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Opinión 1 de septiembre de 2020

Una sola línea de vida integra todo

Por Florencia Segura (*)

 
Concililar es poner de acuerdo contrarios, por lo que ya no se habla de conciliación entre la vida personal y laboral, sino de integración, pasando de un concepto de Creación de Valor Compartido (CSV, por sus siglas en inglés) planteado por Michael Porter a un modelo de Creación de Valor Integrado, poniendo al ser humano en el centro de la economía. Este nuevo enfoque me gusta muy especialmente porque es sistémico y va al núcleo de todos los problemas que nos aquejan el día a día: la persona humana.

Desde el comienzo de la cuarentena, no solo en Argentina, sino también en el resto del mundo, las personas nos hemos tenido que acostumbrar a una modalidad de trabajo flexible que no todos conocíamos, utilizando la tecnología como herramienta fundamental, tanto para la gestión de los equipos, como para la vida personal y familiar.

Sin embargo, este método comenzó a estudiarse desde el año 1999 desde el International Center for Work and Family del IESE Business School de la Universidad de Navarra. Empezaron a hacer investigación sobre el tema trabajo-familia y se dieron cuenta que el término conciliación significaba poner en acuerdo contrarios.

De hecho, lo que tenían en la cabeza los directivos eran dos líneas opuestas de pensamientos. Una era la línea del trabajo y la otra era la línea de la familia. Y cuanto más éxito laboral había encontraban que más fracaso familiar había. Reflexionaron y ofrecieron un modelo nuevo, más holístico, más integrado para que los hombres y mujeres que dirigieran tuvieran una visión más amplia de la realidad. Es por ese motivo que Nuria Chinchilla, doctora en Dirección de Empresas del IESE y Fundadora del Centro Internacional de Trabajo y Familia creo el triángulo de la sostenibilidad, que primero llamo de la reconciliación, y ahora cada vez más habla de integrar la vida en una sola línea, y no líneas opuestas. De hecho, afirma que trabajo y familia son amigos, no enemigos, ya que todo lo que vivimos de un lado nos lo pasamos al otro.

 

El índice IFREI

Una herramienta útil para poder medir, diagnosticar cómo estamos en la empresa es IFREI (Iese Family Responsible Employment Index), el Indice de Empresas con Responsabilidad Familiar Corporativa, término también creado por Nuria, que se trabaja desde el Centro Internacional Trabajo y Familia del IESE Business School, y que también utilizan las diferentes escuelas asociadas en diferentes partes del mundo, tales como el IAE en Argentina. Hoy por hoy son ya 20 países los que están trabajando con este modelo.

¿Qué es lo que nos da? No solo una foto de la empresa en general, sino de los diferentes departamentos para ver hasta qué punto se tienen entornos laborales en los que existe ese enriquecimiento, esa flexibilidad, ese poder conciliar trabajo y familia y vida personal o son entornos más rígidos, más intoxicantes, que imposibilitan poder tener familia y poder tener vida después del trabajo. Es importante ver las diferencias y cuánto tenemos de un tipo y otro para descubrir las best practices y que los demás puedan hacer un benchmark.

Según la profesora Nuria Chinchilla, “es cierto que las empresas están dificultando mucho la realidad de la vida de las personas cuando son demasiado cortoplacistas, por eso no solamente es necesario cuidar de la ecología medioambiental, de la naturaleza, sino también de la ecología humana. De todo aquello que estamos destrozando cuando trabajamos con personas como si fueran máquinas.

La contaminación de la sociedad (ecología humana), tiene un doble efecto. El efecto de que nos quedamos dentro, internamente en la empresa, los adictos al trabajo, que son los que realmente van rompiendo los vínculos con el alrededor y parece que trabajan mucho, nos dieron mucho resultado, pero hay un momento en que se rompen ellos o se rompen los que están alrededor, por lo tanto, intoxican ese ecosistema.

El otro efecto, es externo, social debido a la baja tasa de natalidad en el mundo. Por ejemplo, en España, tenemos 1,1 hijos por mujer, pero todos los países del mundo están bajando su nivel de natalidad y aunque los países africanos aún están cerca a cuatro, siguen bajando, y todos ellos tienen dificultades para reconciliar la vida laboral de la personal y familiar. Por eso además, la edad media de la maternidad se ubica en los 34 años y va subiendo, cuando ya los óvulos son menos y de menor calidad. Estamos viviendo un poquito contra la naturaleza. Además, tenemos educación de niños en manos de otros, de las redes sociales, sin ningún tipo de filtros.

