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Opinión 26 de enero de 2020

Victoria Ocampo, un ejemplo permanente de perseverancia

Por Mercedes Giuffré (*)

Victoria Ocampo nació un 7 de abril de 1890, en la casa familiar de San Martín y Viamonte, pleno centro de Buenos Aires, frente al Convento de las Catalinas, Victoria Rufina Epifanía Ocampo fue la mayor de las seis hijas del ingeniero Ocampo y Ramona Aguirre.

Victoria tenía todas las condiciones para ser odiada desde joven: bella, inteligente, independiente, con fondos propios, viajera, vivía sola, hablaba varios idiomas, creó una maravillosa y única revista: SUR. Se ha dicho que la literatura argentina compilada de manera sistemática y enriquecida con autores extranjeros nóveles y consagrados, no existió sino hasta que apareció SUR.
SUR habría de ser una colección que constituyó el sustrato de una nueva forma de estudiar la literatura argentina.
Abierta a las nuevas tendencias en la música (Stravinsky), las letras, las artes, la arquitectura, mecenas y filántropa, ella admiraba a Gandhi, su simplicidad, Victoria aplicó esa esencia minimalista y sencilla a su paradigma arquitectónico, y buscó nada menos que a Le Corbusier, para que la inspirara en lo que luego sería “la casa más fea de Mar del Plata” (1927) en Alberti y Carlos Pellegrini, donde se adelantó 90 años a los estilos actuales de construcción. Más tarde Bustillo a regañadientes le diseñó en ese mismo estilo, la casa de Palermo Chico, pero cuyos planos se negó a firmar.

Victoria amaba a Mar del Plata, ella misma afirmaba su “Pasión casi animal” por la ciudad, conocía todas las rocas de nuestro paseo costero. Su vida giraba alrededor de los largos veranos en Villa Victoria, sede de encuentros y tertulias; lugar donde Borges gestó nada menos que “El jardín de senderos que se bifurcan”.

Logró lo que ninguna otra mujer (u hombre) habría de lograr más tarde en Argentina, convocar, difundir y divulgar ampliamente, trascendiendo las fronteras del país, a personajes de las artes y las letras, tales como: Borges, Ortega y Gasset, Rabindranath Tagore, Ernest Ansermet, María de Maetzu, Gabriela Mistral, Hermann von Keyserling, Pierre Drieu La Rochelle, André Malraux, Aldous Huxley, Virginia Woolf, Gisele Freund, María Rosa Oliver, Pablo Neruda, Waldo Frank, Roger Callois, Julian Huxley, Eduardo Mallea, Oliverio Girondo, Norah Borges, Ezequiel Martínez Estrada, Paul Valéry, John Galsworthy, Sergei Einsenstein, Vittorio de Sica, George Bernard Shaw, Jacques Lacan, HG Wells, Le Corbusier, Igor Stravinsky, Albert Camus, AW Lawrence, Vita Sackville-West, Indira Gandhi. Su correspondencia epistolar con la mayoria de ellos, es una inacabable fuente de estudio.

Victoria Ocampo fue una defensora de los derechos de la mujer desde que nació. Rompió los moldes de clase y género ya desde su viaje de bodas con Estrada (1912). Posiblemente en esa profunda desilusion, sentó las bases de su tarea futura y de su decisoria irreverencia. La manera mediante la cual ella y otras mujeres como María Rosa Oliver, negociaron recorrer el difícil terreno entre las esferas públicas y privadas de su sociedad; forma parte de una historia intelectual de la Argentina, que aún debe ser documentada en profundidad.

Desde la creación de la Unión de Mujeres Argentinas (UMA), tan temprano como 1936, junto a sus amigas Susana Larguía y María Rosa Oliver, la creación de la Revista Sur, sus escritos y traducciones, que continuó hasta los últimos días de su vida; Victoria sigue aún hoy, siendo un ejemplo permanente de perseverancia en la prosecución del objetivo de obtener, aumentar y consolidar los derechos de la mujer. Falleció un 27 de Enero de 1979. La recordamos. La seguiremos recordando(*) Vicepresidente 2ª. de la Asociación de Amigos de Villa Victoria.