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Opinión 13 de agosto de 2018

Trump y los juegos cruzados

por Raquel Pozzi

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Tensa relación entre la República Islámica de Irán y los Estados Unidos al aumentar presiones económicas contra el régimen del Ayatolá. En la intentona de aislar económicamente a Irán el efecto dominó de una crisis es el peligro que avizora la Unión Europea ante las amenazas del presidente norteamericano contra cualquier socio comercial de Irán. La penalización se centra directamente en el sector automotriz y la comercialización de algunos metales como también en la adquisición de dólares estadounidenses.

Desde que D. Trump se retiró del Acuerdo Nuclear conocido como Plan de Acción Integral Conjunta (Jcpoa) firmado en el año 2015, generó desconcierto y desacomodó las piezas de la geo-economía en la región más candente.

La política aislacionista de Estados Unidos no se reduce exclusivamente a Teherán sino a otros estados que se atrevan a desacatar las órdenes de la Casa Blanca imponiendo diversos correctivos si persisten en mantener relaciones comerciales a partir de las sanciones impuestas a la República Islámica de Irán.

Habida cuenta que Rusia, China, Reino Unido, Francia y Alemania multiplicaron esfuerzos con el propósito de salvar el acuerdo y garantizar el abastecimiento de petróleo iraní, la administración de D. Trump arremete torpedeando la economía iraní, la misma que lejos estuvo de recuperarse durante el acuerdo con fatídicas proyecciones a futuro permeando la estructura política del presidente Hasan Rouhani.

Una cuestión formal

Las dos instalaciones de enriquecimiento del Uranio en Irán -Natanz y Fordo- donde las centrifugas separan el U-235 (isótopo fisible) con capacidad para provocar una reacción en cadena de fisión nuclear, redujeron su capacidad de enriquecimiento y disminuyó la cantidad de centrífugas, tal cual lo acordado en el Pacto Nuclear del 2015. De las 20 mil centrífugas Irán redujo a casi 5 mil, dejando las de menor capacidad en Natanz, mientras Fordo se transformó en un Centro de Tecnología. Las toneladas de uranio de “bajo grado” de U-235 fueron despachadas hacia Rusia, según lo pactado, a cambio Irán recibió 130 toneladas de uranio natural para recompensar los suministros de agua pesada que Irán producía en la planta de Arak con capacidad para obtener plutonio con facultades químicas para generar energía nuclear con fines armamentísticos.

Las cuestiones de formalidades del pacto no son tan relevantes como el escepticismo y la desconfianza que el acuerdo provocó en el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, considerando que el voto de confianza que se le otorgó a Irán no es viable ya que los fondos transferidos a Teherán no demostraron la esperada recuperación económica, lo que hace presumir a Israel que los mismos fueron utilizados para otros fines.

La inteligencia israelí conjetura que la Agencia Internacional de Energía Atómica sólo había podido identificar que Irán no transfirió uranio a un proyecto nuclear paralelo, por lo cual la administración de Netanyahu considera que el paquete de sanciones económicas impuestas por Trump, desestabilizará al régimen del Ayatolá y debilitará las acciones bélicas en la región.

Los actuales lazos fortalecidos entre Estados Unidos e Israel condicionan la paz, los presidentes de ambos estados vociferan con férrea actitud considerando una gran oportunidad para desgastar a sus enemigos en una coyuntura internacional donde la Unión Europea también capea fuertes tormentas políticas y económicas aunque la dependencia del oro negro iraní propone otro escenario de confrontación.

Resquemores por Siria

Tel Aviv se concentra en la expansión que Irán ha desarrollado hacia el oeste de Asia. La obsesión también llegó al Kremlin, B. Netanyahu seduce a Vladimir Putin a plegarse detrás de los pasos de Trump para detener la influencia iraní en la región, específicamente en Siria. La recuperación de las regiones del sur por Bashar Al Asad -aliado de Irán- y el ejército sirio alerta al estado de Israel por la llegada de tropas en los Altos de Golán, ocupadas desde 1967 por comunidades judías.

La actitud punitoria del presidente norteamericano no tiene límites y ha puesto en jaque a la República de Turquía aumentando al 100% los aranceles sobre las importaciones de acero y aluminio. La alicaída economía de Recep Tayyip Erdogan propinada por fuerte devaluación de la lira turca, es otro de los objetivos de la administración trumpeana.

En Ankara el desconcierto por el comportamiento cíclico de las finanzas también ofrece aristas políticas y religiosas, D. Trump arremete contra R. Erdogan por viejos resentimientos que involucran al clérigo islamista Fetullah Gülen, rival del presidente turco con extensos tentáculos del gülenismo en amplias áreas internacionales y cofradías que asisten a los exiliados del estado turco de Erdogan.

Turquía e Irán, fortalecieron lazos en la guerra en Siria cooperando con Bashar Al Asad contra los rebeldes y el Estado Islámico, cruzada gestionada y operada por Rusia aunque resistida por los aliados occidentales, especialmente por los Estados Unidos.

La guerra en Siria trazó la agenda de las futuras acciones bélicas en la región, los prismáticos utilizados por Israel para divisar la fortalezas de sus enemigos fueron los mismos que Estados Unidos empleó para reconocer los gestos pendulares de Turquía con el ISIS y la capacidad operativa militar de Irán. Los resquemores por la guerra en Siria condujeron a Trump a batallar en el terreno que domina, la economía, subyugando con estampidas arancelarias y erigiendo cercos financieros para ahogar a los estados debilitados económicamente por las guerras pero fortalecidos por el dominio militar de la región.

El aliado de Trump, Netanyahu teme por los frentes abiertos en sus fronteras territoriales pero el pánico se acrecienta al no tener certeza de las maniobras nucleares que Irán ha realizado bajo el manto del Pacto Nuclear del 2015. La guerra económica que ha desatado Estados Unidos estimula la ira de los dos estados -Irán y Turquía- presurosos de gestionar tormentas que logren embestir el cerco financiero inquiriendo beneficios de manera indirecta al gran espectador, la República Popular de China que lejos de auparse en el atolladero de Trump, mantiene la cautela considerando cualquier movimiento que pueda dejar expuesta la carrera veloz emprendida a través del descomunal proyecto en marcha, La Ruta de la Seda II. Mientras Estados Unidos fabrica enemigos, China sigue construyendo estructuras, rutas, ferrocarriles, puertos y aeropuertos negociando con antiguos socios de la Casa Blanca y protagonizando un nuevo proceso de neo-imperialismo con refinado estilo oriental.

(*): Analista en Política Internacional / Profesora en Historia. Twitter: @raquelpozzitang