La acogedora escenografía mayormente verde del Centro Hípico General Pueyrredon, en Parque Camet, fue llenándose de color a lo largo de la mañana. La música, las voces de los animadores (Javier Teti y Patricia Garciarena) y, sobre todo, los ladridos, fueron ganando terreno en la mañana del domingo.

De entrada se percibía que algo especial se estaba gestando. Y así fue. De todas las ediciones de PetRun, sin lugar a dudas esta última resultó la más conmovedora de todas.

Se podría agregar, también, que si bien la organización establece un cupo cercano a los 400 inscriptos, lo cierto es que en esta ocasión, hubo más cantidad de mascotas.

La articulación entre los sectores público y privado dejó en evidencia, una vez más, que ese es el camino más acertado para alcanzar metas diversas.

Entre los representantes de las prestigiosas empresas que forman parte del sueño de Palestra, también acompañaron la actividad numerosos funcionarios gubernamentales: el senador nacional Maximiliano Abad, el senador provincial Ariel Martínez Bordaisco, la presidenta del HCD, Marina Sánchez Herrero, el presidente del Emder, Sebastián D’Andrea, la vicepresidenta del Emturyc, Johanna Panebianco, el director general de Cultura del Emturyc, Francisco Taverna, y el director del Departamento de Zoonosis, Pablo Alí.

La actividad saludable y solidaria para ayudar a Palestra, compartida con las mascotas, fue un disfrute pleno para todos los participantes. Realzado por la presencia de la madrina de PetRun, Mika Rescatista de Animales.

Luego de completar los recorridos previstos, y tras visitar los puestos de los emprendedores, food trucks con oferta gastronómica, y la posibilidad de vacunar gratis a las mascotas, llegó el momento protocolar.

Y al margen de las palabras de agradecimiento y compromiso de las autoridades disertantes, el testimonio de Guillermina Graciano, presidenta de la ONG, hizo emocionar a todos.

Primero agradeció el apoyo constante del municipio y los legisladores, también del staff de la organización y elogió el trabajo de rescatistas y proteccionistas de la ciudad (luego dos de ellas recibieron un reconocimiento especial por su labor diaria con los perros de la calle). Y resaltó el enorme trabajo que realiza otra reconocida rescatista de la ciudad, Celia Patuto, quien siempre suma aportes para PetRun y coordina el nexo con el grupo de rescatistas locales. Gracias a la gestión de Palestra, el grupo accedió a 20.000.000 de pesos en alimento para ayudar a sostener sus acciones, y pronto se sumarán otros 5.000.000 más en insumos veterinarios.

“Hoy en Palestra tenemos a 42 chicos en alojamiento permanente chicos. Muchos de los grandes que están aquí, ustedes los ven, ya son adultos, vivieron en el hogar por espacio de muchos años porque no pudieron aplicar en rango de adopción. Todos son universitarios y algunos están en casas de autovalimiento, trabajan. Cada vez nos llegan bebés más chiquitos. Algunos, por nacimientos de madres embarazadas de 11 o 12 años. Es importante que entiendan el contexto. Yo también salí de una situación de emergencia en mi niñez. Nosotros no tuvimos familia.

Pero ahora nos sentimos parte de algo muy importante. Es una esperanza. Estamos pidiendo a familias que tengan opciones de adoptabilidad que puedan recibir a niños y niñas de 2 o 3 años, porque no se puede vivir 15 años en un hogar. Es mucho tiempo. No la pasan mal, pero duermen hasta 12 personas en una misma habitación, porque las emergencias económicas que tenemos son considerables”, explicó, con énfasis y también con emoción, en una alocución con la capacidad de generar inmediata empatía en la concurrencia.

También se anunció el nacimiento de Palestra Te Ve, que se podrá ver muy pronto a través de la plataforma YouTube, y se constituirá en un nuevo canal de comunicación para visibilizar todo lo que hacer la ONG y cómo poder acercarse para colaborar, porque no sólo hacen faltan recursos económicos, sino también recursos humanos, es decir, manos que ayuden.

La gran fiesta de PetRun se cerró con el sorteo de diez importantes premios, donados por diferentes auspiciantes. Y sí, algunos se fueron de Parque Camet un poco más contentos. Pero todos lo hicieron con la convicción de que siempre es posible -y gratificante- entregar parte del valioso tiempo de cada uno para transformar la vida de otros.