También hay cada vez más rupturas, problemas de salud con depresión y estrés, que nos lleva a un altísimo gasto en ansiolíticos, tal es así que se calcula que hay más bajas por estrés, que por maternidad. Todo esto son consecuencias de un mundo que cada vez va más acelerado y más hacia el trabajo cortoplacista, economicista, sin tener en cuenta, que somos humanos los que estamos trabajando en el día a día”.

 

Causa del conflicto

 

Desde el IESE hicieron un estudio con miles de personas en las que les preguntaban: ¿Cuál es la causa del conflicto que tienes entre el trabajo y la familia? El primero que salió, fue la incompatibilidad de horarios entre la escuela y la jornada laboral. El segundo, la falta de políticas de empresa, que facilitaran ese equilibrio trabajo-familia. Es por ello que Nuria Chinchilla y Maruja Moragas escribieron el libro Dueños de nuestro destino, porque tanto hombres como mujeres, necesitan primero tener claro cuál era la causa de su conflicto. Y luego es ser reactivo ante todo lo que nos va llegando: demandas del entorno laboral, del entorno u objetivos a corto, porque además hay sanciones o hay premios y, por lo tanto, tenemos una manera de reaccionar segura, rápida.

Nuria Chinchilla habla de trayectoria vital, no de carrera: una sola línea de vida que integra todo. Para hacer bien nuestro trabajo hace falta empezar con el quien soy en competencias, en motivos que nos mueven en valores, en como me mira el mundo, en que traigo de mi familia, cuáles son mis raíces. Cuanto más conozca quien soy, más claro tendré adonde voy. Descubrir mi misión personal es única e irrepetible. Para eso es necesario un proceso de autoconocimiento con feedback de quienes nos rodean, nuestros diferentes grupos de interacción en todas las áreas de la vida y un gran sentido de escucha profunda.

Albert Einstein decia que el problema del hombre no está en la bomba atómica, sino con el corazón que veo a los demás, ese mismo corazón con el que me quiero a mí misma y ahí está el gran tema de la autoestima, que muchas veces es un problema de autocontrol. Pero aquí habrá que revisar los motivos: si son intrínsecos, extrínsecos o trascendentes. Si vivo solo de los dos primeros, es decir de la motivación individualista o de la externa, mi autoestima penderá de un hilo, pero si busco la trascendencia en lo que hago, mi trayectoria vital será más estable y menos pendiente de los vendavales del entorno. Esto es muy importante también al momento de gestionar equipos de trabajo. La misión que tenemos es única e irrepetible. Descubrir nuestro propósito es muy importante, lo que encontraremos en nuestros valores.

 

Las tres efes

 

La profesora Chinchilla habla de las tres F necesarias para tener sociedades empresas y familias sostenibles. Una es la Feminidad, que promueve ampliar la perspectiva desde la que se enfocan problemas y situaciones difíciles o retadoras. En consecuencia de esta diferencia de perspectiva se generará la complementariedad. Otro se refiere a Familia en donde se forman competencias y a través de la asignación de roles y en una convivencia armónica se genera la corresponsabilidad. Finalmente, el elemento Flexibilidad, promueve la confianza y el compromiso.

Es importante ir formando en liderazgo familiarmente responsable, y garantizando que cada directivo y cada gerente en la organización entienda qué significa ser flexible con Responsabilidad Familiar Corporativa, porque hay que gestionarla. Involucrar a la alta dirección y sobre todo que sean role models sera fundamental. Hay que revisar constantemente los estereotipos de roles, específicamente, requeridos para el liderazgo, y aquí sí que es importante introducir valores femeninos, porque sino, cada vez que pensamos en un líder, lo que primero nos sale es un traje, saco y corbata.

Tenemos que hacer un esfuerzo también para integrar y revisar los procesos formales de contratación y promoción. Para evitar paternalismos y maternalismos y dejar también que los hombres y las mujeres tomen sus propias decisiones. Promocionar personas con trabajo flexible, incluso a las embarazadas porque es la única manera de que ese cambio este siendo real. También es importante revisar los procesos de evaluación, muchas veces habrá que evitar el tiempo de permanencia en el trabajo, como un punto positivo. Como criterio de evaluación, deberíamos ir cada vez más a la dirección por objetivos.

 

(*)  Directora de AgendaRSE.