“Todos escondemos algo”, dice Valentina Bassi sobre los personajes de La ratonera, obra de teatro que desde hoy jueves y hasta el domingo 21 subirá a escena en el escenario del Lido (Santa Fe 1751). Emblemática historia de Agatha Christie, la obra reúne a un elenco de todas las generaciones: Hugo Arana, María Rosa Fugazot, Daniel Miglioranza, Gloria Carrá, Fabián Mazzei, Walter Quiroz y Fabio Di Tomaso, además de Bassi.

“Entre los que estamos encerrados está el asesino y la víctima, pero todos tenemos nuestra cuota de misterio. Y todo se devela al final”, agrega. Y celebra el grupo de actores y actrices que integran el elenco. “Cuando estás al lado de alguien que actúa bien, actúas bien, estar al lado de un buen actor te ayuda a actuar mejor, eso lo sabemos todos, y por eso nos apoyamos tanto”, dice a LA CAPITAL.

La actriz, que en 2018 estuvo tres meses en Mar del Plata como parte del elenco de El Ardor, que dirigió Luciano Cáceres en el Auditorium, dice que Mar del Plata es casi casi su segundo hogar. En esta ciudad, el público la vio en La Casa del Bernarda Alba, una original puesta de José María Muscari, y aquí también presentó la película Al desierto, que protagonizó bajo las órdenes de Ulises Rosell, su pareja.

Defensora de la legalización del cultivo de cannabis con fines medicinales, Valentina contó que fabrica su propio aceite para tratar el autismo de su hijo. “Sigue siendo ilegal el cultivo, yo tengo esperanzas de que la presión de la sociedad y la necesidad lleguen al Congreso, y que el autocultivo sea legal como lo es en Uruguay. Hay muchísima gente, sobre todo adultos mayores, que necesitan el aceite de cannabis porque alivia mucho los dolores”, dijo.

“A partir de que se lagalice el uso de cannabis medicinal se van a abrir las puertas de la investigación, se va a saber más, y una vez que se destrabe que es una droga peligrosa, que no es así, se va a avanzar a pasos agigantados. Yo lamento que estemos tan quedados”.

Valentina cuenta poco de La Ratonera, teme dar a conocer aspectos centrales de esta historia de intriga y asesinato que sucede en medio de la nieve. “Somos ocho personas aisladas en una hostería, uno va a matar y uno va a morir, siempre contado con comedia porque la obra tiene muchísimo sentido del humor y por suerte pudimos sacarle el mayor provecho”, agrega.

-Siempre que se aísla a un grupo humano aparecen los rasgos de una microsociedad, aparece lo muy bueno y lo muy malo. ¿Coincidís?

-Absolutamente. Eso pasa en la obra. La pareja que es dueña de la hostería, personajes que hacen Gloria Carrá y Fabián Mazzei, es una pareja divina que está por cumplir un año de casados y en un momento empiezan a dudar uno del otro, a tener celos y empiezan a salir cosas producto del miedo y de la desconfianza por estar encerrados con un asesino.

-¿Le encontrás algún nivel metafórico a la pieza?

-Lo que a mí me gusta de Agatha, y yo la comparo mucho con Hitchcock, es que sus historias no tienen pretensiones, son extraordinariamente lúdicas, por eso les gusta mucho a los niños y a los adolescentes. Porque es como un juego, es eso de decir ‘¿vamos a jugar a que alguien va a morir?’ No es una historia ambiciosa en ese sentido, no es que quiere dejar un mensaje. Las obras que quieren dejar un mensaje a mí ya me empiezan a dejar de gustar. Acá (en La ratonera) está el misterio sin otras pretensiones que el juego y lo lúdico y eso para mí es un recontra valor porque cuando se pretende más de lo que hay se suele hacer agua. Los personajes están uno más loco que el otro y eso te coloca como espectador en el lugar en el que tenés que estar, que es el lugar de juego.

-¿Hacer teatro de género implicó alguna preparación especial como actriz?

-Sí, primero nunca había hecho género y después porque tenés que actuar y ocultar a la vez. Agatha va tirando pistas, vos tenés que actuar porque a tu personaje le van pasando cosas, pero también tenés que ocultarlo porque el personaje oculta algo y porque el espectador no se tiene que dar cuenta de algunas cosas. Entonces ahí hay un juego: como actriz uno siempre quiere transmitir todo y acá tenés que hacer un jueguito, no podés transmitir todo, ocultás y mostrás. En el ocultar y en el mostrar estuvo la pluma de cada uno para no develar el misterio.