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Opinión 1 de mayo de 2023

Trabajo y democracia

Foto ilustrativa.

 

 

Por Daniel E. Di Bártolo

 

Dos procesos políticos y sociales convergen en este 1 de mayo al conmemorar el Día de las y los Trabajadores. Se trata de un 1ro de Mayo en el marco del año en el cual las y los argentinos estamos transitando los 40 (cuarenta) años ininterrumpidos de democracia, luego de dejar atrás aquella atroz dictadura con sus secuelas de muertes, desapariciones, represión, persecución y un espantoso escenario económico y social producto de la ejecución simultánea de férreas recetas liberales a ultranza en manos de grupos hegemónicos oligárquicos aliados a los militares.

Al mismo tiempo se trata de un 1ro de Mayo donde nos remontamos a los 80 (ochenta) años de lucha por la democracia social. En efecto, en la segunda mitad de 1943, de la mano del entonces Coronel Juan Perón y desde aquel Departamento de Trabajo y Previsión luego transformado en Secretaría, comenzaron a gestarse medidas, hechos y leyes que en breve lapso de tiempo modificaron sustancialmente la situación salarial y laboral de las y los trabajadores argentinos hasta el punto que los derechos sociales fueron incorporados como texto constitucional en la reforma de 1949.

La evocación de lo histórico está enraizada con la convicción de la memoria como simiente popular; al mirar el pasado lo hacemos para conocerlo en profundidad, al analizar el presente tratamos de re significarlo para interpretarlo en el hoy, aquí y ahora y al proyectar el futuro, nos hundimos en el pasado y en el presente para ir hacia él con fortaleza y esperanza.

De la mano de estas perspectivas de la memoria y del presente, invitamos a reflexionar en este 1ro de Mayo de 2023.
Es evidente que atravesamos tiempos complejos y tormentosos, luego de un acontecimiento único y mundial como la pandemia que nos puso ante la muerte, la soledad y la angustia.

Tiempos que afectaron a escala general la economía, el trabajo, el empleo y, de manera central, la vida en sociedad y los proyectos personales y familiares de planificación. Aún somos víctimas de la degradación y el descarte a la que nos expuso la pandemia, sus consecuencias psico sociales y las actitudes políticas de los poderes concentrados para su gestión.

A la pandemia le siguió la guerra europea con proyección y final incierto y sus tremendas consecuencias sociales y económicas. Mientras tanto fuimos testigos de la aparición de nuevas derechas, violentas, con altas dosis de odio y descreimiento de las democracias y los sistemas de representación política.

La carrera tecnológica nos asombra día a día. Quién imaginaba ver las consecuencias reales de la inteligencia artificial. Hace décadas que la OIT (Organización Internacional del Trabajo) ha instalado el debate acerca del impacto del uso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación en el mundo del trabajo.

Lo estamos viendo en nuestros respectivos círculos y entornos en forma permanente y creciente. Seguramente no nos hemos preparado ni mucho menos estamos analizando y adoptando medidas para garantizar el empleo en el contexto de la revolución tecnológica.

Si bien ese líder universal (argentino) que vive en Roma, el Papa Francisco, nos viene alertando sobre el cuidado de la casa común, instalando a nivel mundial la agenda del ambiente, las políticas del capitalismo neoliberal no dejan de hacer estragos en la tierra como casa que nos alberga.

Este contexto, al que podemos agregar otros elementos y nuevas miradas, nos enfrenta a flagelos recurrentes.
La falta de poder adquisitivo de los salarios aún cuando las paritarias sectoriales funcionan a pleno, observamos alarmados como “no llegamos a fin de mes” sumidos en procesos inflacionarios, y recetas provenientes del endeudamiento ilegítimo e ilegal del gobierno anterior con el FMI y un acuerdo imposible de cumplir en estas condiciones.

La sub ocupación, aún cuando crece el empleo a niveles pre pandémicos pero hay más argentinos y argentinas buscando trabajo. La informalidad creciente evidenciada en los altos niveles de trabajo no registrado: el mal llamado “trabajo en negro”.

La falta de respuesta a las prioridades de género y diversidades en el marco de una visibilización permanente de la política pública y de medidas constantes para ampliar derechos. Aún así, las mujeres no logran perforar los “techos de cristal” y los varones poco hacemos al respecto.

En este marco, conmemoramos el 1 de Mayo de 2023. Para el pueblo argentino, es una fecha que combina lucha y alegría porque heredamos las tradiciones de aquellos trabajadores reprimidos y muertos a fines del siglo XIX que peleaban por las 8 hs diarias de labor y tantísimas luchas nuestras y, al mismo tiempo, porque somos integrantes de una comunidad organizada que, desde Perón para acá, ubicó al trabajo y a los trabajadores organizados en sindicatos, en el corazón de su existir.

Más aún, cuando los gobiernos de matriz liberal y neoliberal, la dictadura militar y los poderes hegemónicos concentrados atacaron esa mirada centrada en el trabajo, la organización venció al tiempo.

Estamos en año electoral y quiero convocar a discutir el lugar que le otorga al trabajo cada fuerza política; más allá de giros ocasionales (“laburo”), de flashes mediáticos, de medidas aisladas.

¿Qué lugar ocupa el trabajo en el proyecto político de ciudad, de provincia, de nación que votaremos este año?. Estoy convencido que nuestro pueblo, aún cuando la dependencia cultural nos atosiga, tiene la inteligencia abierta, el corazón dispuesto, las manos embarradas, para retomar su camino de liberación, de plenitud, de grandeza.

Nosotros, tenemos experiencia de gestión, propuestas realizables y valores y principios para poner en juego en ese debate.

No escribí feliz día porque creo que el tema no reside en un deseo sino en realizaciones concretas. De todos modos, que el Día del Trabajo nos encuentre alegres y esperanzados junto a las familias, las y los amigos y compañeros.
En esto, como en la pasión futbolera, nos caracteriza el ser nacional.