Río 2016

Velasco: “Me gustaría que el proyecto siga creciendo”

El entrenador del seleccionado argentino de vóleibol, tras la eliminación en los Juegos por la derrota ante Brasil, le anticipó a LA CAPITAL que están dadas todas las condiciones para su continuidad y que incluso los dirigentes lo esperarán por cuestiones personales que está sufriendo en Italia, por la salud de su hija.

Por Vito Amalfitano

Desde Río de Janeiro, Brasil

El deporte argentina necesita a Julio Velasco. Pep Guardiola charlaba con Velasco para aprender. Carlos Retegui, el entrenador del seleccionado argentino de hockey sobre césped que ayer se consagró campeón olímpico, dijo hace pocos días que “hay que reflejarse siempre en Julio Velasco”. Los hombres sabios se necesitan al frente de los equipos y de los proyectos. Y de eso, y de muchas otras cosas, con la caballerosidad de lo caracteriza, habló con mucha tranquilidad con LA CAPITAL Julio Velasco, entrenador de la Selección Argentina de vóleibol, a pesar de que habían pasado pocos minutos de la derrota ante Brasil por 3 a 1 (25-22, 17-25, 25-19 y 25-23) y de la eliminación en los Juegos Olímpicos.

Velasco fue estudiante de filosofía y en esa condición llegó a presidir un Centro de Estudiantes en tiempos difíciles. Militante comunista en ese momento, fue perseguido por la dictadura militar y él mismo dice que el vóleibol lo rescató de esa pesadilla. Construyó una carrera increíble en el exterior. Campeón de todo con la selección de Italia, fue manager de Lazio, cumplió servicios similares en Inter y alguna vez Berlusconi lo quiso directamente para dirigir al Milan en fútbol. Ahora accedió dirigir a la Selección Argentina porque, él mismo lo confiesa, no quería quedarse con esa deuda sin saldar antes de “jubilarse”.

Velasco le confirmó en esa charla a este medio que todo está dado para que siga al frente de la Selección, pero confesó que primero tiene que atender un problema personal delicado, la enfermedad de su hija, en Italia. Pero dio a entender que las autoridades del vóleibol argentino, como corresponde, lo esperarán todo lo que sea necesario. Justamente porque no solo el vóleibol argentino, sino todo el deporte nacional, necesita a Julio Velasco.

La charla derivó en esa cuestión fundamental de la continuidad pero antes el entrenador se explayó sobre lo que significó esta participación de Argentina en Río 2016.

-¿Qué le dejaron Julio estos Juegos Olímpicos más allá de la frustración final?

-Lo más importante que me dejan es la certeza de que podemos jugarle de igual a igual a las potencias, pero todavía hay pequeñas diferencias que nos permiten estar cerca pero no llegar a la cima. Estar cerca no es estar. Se ha emparejado todo mucho en el vóleibol. En ese sentido hoy estamos como en el fútbol y hay un puñado de equipos que nos podemos ganar entre nosotros y contra los que podemos perder también. Estamos trabajando para sostenernos en ese club exclusivo, de 6, 7, 8 seleccionados que pelean por los primeros lugares.

-En lo técnico, ¿Dónde está ese punto que falta?

-Mirá, yo celebro que en una conferencia o en una nota de vóleibol se hable de juego, de técnica, pero fijate que en el fútbol no sucede a menudo eso. Y por un lado está bien. Porque en estos deportes juegan mucho otros factores, fundamentalmente lo mental. Yo lo que puedo decir es que estoy muy orgulloso de los jugadores por lo que dieron. Aunque es cierto que en este nivel (cuartos de final de los JJ.OO.) se necesita mejorar algunas cosas, porque los detalles siguen haciendo las diferencias. El voleibol hasta hace algunos años seguía teniendo dominios de ciclos con la Unión Soviética, después Estados Unidos, luego nos tocó con Italia. Ahora vemos que algunos equipos como Canadá, Irán o nosotros mismos (Argentina) somos competitivos. Pero, por alguna razón, todavía nos falta para consolidarnos en la elite, para sostenernos en ese lugar bien arriba. Eso sí, de lo que estoy seguro es de que dimos todo lo que pudimos. Yo le digo al jugador que lo peor que le puede pasar es jugar otra vez el partido una hora después. Porque si es así es porque nos faltó algo. Y yo estoy convencido de que no, que en este partido con Brasil dejamos todo, entonces hay que dormir tranquilo y no volver a jugar el partido. No alcanzó esta vez, volveremos al gimnasio, trataremos de mejorar esos pequeños detalles y el año que viene estaremos otra vez tratando de buscar esa elite.



-En Argentina no siempre se valoran los proyectos. O no se comprende que es el mejor camino. Le pasa en fútbol , saltando de estilos todo el tiempo, mientras que Alemania desarrolló un proyecto integral, con una idea de juego durante muchos años y hoy son los mejores del mundo. El reordenamiento del vóleibol argentino necesitaba a Velasco. Ahora en la consolidación también lo necesita. Esa continuidad de un proyecto, de una idea, ¿puede llevarnos a darnos ese plus del cuál usted habla, ese poco que nos falta para consolidarnos en esa elite?

