Opinión

Trump atrincherado en la Casa Blanca

Por Leandro Morgenfeld

La caótica transición del poder presidencial está sumiendo a Estados Unidos en una crisis político-institucional sin precedentes. Reina la incertidumbre, pese a que el sábado Joe Biden y Kamala Harris alcanzaron la mayoría de votos en el Colegio Electoral.

Tras conocerse finalmente los resultados de la elección en Pensilvania, y luego de cuatro días de tensión, el exvicepresidente de Obama fue proclamado por las principales cadenas de noticias y agencias de prensa. Esa misma noche dio su primer discurso presidencial y recibió las felicitaciones públicas de líderes de todo el mundo. Donald Trump, sin embargo, todavía no reconoció la derrota. Sigue denunciando un fraude masivo, multiplica las impugnaciones judiciales y los pedidos de recuentos de votos y el lunes echó al Secretario de Defensa, Mark Esper, con quien venía manteniendo diferencias públicas desde junio. Crecen las especulaciones sobre nuevos despidos (el jefe del FBI Chris Way, el reconocido inmunólogo Anthony Fauci) y ya nadie duda de que será la transición más caótica de la historia.

Cuando parecía que Trump se estaba quedando solo el fin de semana, desde el lunes, destacados integrantes del Partido Republicano empezaron a respaldar su embestida. Primero fue el poderoso líder de la mayoría en el Senado, Mitch McConnell, y luego el Secretario de Estado, Mike Pompeo. Mientras, el magnate deja correr el rumor de que va a presentarse como candidato en 2024, a la vez que anunció el martes en Twitter que la próxima semana se conocerían nuevos resultados electorales que lo darían por ganador.

Por otra parte, en Georgia volverá a haber elecciones en enero para definir las dos bancas de senadores, que determinarán si los republicanos conservan la mayoría o si los demócratas logran igualar 50 a 50, con lo cual la vicepresidenta electa tendría el estratégico voto decisivo. Si los demócratas no obtienen un buen resultado en esa elección en el disputado estado de Georgia (tradicional bastión republicano, pero que según el recuento inicial esta vez se habría pintado de azul) será el primer presidente en 30 años que asuma sin controlar esa estratégica Cámara, lo cual le impediría a la nueva administración, por ejemplo, ampliar los jueces de la Corte Suprema (Trump nominó a 3 en su mandato, logrando una inédita mayoría ultraconservadora de 6 a 3). Biden asumiría con un Senado y una Corte Suprema que se opondrían a cualquier reforma profunda. Pero primero debe llegar a la Casa Blanca.

En los 70 días que faltan hasta el 20 de enero puede pasar de todo. Ya lo anticipó Trump en el primer debate presidencial: “Esto no va a terminar bien”. Más allá de cómo se resuelva la compleja transición política en la Casa Blanca, la crisis institucional en curso está contribuyendo a socavar la imagen de Estados Unidos en el mundo entero. Ese país está profundamente fracturado y polarizado social, económica y políticamente. Por eso Biden tendrá muchos obstáculos en un intento por recuperar el liderazgo global. El escándalo de la última semana y lo que puede ocurrir en las próximas, no hará más que seguir profundizando el proceso de transición hegemónica hacia un mundo cada vez menos unipolar, donde Estados Unidos ya no tendrá el rol privilegiado que supo ostentar en las últimas décadas.

(*): Licenciado en Historia, investigador independiente del Conicet y co-editor del libro “Estados Unidos contra el mundo. Trump y la nueva geopolítica”.

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