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La Ciudad 16 de febrero de 2020

Torres y Liva: propietarios acusan “falta total de contención” a dos meses del incendio

A 60 días de la tragedia, los dueños de departamentos calcinados afirman que no reciben asistencia psicológica ni económica. Varios están enfermos o con una profunda depresión. Reclaman subsidios mientras lidian con los seguros.

Mabel Drocezesky (70), propietaria del 1°G del edificio de Torres y Liva, delante del perímetro de seguridad que contiene la manzana en ruinas.

Este fin de semana se cumplieron 60 días de la trágica noche del 15 de diciembre, en la que la distribuidora Torres y Liva y 40 departamentos aledaños quedaron reducidos a una manzana entera de ruinas calcinadas por el fuego, recientemente demolidas por una empresa constructora. A dos meses del histórico siniestro, las víctimas de la tragedia advierten estar a la deriva, “abandonados” y sin contención psicológica ni económica por parte del Estado.

Seguros. Pólizas. Abogados. Juicios. Especulaciones. Cifras millonarias. Bronca. El fuego impregnado. Incertidumbre. Propietarios e inquilinos todavía “desencajados”, con depresión, enfermos en varios casos y un dolor que reviven al ver -en persona o por los medios- los restos del desastre, lo material vuelto escombro y noticia sin cicatrizar.

Mientras la Justicia resuelve la inimputabilidad del acusado de provocar el incendio –el fiscal Juan Pablo Lódola solicitará que sea un tribunal de primera instancia quien determine si el futuro del acusado, Gustavo Arrativel– y la empresa Grupo Mitre termina de demoler las estructuras y vaciar el terreno, los propietarios tratan de rescatar sus pertenencias entre los escombros, en silencio se deslizan acciones legales y participan de asambleas para definir los pasos a seguir.

De las 40 propiedades afectadas, 24 corresponden al edificio de Torres y Liva. Sus dueños debieron buscar un nuevo hogar para vivir, al menos por un tiempo: algunos contaban con otra propiedad; la mayoría permanece alojada en la casa de algún familiar o amigo; varios quedaron “a la deriva” y se sienten “totalmente abandonados” ya que afirman no tener contención psicológica y mucho menos económica.

Debido al delicado estado de salud de varios de los propietarios -algunos prácticamente no hablan, otros fuman compulsivamente, no duermen o tienen afecciones respiratorias-, en asamblea designaron a una de las vecinas, una jubilada municipal, para hablar en nombre de la mayoría ya que “el resto no está en condiciones de hacerlo”.

LA CAPITAL contactó a esta mujer, Mabel Drocezesky, de 70 años. Tras el incendio durmió en el suelo “de prestada”, pasó casi una semana sin hablar por el shock y al menos 20 días con enterocolitis. La Navidad la encontró utilizando pañales para adultos, ropa donada, enferma y con supuraciones en el oído. Su cuerpo somatizó la tragedia y sigue haciéndolo, 60 días después.

Los edificios afectados por las llamas no tienen luz ni gas. Y no les será restablecido el servicio hasta realizada la demolición.

Las ruinas del edificio de Torres y Liva tras el voraz incendio del 15 de diciembre de 2019

Desde hacía 22 años Mabel vivía en el 1°G del edificio de Torres y Liva, justo en la esquina de 20 de septiembre y Rivadavia, en una de las propiedades más caras de la estructura, en venta y valuada en unos 110.000 dólares, y con bienes por casi 970.000 pesos. El fuego la calcinó.

“Tratamos de organizarnos lo más unidos posible, elegimos un abogado, mantenemos asambleas y muchos están realmente muy mal. En lo personal, fue una pérdida enorme”, contó y aseguró que “el esfuerzo de toda la vida” quedó “sepultado” entre las ruinas de la distribuidora Torres y Liva.

Mabel nació en el Chaco, hija de un agricultor y descendiente -indirecta- del comandante Luis Piedra Buena. Su abuelo le enseñó a leer y escribir antes de ir a la escuela. Terminó la primaria y la secundaria “con promedio 10”, su padre la desheredó y vino “con una mano atrás y otra adelante” a Mar del Plata en 1968.

Se casó a los 25 años por primera vez. Su marido falleció en el noveno infarto. Volvió a casarse pero el matrimonio duró esta vez mucho menos al interponer el divorcio. “Siempre mantuve yo la casa, me hice cargo de los gastos de todo, llegué a trabajar hasta 22 horas diarias, rompiéndome el lomo para comprar este departamento”, contó.

