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Opinión 7 de febrero de 2019

Tita Merello y los Estrellas de Mar

Por Raúl “Bigote” Acosta

Este verano debería ser, acaso lo sea, uno de los mas felices de la señora Legrand. En la película “Los martes, orquídeas” comenzó su carrera y ese texto, ahora de teatro, se presenta en la temporada 2018/19 en la ciudad donde ella ha convertido a los almuerzos en un eje veraniego, como en el invierno un eje porteño que se extiende al país. Lo ideal sería su nieta, una bella niña, en el papel que ella hizo en el 1941, el de una bella niña. No fue así. Está en otros espectáculos teatrales. Que circuito de casualidades sería.

Las mediciones son injustas en algunos casos. La señora Legrand mide en el país y no en los aparatos porteños donde se registra audiencia. Además hay un fenómeno que es natural. Alguna vez la vimos y en algún punto todos almorzamos en esa mesa.

Ignoro la razón pero pienso en la señora Legrand y aparece Tita Merello. También el premio que adorna la ciudad desde que al Licenciado Luis Martínez Tecco se le ocurrió. Al inefable Lucho. En Rosario los premios deberían llamarse Monumento, en Buenos Aires Obelisco y en Mar del Plata, por ocurrencia de Lucho de éste modo: estrellas de mar.

Tita, el Edipo de la porteñidad, algo hubiese dicho sobre los premios, que siempre son mimos, algo hubiese dicho con lo que fue su sello, la inimputabilidad. Tita no se callaba nada. Vino desde tan lejos para meterse en el corazón popular que era inimputable desde el origen. Estaba hecha” a cortada y a diagonal”

Toda vez que pienso en una mujer que enfrentaba el día, la adversidad del día, pienso en Tita. Hay otras. La vida, en el Siglo XXI, se está llenando de luchadoras y eso es bueno. Hasta la señora Legrand puede medirse en términos de lucha. Luchar es vencer al tiempo.
Victoria Ocampo, Alicia Moreau, Evita y Tita conforman un equipazo que apuntó al corazón de la sociedad injusta: una mujer y un hombre tienen iguales derechos. Derechos y obligaciones. Desde sitios diferentes, cargando cada quien su pasado, esa es la lucha del siglo XX de estas mujeres, que es bandera triunfal del Siglo XXI.

En aquella “peli” estaba Zully Moreno, acaso la última diva de teléfono blanco. Estaba “la diputada, la compañera Rota” (Roth, con una doble carga tremenda, era judía, fue peronista activa, uff, demasiado duro) y andaría por allí Paloma Efrom enamorando a Olivari. Después cantaría un blues y después sería “Blackie”.


Una jovencísima “damita joven” fue esta señora de los almuerzos. Asombra la Legrand. Qué modo de re inventarse. Hoy es un referente social. Argumenta sobre la sociedad. Incide. Arbitra. Ha entendido el rol de los medios, su crecimiento. Tiene opinión sobre política como sobre arte y artistas. Es tan nacional.

Extraño a su contra figura. Tita también era nacional. No se si a la Legrand le harían obras teatrales parodiándola o enalteciéndola. De todo han hecho con Tita. Este año se sigue dando una obra que recorta trozos de su biografía.

Todos los años, desde que comenzó a venir en el verano, la Legrand reúne gente a la entrada y la salida de su sitio de comida, el set donde se desarrolla un hecho cultural que no se analizó correctamente todavía. Somos contemporáneos de un fenómeno de carácter mundial. Un programa con ése formato y esa influencia. El archivo pone a todos los políticos en el “plató”. Todos. A la edad de la Legrand, con la influencia de la Legrand, ni la “reina Madre” de algunas casas reales. El año 2.000 no nos encontró ni unidos ni dominados. Nos encontró reunidos alrededor de una mesa.

Pienso en Tita. La ubico como su contra cara. Así como Perón tiene a Borges como reverso de una exclusiva medalla argentina, nacional, y ambos abrevan en “el viejo Viscacha” y los griegos y orientales, así la Legrand, desde aquel pequeño pueblo y Tita, desde la nada, ocupan sitios imposibles de medir: Inconmensurables.

Cuando llega el momento de los premios, el Oscar, la concha de Oro, el Oso, los Grammy, los Martín Fierro, los Estrella de Mar, todos opinan y está bien. A favor y en contra, como debe ser. Enojos y alegrías. La vida es eso. Toda opinión pone en vida a un premio. Todo olvido lo lleva a la muerte. Todo premio es parte de una carrera comercial que es fácil entender. El premio atrae entradas, dicho en la jerga;”corta entradas”. El olvido las aleja. No es un cálculo de ciencias duras. Es opinión.

Tita explica todo

Otra vez Tita. En el 1926 estrena, en el Uruguay, su primer tango Discépolo. “Que vachaché” Hasta lo cantó Gardel. Tiempo después lo canta Tita. En su texto unos párrafos recuerdan el tema de las entradas, las publicidades y la fama…” Lo que hace falta es empacar mucha moneda, vender el alma, rifar el corazón…/…/ El verdadero amor se ahogó en la sopa: la panza es reina y el dinero Dios…/…/¿Qué culpa tengo si has piyao la vida en serio? Pasás de otario, morfás aire y no tenés colchón… ¿Qué vachaché? Hoy ya murió el criterio! Vale Jesús lo mismo que el ladrón…”

Sobre 1926 Discépolo sabía lo que hacia en sus retratos de la sociedad. Es una mujer que le canta a su pareja. Tita hace una versión que parece biográfica, tal vez lo fue. Se hubiese ganado una nominación a los estrellas de mar.

Donde verdaderamente Tita, la gran ausente del testimonio nacional sobre todas las cosas reaparece, es con los enojos de productores, periodistas, actores y personajes que hacen a la vida del espectáculo, la gran hoguera de las vanidades a la que refiere el autor yanqui, Tita vuelve en el tango de Canaro e Ivo Pelay, que lo cante quien lo cante refiere a Tita en la memoria colectiva, del mismo modo que los almuerzos refieren a la Legrand y nadie se atrevería a almorzar sin referir a ella. Recuerdo el fracaso de “almorfando con La Chona”. No daba para eso y allá se fue.

Tita explica todo. Las miserias humanas. Los estrellas. El verano. Los premios. No aguanto la tentación de citarla. “Yo sé que muchos me desprecian y suspiran y se mueren cuando piensan en mi amor. Y más de uno se derrite si suspiro y se quedan, si los miro, resoplando como un Ford. Si fea soy, pongámosle, que de eso aun no me enteré. En el amor yo solo sé que a más de un gil, dejé a pie. Podrán decir, podrán hablar, y murmurar y rebuznar, mas la fealdad que dios me dio mucha mujer me la envidió. Y no dirán que me engrupí porque modesta siempre fui… ¡Yo soy así! “…

Pero donde el resumen es perfecto es en esta estrofa del poema de Ivo Pelay…”Los hombres de mí critican la voz, el modo de andar, la pinta, la tos. Critican si ya la línea perdí, se fijan si voy, si vengo, o si fui. Se dicen muchas cosas, mas si el bulto no interesa, ¿por qué pierden la cabeza ocupándose de mí?…”

Anhelo por anhelo ojalá la Legrand cantase. Tengo el tema. También es de Discépolo.”Sufre porque me aleja la fe de un mañana, que busco afanoso tan solo por tiiiii”… El único texto romántico de Discepolín, junto a Carrillon de la Merced. “Tímida remembranza que añoraré…”. La Legrand también ganaría un estrella de mar. Yo la votaría. Con las dos manos. Tita también. Creo.

(*): Escritor y periodista.



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