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Opinión 6 de mayo de 2019

Venezuela una bomba a punto de estallar

*Por Raquel Pozzi

La República Bolivariana de Venezuela indefectiblemente es una bomba de tiempo con un cronómetro administrado por la Federación Rusa y los EEUU quienes dirimen rencillas como esquirlas de un pasado que no pasa.

El historiador francés Fernand Braudel consideraba que “la historia es hija de su tiempo” como una forma conceptual para comprender evoluciones, tensiones y continuidades en el corto, mediano y largo tiempo histórico.

El caso preciso de la situación en Venezuela es el tiempo largo según F. Braudel donde la realidad histórica está velada por los acontecimientos inmutable y circunstancias tales como la incursión de actores con fuerte implicancia ideológica como son La República Popular de China y la República de Cuba que inciden directamente en el atolladero venezolano, dos estados con sistemas políticos comunistas con híbridos paradigmas en sus políticas económicas, un reflejo cabal del cambio de mentalidades en estructuras sociales tan diversas.

Por otro lado, siguiendo la línea braudeliana, el caso de las continuidades se circunscribe al detenimiento del tiempo histórico en disputas regionales propias de la guerra fría, entre los EEUU y la URSS, la historia comparada y la geopolítica en acción interdisciplinaria otorgan el marco teórico para comprender el fenómeno de la continuidad de los tiempos históricos de la guerra fría. Discernir como las continuidades, rupturas y evoluciones tensionan sobre la historia política y económica de Venezuela, es un gran desafío, sobre todo en el contexto del diseño pergeñado por el chavismo el “Socialismo del S. XXI” digitado desde la Habana, con fuertes rasgos de régimen político salvaguardado por las Fuerzas Armadas Nacional Bolivariana (FNBA) con el auxilio de otras estructuras militares que componen la tendinosa fuerza castrense venezolana.

La cúpula militar no es sólo el brazo armado del cuerpo político desgastado por la catastrófica administración de N. Maduro, sino el sostén de toda una estructura porosa por la corrupción devenida del narcotráfico, de la posesión de empresas estatizadas y de crímenes de lesa humanidad solapados por el clamor de consignas que representan discursos obsoletos y desgastados ante el embate de la condena que proviene del alicaído sistema multilateral de organismos que llegan tarde a cualquier tipo de resolución.

La cuenta regresiva en la bomba de tiempo ya está en marcha y lo único que podemos atinar es observar cómo se repiten los viejos esquemas, nuevamente EEUU y la Federación Rusa en un mismo tablero con piezas diferentes intentando resolver lo que en definitiva se repartirán. Gatopardismo en estado puro.

Vladimir Putin, presidente de la Federación Rusa.

Vladimir Putin, presidente de la Federación Rusa.

La Doctrina Putin

La “Doctrina Putin S. XXI” está en marcha, centralizando la decisión de su gobierno en reubicar a la Federación Rusa como potencia de primer orden en el sistema internacional estableciendo una nueva visión de riesgos y amenazas a la seguridad, re-convirtiendo los secretos del Kremlin en herramientas poderosas para generar un abanico multidimensional que deberán tener en cuenta los Servicios de Inteligencia del Estado para fortalecer al hombre de hierro, V. Putin.

Es preciso tener en cuenta que tras la desintegración de la URSS en 1991, se produjo la desaparición del KGB y la aparición de dos nuevos servicios: 1) El Servicio Federal de Inteligencia (FSB) que asume funciones de inteligencia interior, contrainteligencia, terrorismo y seguridad de las comunicaciones y 2) El Servicio de Inteligencia Exterior (SVR) que se encarga de la inteligencia externa junto a la Dirección de Inteligencia Militar (GRU). Ambas ramas –FSB/SVR- son minuciosamente coordinadas por el Consejo de Seguridad Nacional. Vladimir Putin construyó un escudo de hierro en su entorno tratando de escapar a los malos recuerdos en sus pasos por el KGB, la soledad en Dresde (Alemania Oriental), la caída del muro de Berlín y el silencio absoluto ante los pedidos de ayuda en Moscú marcaron el temple de acero de Putin.

En el as de su manga siempre lleva la frase que acuñara el economista, diplomático, político y canciller soviético Andréi Gromyko “Ningún conflicto en ninguna parte del globo podrá zanjarse sin tener en cuenta la postura y los intereses del imperio ruso o de la Unión Soviética” y Venezuela no es la excepción. La petrolera estatal rusa Rosneft es la cigüeña por dónde amortizará las pérdidas que podría generarle la caída del régimen madurista. Vladimir tiene todo calculado y junto a D. Trump han sellado un pacto secreto amparando la historia colosal de ambas potencias.

El reparto de Venezuela es un hecho, las deudas tanto interna como externa han desollado al estado y han condenado al ostracismo a sus habitantes. N. Maduro lo hizo y las Fuerzas militares han custodiado de manera meticulosa para que la tragedia se lleve a cabo. No tardarán en caer los culpables porque todo está a flor de piel y quienes esquilmaron Venezuela avizoran su propio destino, por esa y otras razones se aferran al poder, aunque el mismo provenga de la más impía mano que mece la cuna. D. Trump amenaza con una intervención militar; V. Putin apela a sujetar hasta las últimas consecuencias a N. Maduro; Miguel Díaz – Canel vigila sigilosamente su satélite más valioso y Xi-Jinping intenta rescatar sus capitales en el contexto de la guerra comercial con EEUU.

Donald Trump.

Donald Trump.

La Doctrina Trump

En una encarnizada guerra comercial con Xi-Jinping, Donald Trump insufla su pecho, no es para menos, los números en su economía son determinantes: 3,8 % de desempleo; 2,4 % aumento en la productividad; 4,1 % de pobreza; 3,5 % aumento anual de los salarios reales de los trabajadores y el ingreso de inversiones de todo el mundo basado en la confianza que genera invertir en la mayor economía global. Una vez más apuesta con cerrarle el paso a China oprimiendo su comercio exterior con el aumento de aranceles al 25 % a los productos que provengan de ese país. En este contexto negocian el reparto de Venezuela, los dos gigantes auguran un año complicado en las finanzas pero la inercia de años de crecimiento no los detendrá fácilmente, detrás y con el aliento agitado Rusia espera que todos volteen la cabeza hacia el oeste (Venezuela) y dejen de observar el conflicto que V. Putin tiene en el Mar de Azov con Ucrania, mientras tanto tiene el reaseguro económico de cobrarse cuentas pendientes con N. Maduro con refinerías venezolanas en suelo norteamericano (CITGO). El reparto de Venezuela está en marcha sólo les hace falta convencer a la aldea global que cada uno opera como el Mesías pero la estela de azufre deja entrever que la historia es hija de su tiempo y ese tiempo se escucha como un Tic- Tac, Tic – Tac.

*Analista en Política Internacional/Prof. En Historia.
Twitter: @raquelpozzitang