Mabel Drocezesky compartió su dura historia de vida con LA CAPITAL

Mabel Drocezesky compartió su dura historia de vida con LA CAPITAL

Con el tiempo ingresó a la Municipalidad de General Pueyrredon, donde trabajó en distintas áreas, desde Inspección General hasta en Legislación y Documentación, donde asegura haber aprendido sobre ordenanzas, leyes y tratados internacionales. “Mucho de lo que dicen las normas no se está cumpliendo en absoluto con todo esto, es un destrato total y la contención es cero; ni hablar de los derechos de los adultos mayores, donde el incumplimiento es grosero”, dijo a dos meses del voraz siniestro que la dejó sin hogar.

Desde la noche del incendio hasta hoy, como varios propietarios, Mabel pasó por varias casas y decenas de noches sin dormir. Llegó a alojarse en la casa de quien años atrás había sido su mucama. Hace poco consiguió “una casita” cerca de la manzana perimetrada y en la etapa final del proceso de demolición, donde vive a la espera de que el seguro o el Estado le proporcione un resarcimiento tanto a ella como a los propietarios en mayor estado de vulnerabilidad social y habitacional.

Seguros y subsidios

A partir de la tragedia, la póliza del seguro de Torres y Liva entró en un fuerte cruce con las demás compañías de seguros de los edificios linderos y con el municipio.

La propietaria designada por los demás dueños del edificio para hablar con los medios, indicó al respecto: “Nosotros tenemos la compañía Allianz, que nos indemnizaría en apenas un 25% del valor del inmueble, pero por todas las pertenencias nos darían nada más que 50.000 pesos, una cifra irrisoria, una cargada”, dijo.

Por Torres y Liva “está el seguro de Zurich, que cubre únicamente a la distribuidora y su póliza no nos alcanza a nosotros, aunque con nuestros abogados estamos reclamando para que sí nos cubra”, siguió.

Los propietarios saben que la disputa llevará un largo tiempo. Algunos, sacando optimismo de donde pueden, creen que será cuestión de meses; otros se preparan para un “trastorno” de varios años. El problema, afirman, es el mientras tanto.

Días atrás se iniciaron las tareas de demolición, a cargo de la empresa Grupo Mitre S.A.

Días atrás se iniciaron las tareas de demolición, a cargo de la empresa Grupo Mitre S.A.

Decir que los propietarios están enojados con el Estado municipal y provincial, sería poco, de acuerdo a lo que cuenta Mabel Drocezesky, que como portavoz de los afectados demanda la entrega de subsidios a los damnificados, principalmente a aquellos que sólo contaban con la propiedad incendiada.

“No sabemos si el Municipio, la Provincia o la Nación podría subsidiarnos. La mayoría hace la vista gorda. Acá se subsidia a las empresas y a los pobres, pero a nosotros nada”, dijo Mabel, 60 días después del incendio, todavía con la ropa donada por la comunidad tras el siniestro.

“Nosotros pedimos y vamos a llevar a la justicia si es necesario que subsidien a los que lo único que teníamos ese único departamento; no nos pueden dar así la espalda, dejándonos a la deriva y sin contención”, remarcó la propietaria.

“Contención cero”

Con la excepción de la Secretaría de Desarrollo Social, a cargo de Verónica Hourquebié y en especial a la directora Aldana Vázquez -a quien la mayoría de los propietarios agradece una y otra vez-, los damnificados afirman que “la contención de las áreas del Estado es cero”.

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La portavoz de los propietarios exige que los damnificados por el incendio sean subsidiados por el Estado

“No está respondiendo en nada el Estado. Nosotros nos estamos muriendo. Hay muchos que están muy mal de salud. No hay ayuda de nadie. La única contención fue en los primeros días, incluso con el gesto que tuvo un hotel (“Regidor”) que cedió alojamiento a algunos hasta las fiestas. Pero los que no fuimos ahí jamás tuvimos contención psicológica ni económica”, dijo dolida y enojada Mabel, que afirma, sostiene y repite que “se podrían haber salvado muchas cosas más de algunos departamentos antes del derrumbe” y que sin embargo perdió “todo”.

A la par de la necesidad de un subsidio y de la puja por los seguros, de las asambleas de propietarios surgieron dos cuestionamientos recurrentes en medio de la “falta de contención” que advierten: afirman que “nadie” les dio prioridad en las oficinas del Estado municipal y provincial para tramitar toda la documentación perdida y que debieron “perder horas y días haciendo filas”; asimismo, cuestionan que el Municipio no haya dispuesto escribanos para aliviar económicamente la certificación de varios documentos.

“La falta de contención fue y es total por parte del Concejo Deliberante, el Poder Ejecutivo municipal y la gobernación”, lanzó Mabel a partir del “criterio compartido en asamblea” por la mayoría de los propietarios cuyos departamentos quedaron reducidos a toneladas de escombros.

Críticas por la falta de controles

El municipio reclamará a Torres y Liva el costo de las tareas de demolición

 



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