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La Ciudad 6 de noviembre de 2016

Una marplatense ganó una beca y cumplió el sueño de estudiar en Rusia

Gabriela Rivarola se recibió de licenciada en Historia en la Universidad de Mar del Plata. El último tramo de la carrera lo hizo contra reloj, su único objetivo era llegar a San Petersburgo. Una historia de esfuerzo y superación que la llevó de ser camarera en un hotel a estudiante de maestría en una de las universidades más prestigiosas de Europa.

por Julia Van Gool

Quiso dejar la universidad en varias ocasiones, el esfuerzo que le conllevaba cubrir los gastos que acarrea cualquier carrera universitaria, incluso pública, hizo que dudara si todo ese trabajo valdría la pena. Empujada principalmente por sus profesores, Gabriela Rivarola no sólo logró recibirse, sino que consiguió ser una de las pocas marplatenses en ganar una beca que le permitió cumplir su sueño: cruzar el Atlántico y especializarse en historia de la inmigración rusa en Argentina.

Cursaba los últimos años de la carrera de Licenciatura en Historia cuando, en la materia Historia Contemporánea, comenzó a interesarse por la cultura rusa. A sabiendas que para especializarse en la historia del país nórdico debía incursionar en su idioma, se anotó en un curso de la sede de la Casa de Rusia en Mar del Plata. A partir de allí, y gracias al apoyo y colaboración de profesores y amigos, Gabriela superó las adversidades a las que muchos jóvenes se enfrentan a la hora de querer emprender una carrera profesional.

La joven asegura no creer en la meritocracia y entiende, en cambio, que toda muestra de disciplina permite un análisis crítico del contexto en el que se vive. “De modo que algo de eso intenté aplicar para comprender qué era lo que realmente podía hacer y qué no”, explica Gabriela desde su nuevo hogar en San Petersburgo.

La ya licenciada en historia nació en la ciudad hace 30 años, de origen muy humilde, pasó su infancia y adolescencia en Estación Camet. Cuenta que intentó desde pequeña refugiarse en la literatura y en la magia que el mundo de los libros le propinaba. “Podía olvidar la vida que llevaba”, expresó al tiempo que recordaba sus años en la escuela de Enseñanza Media y Polimodal N° 20 “Dr. Salvador Mazza”, al norte de la ciudad.

“Sabía que mi vida material me estaba encaminando a un futuro sin demasiado atractivo. Así que me negué a bajar los brazos y decidí estudiar”, recordó la joven dando cuenta que, muchas veces, elegir comenzar una carrera universitaria no sólo responde a una cuestión de voluntad, sino también de oportunidades.

En este sentido, destacó que acceder a la Universidad Nacional de Mar del Plata marcó un antes y un después en su vida. “Pude ver que el mundo que conocía en mi imaginación y el de la Facultad no era tan opuestos”, expresó.

“La Universidad tiene problemas pero ofrece algo cualitativamente diferente. Estoy convencida de que el acceso al conocimiento en los términos en que lo hace la universidad argentina, es digno de que todos lo sepamos, de que se comparta, que se instale la idea de que no sólo es posible y es pública, sino que, además, es de excelencia”, señaló.

La determinación que muestra es algo que también destacan sus propios profesores, como Anna Stroganova, directora de la sede local de la Casa de Rusia en Argentina quien asegura que en Gabriela está una de los próximos “referentes de Argentina”.

Habla con el cariño que una madre le puede tener a una hija, relación que seguro terminó de gestarse el día que Gabriela llegó a su clase de ruso agotada de las dos tareas que ocupaban todo su día: trabajar como camarera en un hotel céntrico de la ciudad y terminar la carrera para poder postularse a la beca que ofrecía el instituto ruso.

“No trabajaba para ser camarera, trabajaba para ser historiadora -aseguró- pero estaba muy cansada y Anna me incentivó, me dijo que no podía dejarla, que iba a estudiar hasta terminar”, recuerda emocionada porque asegura que ese fue el empujón que precisaba para seguir.

Gabriela llegó a Rusia el 17 de octubre y desde entonces la ciudad no ha hecho más que superar sus expectativas.
Sin embargo, su vínculo con la segunda ciudad más importante de Rusia inició unos meses antes, cuando pronta a presentar su tesis en la Licenciatura en Historia, recibió la noticia de que había ganado la beca para realizar una Maestría en Historia Rusa.

Lo que siguió fue definido por la protagonista como “maratónico”, en el plazo de seis meses debía presentar la tesis, cumplir con las obligaciones burocráticas del título, cubrir los requisitos necesarios para emprender el viaje a Rusia y finalizar todos los trámites que esa oportunidad conllevaba.

“Realmente desde que me había convencido que mi destino era Rusia, simplemente pensaba en Peter’s. Había leído y visto lo que estaba a mi alcance y me parecía una ciudad inmejorable”, recuerda la joven profesional.

La Casa de Rusia en Mar del Plata

Desde su fundación en 1986, la “Casa de Rusia en Mar del Plata” se ha dedicado a difundir la lengua y cultura rusa en la ciudad.

A su vez, intervino en la gestión del acuerdo marco firmado en 2014 entre la UNMdP y la Universidad Estatal de San Petersburgo e integra el Consejo de Instituciones de la Comunidad Rusa en Argentina, cuya presidente es Silvana Jarmoluk.

Su directora, Anna Stroganova, destaca la importancia de incentivar a los jóvenes a cumplir sus sueños, sobre todo a aquellos que viven en contextos de vulnerabilidad. “Hay muchos jóvenes con ganas de estudiar, con ganas de aprender. Hay que hacer algo por ellos, alguien tiene que ayudarlos”, aseguró.

En este sentido, señaló que anualmente entre 15 y 20 jóvenes viajan a Rusia gracias a la becas otorgadas a través de la institución referente en Argentina.

De Mar del Plata pocos son los que han podido acceder, lo que hace del logro de Gabriela algo aún más destacable.

“Es muy difícil en algunas coyunturas vivir solo y costearse la carrera así que es común que el tiempo de estudio se prolongue. Yo no tengo hijos pero he visto compañeros cuyos desafíos fueron aún mayores. No creo que mi vida sea heroica ni sublime por eso mi anhelo más grande es, algún día, poder devolverle a la Universidad algo de lo que me dio”, concluyó Gabriela.



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