La Ciudad

Trabajan para proteger el parque forestal histórico de la “Manzana Navarro”

Una iniciativa interinstitucional busca difundir el valor de este predio y generar conciencia en la población. Lo convertirán en museo natural. El 29 de agosto, día del árbol, plantarán allí un ejemplar de celtis tala.

Un grupo interinstitucional está trabajando para proteger y difundir el valor del parque histórico “Manzana Navarro”, por su riqueza forestal.

Se trata de un predio -actualmente perteneciente a la Universidad Nacional de Mar del Plata- que cuenta con un patrimonio forestal de gran variedad de especies, en su mayoría de más de 100 años, todas exóticas. En ese contexto, un grupo tuvo la idea de incorporar allí un ejemplar autóctono -el celtis tala- y, a raíz de esa iniciativa se creó una comisión de trabajo que va mucho más allá: se busca conservar, difundir y contribuir a que toda la comunidad conozca el alcance de ese patrimonio.

La comisión está formada por integrantes de la Comunidad Multicultural Kaiu Antu, de la Universidad Nacional de Mar del Plata y, específicamente de la Biblioteca Central- y técnicos del área de Espacios Verdes del (Enosur), con la colaboración de estudiantes de la Escuela de Formación Profesional Nº 6 y el grupo scout Nahuel Huapi.

Norma Canale, Julio César Tello de Menezes (de Kaiu Antu), Jorgelina Sanjurjo (Espacios Verdes), el arquitecto e investigador de la Manzana Navarro, Herman Clinckspoor, el responsable de la Biblioteca Central de la Universidad Nacional Oscar Fernández, junto a la arquitecta Graciela Di Iorio, también de la Biblioteca, contaron detalles de este trabajo conjunto que tendrá un punto central durante el día del árbol (este 29 de agosto) cuando se plantará un celtis tala en el sector, se contará la historia de ese lugar -y su pertenencia a un importante conjunto forestal junto con la Casa del Puente- y se realizará la señalización de cada uno de los ejemplares que se encuentran en el predio.

“Se sabe muy poco, pero ese conjunto es una reserva forestal. Es un espacio natural muy importante, para conocer y cuidar, porque es de todos” indicaron los referentes.

La iniciativa surgió a partir del pedido de autorización de la entidad Kaiu Antu de plantar el celtis en ese predio, para que, además de la forestación exótica, haya presencia de una especie nativa.

Al llegar personal técnico de Espacios Verdes a la zona, se encontró con el conjunto que, además está declarado reserva forestal y a trabajar con los referentes de la Universidad, para dar curso a una iniciativa mucho más importante. “El objetivo se convirtió en conservar y restaurar este parque histórico, tomar conciencia de que es un lugar privilegiado, valioso de la ciudad” indicaron.

La manzana en cuestión, ubicada entre las calles Primera Junta, Olazábal, Rodríguez Peña y Dean Funes, conserva en el centro el chalet original “La Escondida” y en el se construyó el nuevo edificio de la Biblioteca -con su sala de lectura que da integralmente al parque- y, en la esquina, el comedor universitario.

Un parque histórico constituye un área de protección de importancia territorial, atento sus contenidos biológicos, ambientales, paisajísticos y culturales. Ello surge de una valoración de este acervo en tanto recurso referido a singulares aspectos del lugar y su personalidad histórica. En el caso particular de la Manzana Navarro, se trata a su vez de una reserva de valiosas cualidades urbanas que en su origen fuera de dominio privado y que hoy reviste dimensión pública.

“La idea es que este parque conserve las especies, la calidad de vida y de estudio y que pueda ser conocido y disfrutado no solo por la comunidad universitaria sino los vecinos la población en general” apuntaron.

En el marco de este trabajo, desde Espacios Verdes relevaron la situación del parque, realizando un plano y un informe en el que consta el estado de sanidad y conservación de todas las plantas que, en su mayoría, tienen más de 100 años. “La riqueza es increíble” apuntaron. Hay robles, pino elliotis, encinas, frutales -olivos, guayabo, limones- cedro, morera, cedro azul, entre otros.

Y apuntaron que, si bien, el tala no es una especie acorde ni paisajística ni estéticamente, con la forestación del lugar, el objetivo de plantarlo tiene que ver con “exhibirlo como un ejemplar originario de la zona, como un patrimonio originario y contribuir a plantear el espacio desde un punto de vista museológico”.

Desde Kaiu Antu indicaron que en el marco de su misión de preservar los saberes ancestrales y de los indígenas indicaron que esta actividad puntual y el proyecto en general contribuye para conocer la identidad de la preexistencia.

“Este parque es un museo viviente, se hace un enlace y un entretejido entre lo urbano y lo rural y planteamos un intercambio. Las comunidades educativas de la zona de Laguna y Sierra de los Padres, con las que trabajamos, traen un tala, pero los árboles de esta Manzana Navarro, que han dado hijitos, van a ir a Sierra y Laguna”.

En ese marco, apostaron por reactivar la ordenanza vigente de “padrinazgo forestal” para cuidar ese patrimonio.

La historia del predio

Según la investigación de Clinckspoor, el actual parque histórico Manzana Navarro tiene su origen en la chacra que delimitara el agrimensor Charles Chapeaurouge en 1873, por pedido de Patricio Peralta Ramos, fundador de la ciudad de Mar del Plata. Se encuentra comprendida entre las actuales calles Matheu, San Juan, Rodriguez Peña y Dorrego. El solar fue adquirido por el hijo del presidente Bartolomé Mitre, el ingeniero Emilio Mitre que fallece en 1909.

Luego de procesos sucesorios a partir de 1915 por iniciativa de la entonces propietaria de la Chacra 89, doña Matilde de Anchorena, que comprende la actual Manzana Navarro (C VI, Sección C, Manzana 266b, parcelas 1 a 15), se encomienda el trazado forestal y su correspondiente diseño del parque al paisajista oriundo de Gante, Bélgica, François Verstraeten quien concreta la plantación. Principalmente se destaca la inclusión de robles europeos (Quercus robur, más específicamente Quercus pyrenaica), de origen vasco pirineico, que aún hoy caracteriza la zona por su porte y cantidad de ejemplares plantados. El parque resultante fue denominado Parque Pereyra Iraola que en 1942 y 1948 fue sucesivamente fraccionado mediante remate público.

Don Guillermo Nagel adquiere la manzana de referencia y construye el chalet denominado “La Escondida” en el centro geográfico del predio. La familia Nagel transfiere en 1964 el dominio del bien a don Martín Navarro quien luego es sucedido por su hijo el doctor Alfredo Martín Navarro, que fuera Rector de la UNMdP.

La compra por parte de la UNMdP se efectiviza en 1993 y toma como responsablidad la conservación del casco La Escondida, compromiso que se mantuvo al construir la nueva Biblioteca Central, así como las instalaciones del Comedor Universitario.

El Código de Preservación Forestal de la Municipalidad de General Pueyrredon, en 1994, declara al sector Reserva Forestal por Ordenanza 13410.

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