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Triste final para una buena temporada

por Vito Amalfitano

Muy buena fue la temporada de Aldosivi. No merecía esta despedida. Opaco fue el cierre del equipo de Mar del Plata en el Monumental ante River, cayó categóricamente, con una goleada hiriente (0-6) y se despidió sin pelear de la Copa de la Superliga del fútbol argentino.

Aldosivi no pudo dar lucha porque cometió demasiados errores no forzados en el desquite en el Monumental y porque costó entender el cambio de postura después de todo lo bien que le había ido al equipo de Gustavo Alvarez con la premisa del orden y mantener una línea a lo largo de toda la temporada 2018/19.

Si le había ido tan bien así, ¿por qué cambiar justo ahora, nada menos que ante River y en el Monumental?. El entrenador tendrá sus razones. Lo cierto es que quedaron demasiadas brechas defensivas, sobretodo en los extremos, y River, en una ráfaga en el primer tiempo y después en todo el complemento, mostró toda su jerarquía y se lo llevó puesto de la Copa de la Superliga.

Fue opaco el final. Es una mancha para todo lo bueno hecho por Aldosivi a lo largo de la temporada, al quedar en la puerta incluso de una clasificación a la Copa Sudamericana, lejos de sufrir con “el fantasma” del descenso. Pero a ello el equipo de Mar del Plata llegó con los atributos del orden y su fútbol posicional, que potenció, a partir de los aciertos del entrenador, las cualidades que sí tenían sus futbolistas.

Ese orden que caracterizó a Aldosivi a lo largo de toda la temporada, lo rifó en un primer tiempo en el que River rápidamente empezó a inclinar la serie. El equipo de Mar del Plata llegó a estar a la altura esta vez solo en una jugada, la del cuarto de hora, la combinación de Chávez y Colman que terminó en una aparición por izquierda en el vacío de Lucas Villalba y su remate apenas desviado.

Ya nunca más Aldosivi pudo acercarse y le entregó todo a un River que, cuando puede, muestra sus credenciales de campeón de América, con la jerarquía de “Nacho” Fernández para manejar los hilos, con doble comando con Nicolás de La Cruz, de un equipo que, con las facilidades recibidas, expuso su talento colectivo.

Aldosivi le facilitó la historia con extrañas brechas defensivas, que no son propias o habituales del equipo de Mar del Plata, sobretodo en los extremos. Angileri siempre se proyectó con demasiada comodidad por izquierda, con facilidades enormes. Y después de aquella ráfaga del primer tiempo, los espacios aun fueron mayores para la goleada de River.

Una picardía que el castillo que tanto costó sostener con éxito a lo largo de la temporada se halla derrumbado tan fácilmente en lo que fue la noche de la despedida. La jerarquía de River hizo lo suyo pero Aldosivi no le presentó oposición por sus errores no forzados, esta vez también en lo táctico, además de las diferencias individuales. Y hasta Nicolás de La Cruz se dio el lujo de tener su noche soñada con hat trick en el equipo de Marcelo Gallardo.

Se podía perder con River, claro. Se trata de nada menos que el campeón de América y el mejor equipo de Argentina. Se deseaba que no fuera así, de esta forma, perdiendo la línea que caracterizó a Aldosivi a lo largo de la temporada.

Demasiado tarde para lágrimas. La despedida fue opaca. El año fue bueno. Habrá que barajar y dar de nuevo y sostener todo lo que se hizo bien en la temporada, mantener la mayor parte posible de la base del equipo y pensar en un salto de calidad. En esta Argentina volátil ya será una empresa difícil mantener la base del plantel. Pero debe ser la primera prioridad. Y equivocarse lo menos posible en las elecciones futuras, no solo de afuera de la cancha sino también de adentro.

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