–Yo creo mucho en los proyectos, yo creo que las personas son importantes si están insertadas en un proyecto global, en el que se trabaje en equipo, con ideas claras. Siempre insertado también en un sistema de juego y de trabajo. Tengo el staff técnico que va en el mismo sentido, y tienen que estar los dirigentes consustanciados en la idea, porque son los que toman decisiones, los que organizan , que apoyan. Dan apoyo institucional, de insfraestructura. Se necesita todo. Yo desearía que el proyecto siga. En el crecimiento del vóleibol participamos todos. Me gustaría que el proyecto siga creciendo sí. Cada vez un pasito más. No pedir cosas imposibles o insignificantes. Estas compitiendo con grandes potencias. Fíjense que Brasil ha sido capaz de organizar un Juego Olímpico, nada menos.



-En definitiva, ¿en cuánto tiempo se puede resolver su continuidad o no en el cargo?


-Yo no creo que haya problemas porque el presidente de la Federación ya me ha expresado el deseo de mi continuidad. No habrá ningún problema en ese sentido. En este momento hay un problema mío. Yo lo que tendría que hacer es volver a Buenos Aires y quedarme un mes y resolver todo. Pero este año ha sido muy duro para mí, porque mientras preparaba a la Selección he tenido un problema muy importante de salud de mi familia, que además me ha condicionado, porque no tuve un día de descanso. Eso hace que yo ahora tenga que volver a Italia apenas pueda para estar cerca de mi hija que tiene este problema. Es una cuestión mía. No es que las autoridades o los dirigentes no me responden a mi requerimiento. Yo necesito ir a mi casa ahora. El presidente ya me ha dicho que no habrá inconvenientes y que desea mi continuidad…



-¿Qué significó haber dirigido a la Selección Argentina en unos Juegos Olímpicos, después de tantos años fuera del país?


-Primero un gran honor. Y segundo, una grandísima emoción. En estos Juegos Olímpicos yo tuve que hacer un esfuerzo muy grande para gobernar las emociones porque arriesgaba de perder lucidez, muchas veces. Sobre todo con la hinchada. Yo siempre le digo a mis jugadores que cuando uno está concentrado en el partido no tiene que saber ninguna otra cosa, ni quien está en el gimnasio. Si está la mujer, si hay una chica muy linda, si está el hijo. No tiene ni que darse cuenta. Y a mi a veces me pasaba que me iba. Escuchaba a la hinchada, algo que no tendría que hacer. Yo tenía que estar tan concentrado como ellos, y sin escuchar ni quien está. Pero pasa que hacía mucho que no escuchaba esos cantitos, no estaba más acostumbrado. Y eso para mí es muy fuerte, es como que llama la historia de uno. Fueron 30 y pico de años fuera del país. La parte emotiva fue muy fuerte. Lamento no haber podido ayudar al equipo a que tome una posición mejor porque los chicos se lo merecían, los que acompañaron se lo merecían. Pero si he contribuido en algo al crecimiento del vóleibol argentino, es a lo que vine. Yo no vine por una medalla. Yo vine a tratar de devolverle al vóleibol argentino y al país lo que me había dado. Y que cuando podía empezar a hacer algo importante como entrenador me fui a Italia. Pensaba quedarme 3 años y me quedé definitivo. Italia es un país que amo profundamente. Dirigí la selección de Italia muchos años y también fue un honor para mí hacerlo pero haberme jubilado como entrenador sin haber dirigido nunca la Argentina no me lo hubiera perdonado. Era lo que me faltaba. Estoy muy contento de vivir esto, de estar una buena parte del año en Buenos Aires, estoy muy contento de entrenar en mi lengua. Es muy lindo. A pesar de que hoy no es un día lindo porque perdimos. Pero estoy muy contento de ser el técnico de la Selección Argentina y de haber estado al frente del equipo en los Juegos Olímpicos.



-En el marco de ese sueño cumplido, ¿cómo maneja usted y el grupo la frustración de la derrota?


-Todos los jugadores deben sentir un gran orgullo. Porque ellos no solo han mejorado en la técnica, como jugadores. Ellos han mejorado como personas, han crecido como grupo. La Selección de vóleibol no es una familia. A mí no me gusta mucho usar esas expresiones. La familia es lo que a uno le toca. La Selección de vóleibol está en permanente competencia. Es lo que yo he establecido. El jugador que está hoy, por ahí mañana ya no está. Porque puede haber uno mejor, o uno que yo crea que es mejor, y puedo estar acertado o equivocado. Esas reglas del juego las saben. Sin embargo, han crecido como equipo, y se ha formado una gran unidad como equipo, y lo transmiten, más allá de una individualidad. Eso lo tienen muy asumido, y lo transmiten. Nadie tiene el puesto asegurado, no hay nombres intocables. Hay que romperse el alma siempre. Pero una vez que se toma la decisión y este es el equipo, el equipo es una cosa sola, monolítica. Y eso hace que estén bien, en la convivencia, a lo largo de los días. Y lo mismo nos pasa a nosotros con el staff técnico. Esto no es como en un Mundial que cada uno tiene su habitación. Somos seis en un departamento. Nos pisamos los pies. Si a veces es difícil, cuando los novios se casan, aguantar un año, porque es cuando mayor cantidad de divorcios se producen, porque una cosa es verse en el bar y otra convivir, imagínense esto de estar todos juntos de esta manera. Y nosotros convivimos bien, porque encima de todo están los grandes objetivos del grupo. Y esto es lo que hace que hasta la amargura de la derrota sea relativa. Saber que podemos mejorar. Todos, jugadores y cuerpo técnico, sabemos que todavía se puede mejorar.

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