Arte y Espectáculos

Veloz, rítmico y con la violencia del ambiente, el disco “Tambores de arena” desconcierta al mismo autor

Guiado por la libertad absoluta, Juan Robles creó un disco de trece canciones en las que aflora la superposición de sonidos, lo barroco y la intertextualidad. Un ensayo musical: "No creo poder definirlo", dijo el autor de 20 años.

 

Generó una máquina sónica y veloz formada por la superposición de sonidos. Minucioso e intuitivo, de ellos hace brotar música. En su tercer disco, el artista Juan Robles propone “Tambores de arena”, un material barroco y urbano y desmesurado formado por trece canciones que nacieron a partir de su mudanza a Buenos Aires, que reflejan la violencia de esa urbe y que están atravesadas por el encuentro con personas que lo conmovieron.

Coros, sonidos electrónicos, músicas de la televisión muy reconocibles, efectos y una voz poderosa cosen este original disco que editó de manera independiente con el apoyo de su socio musical, el músico Teby Frontera.

Con veinte años, casi a contrapelo de su generación, el artista nacido en Mar del Plata no elige la música urbana como primera manifestación artística. Aunque nunca reniega de ella.

 


 

 “No es muy lógico para mí quedarme de brazos cruzados viendo cómo se apoderan del panorama personas que me parecen de lo más banales y torpes que hay en este oficio. Por eso hice Tambores de arena”.

 


A veces algo extemporáneo, “Tambores de arena” le genera al mismo autor cierto desconcierto. “No creo poder definirlo”, esgrimió en una entrevista con LA CAPITAL. “Me gustaría que de eso se encarguen quienes lo escuchen. Por lo pronto siento que es un buen paso antes del siguiente. Ya veremos hacia dónde encaramos”.

¿Un disco intertextual? “Podría ser”, admitió. “Aunque quizás la idea sea que no se entienda demasiado. Al menos hoy. Yo tampoco lo entiendo mucho y no me interesa hacerlo. Por eso ya estoy pensando en otra cosa. Nuevas canciones y nuevos sonidos”, adelantó Robles, quien también es autor de los discos “Notas de voz” y “Perspectiva Buksed”.

Mientras afina la banda con la que lo presentará oficialmente el 11 de agosto en la ciudad de Buenos Aires, en JJ Circuito Cultural, ya piensa en mostrarlo en vivo en Mar del Plata.

-¿Se dificulta el pasaje al formato de banda teniendo en cuenta las capas electrónicas y los sonidos de cada canción?

-Sí, va a ser difícil, pero la banda que armé es tremenda, están todos muy ajustados. Y somos familia, tocamos hace tiempo juntos. También ocurre que me aburro rápido y no tengo ganas de calcar el sonido del disco, por eso las presentaciones que hagamos van a plantear, siempre dentro de la lógica que sugiere “Tambores de Arena”, versiones modificadas.

-¿Qué tan complejo fue armar cada canción?

-Las células melódicas fundamentales de cada canción nacieron de manera natural, sentándome al piano o tocando la guitarra. Me gusta componer de esa manera. Después agarraba la computadora y empezaba a jugar poniendo capa sobre capa y rompiendo lo más que podía todo aquello que se me tornaba familiar, respecto al sonido. Fueron noches largas. Experimenté mucho con los ritmos de baterías, sobre todo, que es de las cosas que más me divierten. Luego, cuando ya estuvieron las trece canciones escritas y presentadas en Ableton pusimos manos a la obra en el home-studio de Teby Frontera, mi socio musical y mano derecha importantísima en todo lo que hago. Ahí nos sentamos a profesionalizar y seguir toqueteando el audio y los arreglos, con ojo quirúrgico, pero siempre habitando el caos total en cada jornada. La libertad de producción fue absoluta.

-¿Cuál fue el elemento germinal del disco?

-Haberme mudado a Buenos Aires me inyectó una adrenalina tremenda. Hay una violencia en el ambiente que es contagiosa y creo que inevitablemente sentí la necesidad imperiosa de expresar toda esta locura en un disco. También apareció una persona crucial en mi vida que alteró de manera satisfactoria toda mi matriz emocional y, como si eso fuera poco, me mostró muchísima música nueva. El poder del amor.

-Tenés 20 años, éste es tu tercer disco. A diferencia de otros músicos y músicas de tu generación que transitan la llamada música urbana, vos te metés en otras latitudes. ¿Te sentís alejado de las sonoridades mainstream que marca a los pibes y pibas de tu edad?

-No sé si me siento alejado. Hay cosas que me parecen interesantes (aunque probablemente no del mainstream puro y duro). Lo que sí siento es un gran vacío cuando escucho mucho de lo que suena hoy día. Parafraseando un poco a Bukowski, no es muy lógico para mí quedarme de brazos cruzados viendo cómo se apoderan del panorama personas que me parecen de lo más banales y torpes que hay en este oficio. Por eso hice “Tambores de arena” y por eso sigo y seguiré escribiendo, para decir las cosas de la manera que considero que tienen que decirse.

-¿Por qué Tambores de arena? una imagen de una enorme fragilidad.

-Hay un poema de Miguel Hernández donde define a la plaza de toros como un tambor de arena. Me fascinó esa idea. Un tiempo después leí a Marco Polo, que hablaba de las Dunas Cantoras y aseguraba haber escuchado “redobles de tambores y chasquidos de espadas”. Me pareció un concepto poderoso.

-En cuanto a la imagen de tapa, reconstruís el cuadro La lección de anatomía con vos mismos como cuerpo inerte, ¿cómo relacionás esa imagen con la música?

-No supe lo que estaba haciendo en ningunas de las etapas del disco. Y me imaginé que, si yo sabía qué significaban todas estas canciones, el público menos, por eso me interesó la imagen de abrir a alguien para ver qué tiene adentro, para saber de dónde viene todo eso que hizo o dijo.


Podés escuchar “Tambores de arena” acá:

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