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Un River con cabeza

Por Vito Amalfitano

En este fútbol de hoy tan confuso, sin pases y sin juego, con más vorágine y utilitarismo que buen gusto, River afirmó en Mar del Plata su nueva estirpe copera, la que logró desde la llegada de Marcelo Gallardo como entrenador.

El equipo gana y pierde con cualquiera en el arranque del torneo doméstico pero avanza en la Copa Argentina, la única llave que le queda para la Copa Libertadores.

En una noche de fiesta en el Minella (la llegada de la Copa Argentina es una de las buenas pocas cosas que nos pasaron este año) Mar del Plata fue la escenografía del pasaporte de River a semifinales con una victoria sin atenuantes, aunque con matices para analizar, frente a Unión.

River goleó. Y eso ya exime de algunas discusiones. River no jugó integralmente bien. Pero sí aprovechó integralmente sus oportunidades. Gonzalo Martínez, el responsable de hacer disimular las ausencias de Andrés D’Alessandro y “Nacho” Fernández, cumplió fundamentalmente en las jugadas con pelota detenida, con dos centros precisos para los cabezazos de gol de Driussi y Arzura. Y el propio Driussi, como “falso 9” por momentos, como delantero por afuera en otros, le dio cierta consistencia al enlace del juego en tres cuartos y las llegadas en el vacío, como apareció en el primer tanto.

El gran mérito de Marcelo Gallardo, la cabeza de este grupo y este proyecto, es “reciclar” las potencialidades de River, con lo que tiene y con lo que le falta. La consolidación de Driussi es un ejemplo de ello. También las decisiones puntuales en los armados de las formaciones y en los imprevistos de un partido, como el acierto del ingreso de Arzura ante la lesión de Jonatan Maidana, con la ubicación de Ponzio en la zaga. Y darle al equipo esa mística copera que casi nunca fue precisamente característica de River en su historia.

River no es un equipo cerebral ni mucho menos. Pero tuvo cabeza y practicidad para pasar y festejar en Mar del Plata. En la irregularidad de hoy, en la chatura de este fútbol, nadie se puede atrever a negarle las posibilidades de llegar al techo, que en este caso significará la vuelta a la Libertadores.

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