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Opinión 10 de noviembre de 2018

Una puja de poder en el Congreso

por Pablo Sieira

El peronismo en el Senado atraviesa una puja de poder inédita que se expresa mediante el reclamo de un grupo de gobernadores por el Fondo Sojero, pero está motivada por factores diversos, que van desde la reorganización del PJ hasta la posibilidad de que una victoria de Cambiemos desate un huracán judicial.

El Bloque Justicialista que preside Miguel Pichetto está completamente astillado, como lo demuestra la falta de una postura unánime frente al Presupuesto 2019 y el surgimiento del formoseño José Mayans como contrapeso del jefe de la bancada, con quien protagoniza cruces cada vez más tensos.

“Se enojó Miguel”, dijo un risueño Mayans algunos días atrás, después de la discusión que mantuvo con Pichetto, en la que el jefe (formal) del bloque soltó que “algunos gobernadores se compraron el traje cubano de la revolución”, en referencia a la posición combativa que vienen adoptando.

Mayans se ríe porque sabe, como también lo sabe Pichetto, que la pelea entre ellos no es personal sino política, es una puja de poder que resuena en el Senado pero se extiende más allá y llega hasta la sede del PJ, el peronismo institucional que empieza a reagruparse y se aparta de los planes que tenía Pichetto.

El presidente del Bloque Justicialista imaginaba un peronismo capaz de romper con su reciente pasado kirchnerista, pero institucionalmente está ocurriendo lo contrario: el PJ, encabezado por José Luis Gioja, suma cada vez más figuras alineadas que responden o al menos no le huyen a la ex presidenta Cristina Kirchner.

Agustín Rossi, Hugo Moyano, Felipe Solá, el camporista Eduardo “Wado” de Pedro, los intendentes del conurbano bonaerense ávidos de los votos de la feligresía K y Daniel Scioli forman parte de ese elenco, y se acercan gobernadores como Gildo Insfrán, de Formosa, y Gerardo Zamora, de Santiago del Estero, un ex radical cada vez más peronista.

Son precisamente Zamora e Insfrán (jefe político del senador Mayans) los que alientan la derogación del decreto del presidente Mauricio Macri que eliminó el Fondo Sojero y, a través de ese reclamo, promueven la independencia de los senadores peronistas respecto de Pichetto y suman a su movida a la catamarqueña Lucía Corpacci.

Quienes no forman parte de la rebelión no comprenden del todo el por qué de este frente interno que abrieron esos gobernadores y, entre sus elucubraciones, tiene menos lugar la interna grande del PJ que el peligro que podría representar para alguno de ellos una ratificación de Macri en el poder.

Mientras que el caso de Zamora es enigmático para los protagonistas de la trama, el de Insfrán les cierra por el lado de la causa judicial todavía abierta sobre las supuestas irregularidades en el manejo de la deuda de Formosa a través de la firma The Old Fund, atribuida a Alejandro Vandenbroele, acusado de ser testaferro del ex presidente Amado Boudou.

En Formosa, en cambio, dicen que en realidad el histórico caudillo provincial y su tropa están enojados porque el Gobierno no les presupuestó casi ninguna obra.

La pregunta que se hacen por estos días algunos de los que mantienen distancia de la lógica de unidad que ensaya el PJ es si lo que los junta a dirigentes como Insfran y Moyano con el kirchnerismo y allegados y los aleja del peronismo negociador de Pichetto no será el temor a que una victoria de Macri avive una avanzada judicial similar a la que afecta a Cristina Kirchner.

El argumento de la persecución judicial y el “lawfare” que suele usar Cristina podría ser la ambulancia que recoge a los heridos y los lleva a la sede del PJ, para juntarlos a todos tal vez detrás de ella o de los varios que “quieren ser”: Scioli, Rossi, Solá.

Senderos que se achican

En medio de la rebelión, a Pichetto todavía lo respaldan mandatarios de peso como el cordobés Juan Schiaretti y el tucumano Juan Manzur (pese a que su pelea provincial con su antecesor y actual senador José Alperovich también le genera algún dolor de cabeza al rionegrino), o el salteño Juan Manuel Urtubey, más alejado del peronismo tradicional.

Sin embargo, ese apoyo amenaza con estrecharse porque el PJ busca atraer también a esos dirigentes que rodean al jefe de bloque del Senado. Lo de la unidad podría ir más más en serio de lo que algunos piensan.

Ese acercamiento, que parecía imposible hasta hace algunos meses, ya no lo aparenta tanto: eso dio a entender recientemente el líder del Frente Renovador, Sergio Massa, otro de los aliados de Pichetto, con quien habla y se reúne seguido.

Massa no dijo que quiere unirse con el kirchnerismo, pero dejó de decir que es un límite y afirmó que los nombres ya no importan.

La puja de poder es en los hechos una pelea por imponer una forma determinada de reestructurar al peronismo para 2019.

(*): NA.



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