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Opinión 19 de febrero de 2017

Un sistema de recompensas para desarticular el narcotráfico

por Eduardo Duhalde

El narcotráfico es una de las actividades ilícitas que mayor relación tiene con otros delitos complejos, como el tráfico de personas, el tráfico de armas y el lavado de dinero, por sólo mencionar algunos. De allí que combatirlo no resulte una tarea sencilla. Y como es sabido, un país que padezca una alta actividad de narcotraficantes tendrá una gran debilidad en cuanto a la seguridad de sus habitantes y de sus instituciones. Aun destinando una buena parte de su presupuesto, ni los países más poderosos y con mayor organización institucional del mundo han podido alcanzar un resultado exitoso que se pueda considerar definitivo.

Las grandes fortunas que manejan, producto de sus actividades ilícitas, hacen que los cárteles perfeccionen día tras días sus modus operandi para burlar los controles de los gobiernos y sus fuerzas de seguridad. A modo de ejemplo, para poder tomar dimensión del problema, recordemos que los narcos han sido capaces de crear la cocaína líquida, a la que devuelven su textura una vez que traspasan las fronteras; han recurrido a submarinos, catapultas, cañones, drones y aviones ultralivianos para el ingreso clandestino de droga a los países más custodiados. Y una de las modalidades más sofisticadas para alcanzar sus objetivos consiste en lanzar la droga al mar, en cargas equipadas con dispositivos GPS.

Agudicemos nuestro ingenio

Utilizando todas estas argucias, las organizaciones criminales han podido desarrollar sus actividades sacándoles siempre una importante ventaja a quienes las enfrentan. Si queremos terminar con ellas, tenemos la obligación de ser más ingeniosos y creativos. Como siempre digo, la lucha se tiene que dar con un 80% de inteligencia y sólo un 20% de fuerza.

Desde que decidí trabajar para ayudar a erradicar el flagelo de la droga he sostenido, y la experiencia a nivel internacional lo ha corroborado, que el engranaje que lubrica y mueve a los narcotraficantes es el dinero. Por lo tanto, es necesario agudizar nuestro ingenio para pegarles por el lado que más les duele y el único que les interesa.

De esta manera, estoy convencido de que un camino fundamental que tenemos para desarticular el entramado es apuntarle al narcomenudeo, que asola nuestros barrios, mediante un sistema de premios y recompensas económicas.

Una metodología práctica y posible

En la práctica, el método de características inéditas que propongo constaría de tres pasos:

1. Cualquier ciudadano podrá colocar en la parte superior de un simple papel, escrito con duplicado gracias a un carbónico, una cifra de siete u ocho dígitos, a elección, que servirá de clave numérica de identificación, garantizando a la vez el anonimato.

Debajo del número, detallará la información reservada sobre las actividades clandestinas de las bandas. Por ejemplo, la localización geográfica exacta de las “cocinas” de drogas o de los “bunkers” de venta de estupefacientes.

2. Estos datos llegarán de manera anónima, y por distintas vías, a las fiscalías especializadas en la lucha contra el crimen organizado.

Los funcionarios judiciales deberán actuar rápidamente, para lo cual tendrán que estar dotados de una autonomía económica que les permita tal celeridad.

3. Si se comprueba que la información aportada fue fidedigna y útil, el denunciante acreditará con el número oculto que fue él quien aportó los datos y por ello recibirá una suma de dinero como retribución.

El dinero podrá ser cobrado por quien escribió la carta o por su representante legal, en caso de que el denunciante prefiera preservar su identidad por cuestiones obvias.

Ojalá que esta novedosa metodología que he concebido haga que muchos efectivos policiales, lamentablemente contaminados por los narcos, “se pasen del lado de los buenos” y aporten todo lo que saben y nunca revelaron. Sumándose así a la “buena policía” que por suerte sigue siendo la mayoría y cumple abnegadamente con su deber.

De la misma forma, las propias organizaciones delictivas podrán aprovechar esta suerte de “delación premiada” para desenmascarar a los grupos rivales.

Estoy convencido de que en poco tiempo, mediante estas denuncias anónimas y rentadas, las redes mafiosas desplegadas en diferentes ciudades del país quedarán expuestas y se tornarán completamente vulnerables y muy cerca de su desarticulación.

(*): Ex-Presidente de la Nación