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Policiales 18 de junio de 2025

Un hecho de grave violencia periférica con el entramado de la venta de droga

Ezequiel Isaías Pacheco, un joven de 23 años con antecedentes penales, ingresó herido de bala al HIGA y denunció un intento de robo. Sin embargo, la investigación reveló contradicciones en su relato en una zona conocida por el narcotráfico. Su pasado delictivo y el contexto del hecho abren nuevas hipótesis sobre lo sucedido.

Uno de los allanamientos recientes en Fray Luis Beltrán.

Un joven de 23 años llegó al HIGA en la noche del martes con un disparo en la espalda. “Me quisieron robar el auto”, dijo a los policías del lugar. La herida, aunque era en la zona lumbar, no había hecho daño suficiente como para impedirle contar su versión de los hechos. Incluso antes de recibir el tratamiento de los médicos volvió a contar lo que le había ocurrido y entonces la sospecha de que algo no coincidía ganó territorio. Todos los componentes del relato delincuencial estaban allí presentes: un paciente con prontuario penal baleado en un lugar impreciso, en circunstancias inverificables, sin un autor definido y trasladado en un auto particular.

Esa es la historia que se conoce, hasta el momento, de Ezequiel Isaías Pacheco (23), quien por estas horas permanece en el Hospital Interzonal General de Agudos (HIGA) recuperándose de su lesión. El fiscal Fernando Berlingeri busca avanzar en la investigación, aunque ya fue descubriendo un trasfondo muy diferente al de la versión original dada por el joven.

Todo se inició en horas de la tarde de ayer, ya caído el sol, en el barrio Fray Luis Beltrán, en un sector históricamente conocido por ser un centro de violencia y venta de drogas. Este lugar es todo lo adyacente a la cuadra de Los Naranjos al 2900, donde en los últimos años fueron asesinados Fabián Vallina Ortiz, Luis Sosa, Juan David Anchoverri y varias personas resultaron baleadas. Un lugar en donde el 17 de mayo del año pasado la Policía Federal allanó un domicilio y secuestró marihuana, cocaína y armas. Donde el 12 de noviembre de 2016 una mujer fue baleada en el rostro y solo un mes más tarde fue asesinado Claudio Arias. También allí, a media cuadra, en octubre de 2019 fueron detenidas dos mujeres por venta de drogas. En noviembre de 2018, una mujer de 27 años fue detenida a bordo de un remís por las calles del barrio. Llevaba en sus brazos su bebé de solo 1 mes de vida. Cuando la policía la requisó encontró 108 envoltorios de cocaína en el pañal colocado de la niña.

Es un lugar infectado de points. Muchas casas derruidas, usurpadas, y cada cuatro casas hay un point”, dijo a modo gráfico una fuente judicial que ciñó casi todo a dos apellidos: Rioja y González. El último allanamiento fue en el mes de marzo.

Lo cierto es que el martes Pacheco arribó a bordo de un automóvil blanco. Según dijo en el hospital, cuando estaba por esa zona alguien lo quiso asaltar y para evitar que se quedaran con el vehículo bajó, llave en mano, y salió corriendo. Fue en ese momento en que el presunto asaltante, que estaba en una moto, le disparó. Por eso el proyectil le dio en la espalda, a la altura de la cintura. Herido, Pacheco consiguió que una motocicleta lo llevara hasta su domicilio, en la otra punta de la ciudad: en el barrio Regional. Y de allí en un auto, al HIGA.

El personal policial de la comisaría decimoquinta, más conocedor que cualquier otro de la conflictividad de Los Naranjos al 2900, fue hasta el lugar y un testigo dio una versión muy diferente de los hechos. “Uno llegó en un auto blanco y arrancó a los tiros contra una moto, que se la devolvió. Después me fui para adentro, no quise saber más nada”.

El comienzo de la investigación llevó los hechos hacia lugares más curiosos. Por ejemplo, que un familiar directo de Pacheco recuperó el automóvil abandonado en el barrio Fray Luis Beltrán, lo que explicaba por qué los policías no lo habían encontrado. También que un UBER había sido el vehículo en el que Pacheco, herido, había iniciado su traslado hasta el HIGA.

Pero lo más impactante de todo llegaría al indagarse sobre el herido y su pasado. En horas de la mañana de ayer, es decir el mismo día en que Pacheco recibió el tiro, la fiscalía de ejecución había ingresado un escrito para saber qué era de la vida de él. Porque hacía un año que estaba en libertad condicional y se necesitaba acreditar que estuviera cumpliendo con uno de los requisitos principales que el juez de ejecución había impuesto para otorgársela: el tratamiento psicológico acorde a la gravedad del delito por el que había recibido una condena.

¿Cuál era ese pasado delictivo de Pacheco? La respuesta cierra un círculo de presunciones y algunas certezas. El 24 de diciembre de 2020, a las 0.45, Pacheco se dirigió en motocicleta hasta el barrio Las Américas, lindante al barrio Regional. Casi sin detenerse extrajo un arma de fuego y acribilló a Marco Daniel Monje. El arma no falló, lo que falló fue su puntería, porque no tuvo éxito en su inconfundible propósito de asesinar. Tres disparos en las piernas y en una mano fueron los que recibió Monje.

El fiscal Alejandro Pellegrinelli dio directivas para la detención de Pacheco y poco tiempo después un tribunal oral lo sentenció a la pena de 5 años y 4 meses de prisión. Esa fue la condena que hace un año la Justicia de Ejecución entendió que podía completarla en libertad, acaso con la esperanza de una resociabilización.