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La Ciudad 17 de noviembre de 2019

Una jugada fuerte que alteró los ánimos en la alianza oficialista

Montenegro sorprendió con Bonifatti como secretario de Gobierno. No eligió un hombre cercano ni de Juntos por el Cambio. Beneficios y riesgos. Malestar de los sectores que pelean por la presidencia del Concejo. Se impone el criterio del próximo jefe comunal en dos temas clave.

por Ramiro Melucci

Guillermo Montenegro se cansó de repetir en la campaña que Mar del Plata necesitaba de todos para salir a flote. Mencionó coincidencias con sus rivales aun cuando sus colaboradores le advertían que esas expresiones podían interpretarse como un signo de debilidad. Después del triunfo del 27 de octubre insistió. “Este problema lo vamos a resolver todos”, dijo.

Solo si se mira desde esa perspectiva es posible coincidir con el intendente electo en que la designación de Santiago Bonifatti como futuro secretario de Gobierno no es una sorpresa –el propio Montenegro había dicho que no había que esperar sorpresas en el armado del gabinete–. Desde cualquier otra óptica configura un nombramiento inesperado.

Para empezar, Bonifatti no es un dirigente propio como se podía esperar para un cargo tan sensible. Tampoco es un hombre de Juntos por el Cambio al que Montenegro pudo haber premiado por los esfuerzos de campaña. Es todo lo contrario: un opositor que lo enfrentó en las elecciones y que no dudó en ponerlo incómodo en los debates televisivos.

¿Por qué no procedió de la forma tradicional? Una primera conjetura podría recordar la carencia de tropa propia con la que llegó Montenegro a Mar del Plata. Otra podría aludir a cierta falta de confianza en los socios de la alianza. Una tercera, al intento de limitarles la influencia en la gestión. 

Montenegro exhibió la elección de Bonifatti como una muestra de apertura a otros espacios políticos. Dejó traslucir el mensaje de que se va a buscar a los mejores, no importan de dónde vengan. Lo sorpresivo, aun para Bonifatti, fue que el intendente electo lo convocara para la Secretaría de Gobierno, un área que engloba desde el transporte, el tránsito, Inspección General y la Justicia de Faltas hasta el vínculo con los municipales, los guardavidas y el Concejo Deliberante.

Para explicar la decisión convendría repasar las cualidades del futuro secretario. Es marplatense. Montenegro prometió armar un equipo local y no uno con funcionarios que podrían provenir de la Provincia. Tiene experiencia de gestión, una clave para el puesto. Es joven y buen comunicador, con lo que podría convertirse en un buen relator de las medidas oficiales. Y conoce el funcionamiento del Concejo, una ventaja para cualquier secretario de Gobierno.

Con esas características Bonifatti deberá compensar la falta de concejales propios. También su distanciamiento con Gustavo Pulti, líder de un partido cuyo bloque de concejales ejercerá de árbitro en las contiendas del oficialismo con el Frente de Todos.

Como toda decisión fuerte, la designación de Bonifatti entraña sus riesgos. El intendente electo se quedó sin una valorada moneda de cambio para el sector que pierda la puja por la presidencia del Concejo Deliberante, la UCR o Crear. Complicaría aún más la posibilidad de tener un bloque unificado en el Concejo. ¿Por qué habrían de enmascarar sus orígenes las fuerzas de Juntos por el Cambio si el secretario de Gobierno ingresa sin haber dejado Consenso Federal? No es llamativo, en este contexto, que puedan contarse con los dedos de una mano los dirigentes oficialistas que salieron a celebrar la designación. Otros coincidieron por lo bajo en una comparación: “Es como si Alberto Fernández convocase a Espert para la jefatura de Gabinete”.

El radicalismo es una de las fuerzas que quedó desairada. Sus autoridades tomaron una decisión: esperar a que el intendente electo termine el armado de su equipo para determinar el rumbo. “Si en ese momento no vemos que lo que representa la UCR está graficado en los cargos, vamos a una alianza parlamentaria”, avisaron. En ese caso, los radicales que asuman funciones en el Ejecutivo lo harían a título personal, como lo hicieron en el gobierno de Arroyo Alejandro Vicente y Guillermo de Paz.

Crear, la agrupación que reclama la presidencia del Concejo para Alejandro Carrancio, habla a través de Joaquín de la Torre. El ministro de Gobierno bonaerense dice no entender por qué hay una disputa por ese sitio cuando Montenegro se lo prometió a su concejal antes de las PASO. Avisa que la confianza ya está agrietada y, al sostener que el próximo jefe comunal recibirá un municipio con cuentas saneadas, se aparta de la narrativa que había empezado a construir el intendente electo.

Mientras, la principal controversia de la transición sumó nuevos capítulos. Hace una semana, la discusión por los nombramientos se circunscribía a dos versiones. La del intendente electo, que advirtió sobre el incumplimiento de la ley de responsabilidad fiscal, y la del saliente, que adjudicaba las designaciones de personal a un acuerdo con el sindicato municipal para reencasillar personal. Pero lo que era una palabra contra la otra dejó de serlo en los últimos días: la postura del gobierno empezó a desdibujarse y el intendente Arroyo quedó arrinconado.

La balanza comenzó a inclinarse con la incursión del principal bloque opositor. Unidad Ciudadana (o el Frente de Todos) presentó un pedido de informes en el Concejo Deliberante en el que pidió que “cesen” los nombramientos. El Sindicato tampoco se hizo el distraído pese a que unos días antes había firmado un nuevo aumento salarial: alertó en una nota dirigida a Arroyo que habría reencasillamientos por fuera de la Junta de Ascensos y Calificaciones.

La versión del gremio que conduce Antonio Gilardi terminó de tender el manto de sospechas sobre la administración saliente. No fue un punto de vista más: fue el enfoque de la entidad con la que el gobierno había argumentado las designaciones. Arroyo actuó como si no hubiera pasado nada. No dio explicaciones ni detalles. Tampoco indicios de que vaya a dar marcha atrás con los nombramientos del último semestre, los que están en la mira por la ley de responsabilidad fiscal. Habrá que ver si el pedido de investigación de un fiscal lo hace recapacitar.

Por lo pronto, Arroyo volvió sobre sus pasos en el otro asunto espinoso de la transición: el presupuesto 2020. Como pidió Montenegro desde un principio, el intendente solicitó una prórroga amplia, hasta el 20 de diciembre, para que sean las próximas autoridades las que pulan los números del primer año de gestión de Montenegro.