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La Ciudad 2 de abril de 2023

Un obsequio inesperado que el intendente no tardó en capitalizar

El Gobierno nacional cedió a una agrupación oficialista los terrenos de El Marquesado sin comunicación previa. El avance sobre el campo hizo reaccionar a los vecinos. Montenegro alineó a su tropa y acumuló respaldos. El Frente de Todos quedó descolocado.

En marzo del año pasado, vecinos resistieron la instalación de la Asociación Civil Tercer Tiempo en tierras de El Marquesado.

Por Ramiro Melucci

Guillermo Montenegro falta a la verdad. No solo el Gobierno nacional no discrimina a Mar del Plata, sino que ahora se le ha dado por hacerle favores políticos. La cesión de 140 hectáreas en la zona de El Marquesado a una asociación vinculada a Juan Grabois sin comunicación previa, floja de argumentos y desprovista de consenso social le permitió mostrarse ante todo el país como un intendente que defiende a sus vecinos cuando se sienten amenazados, acumular apoyos internos y, de paso, regodearse con las divisiones del Frente de Todos. Para un año electoral, no es un obsequio menor.

Solo con ciertas dosis de ironía es posible explicar tamaño despropósito: la entrega de un campo frente al mar a una agrupación con claros vínculos con el oficialismo nacional y provincial sin avisarle a nadie, casi a las escondidas, y el impetuoso y patoteril desembarco apenas 48 horas después de que los vecinos empezaran a ser informados.

La primera comunicación oficial llegó el domingo pasado, cuando, a través de la agencia Télam, la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE) aclaró que el campo había sido cedido en custodia provisoria a la asociación civil “Tercer Tiempo” para que llevase a cabo un proyecto agroecológico. Demasiado tarde.

Las intenciones del proyecto llegaron a los medios por primera vez el viernes anterior, por boca de vecinos. ¿De verdad la AABE creyó que podía entregar 140 hectáreas frente al mar sin avisarle a nadie y sin tener la más mínima licencia social? La propuesta agroecológica puede tener decenas de beneficios, como hasta los mismos concejales de Juntos por el Cambio admitieron en la sesión del Concejo Deliberante, pero las formas parecen haberla sentenciado.

La habilidad política del intendente hizo gran parte del trabajo. El mismo sábado, cuando los hechos se precipitaron, puso a su hombre de máxima confianza, el senador Alejandro Rabinovich, a telefonear a toda la plana mayor de Juntos por el Cambio. La sola mención del lugar en que ocurría lo que hasta ese momento se presentaba como una “ocupación”, y sobre todo su protagonista a la distancia –Grabois–, fueron disparadores suficientes para que los líderes de la coalición opositora salieran a condenar la maniobra y a respaldar a Montenegro. Se anotaron Mauricio Macri, Horacio Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich y Miguel Angel Pichetto; Diego Santilli y Cristian Ritondo; también los socios locales: el radicalismo y la Coalición Cívica. La mejor muestra de unidad que se podía exhibir a menos de cinco meses de las elecciones. Más que una denuncia, el intendente podría haberle escrito al Gobierno nacional una nota de agradecimiento.

En medio del éxtasis que despertó la pelea con Grabois, Juntos por el Cambio no tardó en trasladar la controversia a la Cámara de Diputados de la Nación (lo hizo por medio de la radical Karina Banfi) y hasta convirtió el campo en cuestión en escenario de campaña: Ritondo visitó el lugar junto a Martín Yeza, fustigó el proyecto y mandó más señales de apoyo a Montenegro.

 

La propuesta agroecológica puede tener decenas de beneficios, como hasta los mismos concejales de Juntos por el Cambio admitieron en la sesión del Concejo Deliberante, pero las formas parecen haberla sentenciado.

 

En la otra trinchera ocurrió todo lo contrario. En el plano nacional, una sola voz, además de la de Grabois, reivindicó la propuesta: Gabriela Carpineti, la directora de Promoción y Fortalecimiento para el Acceso a la Justicia, la misma que entró a los terrenos con el MTE. Pero ni el gobernador Axel Kicillof ni ninguno de sus funcionarios abrieron la boca.

El Frente de Todos local, siempre ordenado pese a los desbarajustes de arriba, quedó esta vez descolocado. Fernanda Raverta conocía el proyecto desde marzo de 2020, pero en ese entonces lo impulsaban otros actores. Hace dos meses, el senador Pablo Obeid supo que Grabois avanzaba en la iniciativa con el ala albertista del gabinete. En ese entonces les dijo a sus promotores que no soñaran con construir viviendas porque no iban a poder escriturar y que cualquier proyecto de esa naturaleza necesitaba ser validado en la comunidad. No imaginó que igual avanzarían de la manera en que lo hicieron.

La concejala Sol de la Torre, del espacio de Grabois, salió a hacer lo que se esperaba: defender el proyecto. Juan Manuel Cheppi y Ariel Ciano, hombres de Sergio Massa, lo liquidaron. Aprovecharon para cobrarse las palabras del líder del MTE contra el ministro de Economía. El kirchnerismo hizo silencio, que en este caso es sinónimo de que no reivindica cómo se hicieron las cosas y de que no es momento de ponerse enfrente a los vecinos del sur.

 

Obeid supo que Grabois avanzaba en la iniciativa con el ala albertista del gabinete. En ese entonces les dijo a sus promotores que no soñaran con construir viviendas y que cualquier proyecto de esa naturaleza necesitaba ser validado en la comunidad.

 

Parte de su estrategia consistió en contar, a través de De la Torre, que el oficialismo vernáculo no desconocía del todo que existía un proyecto para la zona. Acción Marplatense se acopló: criticó la falta de diálogo entre la Nación y el municipio y presentó dos proyectos en el Concejo para que se aclare qué sabían los integrantes de la administración local. “Apoyamos ese modelo de producción, pero esto es otra cosa, no lo impulsamos ni gestionamos”, se defendió Fernando Muro, el apuntado.

Mientras la agenda imponía como tema central los acontecimientos de El Marquesado, Raverta recorrió los trabajos que financia el Gobierno nacional en el camino San Francisco, que une las ruta 226 y 88. Marcó así la imperiosa necesidad política de cambiar de tema, de salir pronto de ese atolladero.

El bloque de concejales no se apartó del libreto. Se mostró unido en las horas previas de la sesión del jueves y propuso que expusiera en la banca 25 un especialista en desarrollo rural que forma parte del proyecto –Roberto Cittadini–. Hasta allí llegaron sus buenos oficios para hacerle más llevadera la soledad pública a Sol de la Torre.

La premisa esencial fue no confrontar con Juntos por el Cambio para no agigantar el asunto. Tuvieron que respirar hondo: como hace tiempo no sucedía, si es que alguna vez sucedió, los misiles del PRO y el radicalismo pasaban sin que nadie en el Frente de Todos procurara levantar las defensas para detenerlos.

Ahora restan aguardar las definiciones judiciales que emanen de Comodoro Py. La presentación judicial del intendente impugna la decisión de otorgarle el inmueble a una asociación relacionada con integrantes del oficialismo nacional y provincial y ataca el argumento central de la AABE para ceder las tierras: que corrían riesgo de intrusión. La vecina de El Marquesado que hizo uso de la banca 25 en el Concejo ratificó la versión municipal de que no había peligro de usurpación. 

Mientras espera, el municipio volverá a posar sus ojos en el barrio Las Heras, donde el miércoles prevé desalojar con la fuerza pública a las familias que, a pesar de la orden emitida por el juez, mantienen la toma.



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