo filme de espías “Tenet”, basado en un intrincado cruce temporal, es una buena excusa para, respetando los protocolos vigentes, regresar a los cines.

Sin embargo, no se trata de las mejores obras del director de “Memento” o “El origen”, pese a que guarda relación con la filmografía de un director que supo crear tanques cinematográficos con impronta propia.

El Protagonista (nombre del personaje encarnado por John David Washington) es un espía. No más que eso, aunque luego de una misión en Ucrania es reclutado para un trabajo ultrasecreto del que, según dicen, “nadie que lo conozca puede quedar vivo”.

A esa nueva misión llega gracias a que genera “confianza” y ha demostrado “lealtad”, dos conceptos que serán usados por todos los personajes a lo largo de las dos horas y media del filme, aunque sin ser explotados a fondo.

Desde el principio la trama se muestra compleja. El objetivo de El Protagonista es el de evitar que “alguien en el futuro” se haga con la tecnología para viajar en el tiempo con armas “invertidas”. Esto es: cualquier objeto o ser vivo que sea ingresado a una máquina puede viajar en el tiempo, pero sus movimientos irán para atrás, lo que lo convierte en algo impredecible.

El ejemplo que dan es el de la bala, la cual, incrustada en una pared sale de la misma e ingresa al arma.

Desde “Memento”, pasando por “El origen” e “Interestelar”, al director británico siempre le atrajo el uso del tiempo (al cual definió cómo lo más “equitativo” en la vida, porque a todos les pasa por igual) y para escribir sus guiones siempre realizó una investigación previa para que sus producciones tuvieran una base teórica científica.

En esta ocasión, el agente y físico nuclear Neill (un muy buen Robert Pattinson) es el encargado de explicar la teoría por la cual, con el material radiactivo plutonio-241 el magnate y traficantes de armas ruso Andrei Sator (Keneth Branagh) controla este proceso invertido en el tiempo.

El guion y los recursos

Pese a los pergaminos con los que llega Nolan, un presupuesto de 200 millones de dólares, locaciones en siete países y hasta el capricho de comprar un Boeing solo para hacerlo explotar, a “Tenet”, pareciera, le falta una reescritura de guion, algo un poco extraño teniendo en cuenta la obsesión que tiene este director por los detalles.

Uno de los puntos flojos de la historia es la motivación de El Protagonista. Primero, su impulso es el deber de salvar a su nación y al mundo, para luego ser el guardián de la infeliz esposa y el hijo del traficante ruso. Pero esto no está llevado a fondo. El personaje acepta los hechos que se le ponen enfrente sin ningún cuestionamiento y tiene sentimientos que se posan por encima de sus formación de soldado. Eso hace que por momentos Washington, con sólidas performances en filmes como “Infiltrado de KKKlan”, de Spike Lee, naufrague entre el espía y el pandillero.

A su vez, la motivación del villano, que se descubre llegando al final de la cinta, tampoco tiene fundamentos en la conformación del personaje.

Diferente es la aparición de Pattinson como Neil, quien guarda varios secretos sobre su presente, pasado y futuro, pero de una forma tan efectiva que su evolución en la película posee la naturalidad esperable.

Si bien “Tenet” no parece estar a la altura del director de la trilogía de Batman de “El Caballero de la Noche”, posee buenos recursos como la música a cargo del sueco Ludwig Göransson (que no hace extrañar a Hans Zimmer), una fotografía impactante, efectos especiales sutiles y acertados y el siempre deseado grano de fílmico en la pantalla, algo que sólo se puede apreciar en cine y que Nolan maneja con perfección.

“Tenet” llega a cines argentinos tras un accidentado paso por salas mundiales en plena pandemia de coronavirus. En septiembre pasado la publicación especializada Variety informó que la cinta había superado los 280 millones de dólares de recaudación en todo el mundo, dominando una taquilla moderada en Estados Unidos, con 3,4 millones de esa moneda en su cuarto fin de semana en cartelera.

Ni esos número ni las críticas acompañaron el estreno compartimentado de la que para Nolan es su “obra más ambiciosa”.

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