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La Ciudad 20 de agosto de 2017

La ciudad empezó a decidir un cambio dentro del cambio

Vilma Baragiola volverá a quedar como favorita para 2019. Mar del Plata la eligió como expresión del presente antes que cualquier otra propuesta que se pareciera al pasado. El massismo, en riesgo. Acción Marplatense busca disimular una ruptura.

por Ramiro Melucci
@RamiroMelucci

El pasado es, para los marplatenses, peor que el presente. Esa es una de las principales razones por las que todas las expresiones oficialistas derrotaron con contundencia en el distrito a quienes hace menos de dos años ostentaban el poder. Dentro de ese favoritismo, la gran ganadora en Mar del Plata fue Vilma Baragiola, que si nada raro sucede en octubre quedará otra vez a las puertas de la intendencia.

Una de las escenas de la noche electoral fue la del intendente pisando por primera vez un ámbito partidario desde el 14 de julio. Desde que ese día se inició la campaña electoral, Arroyo no había podido poner el pie en ningún sitio en que se decidiera la estrategia oficialista. Lo apartaron de hasta el más ínfimo acto de campaña y ni siquiera así lograron del todo evitar que sus errores mediáticos entorpecieran el camino al triunfo. El mejor ejemplo es la justificación electoral que otorgó a la ayuda económica del gobierno de Vidal, que irritó por igual a funcionarios locales, nacionales y provinciales.

La necesidad de una alegría personal llevó al intendente al búnker de Cambiemos. Después de sufrir la indiferencia de la campaña, era su momento de inflar el pecho. Dijo lo que había ido a decir: que las urnas plebiscitaron su gestión. Baragiola lo abrazó, pero a la hora de los agradecimientos no lo dudó: nombró a la gobernadora Vidal, al jefe de campaña, Maximiliano Abad, y al concejal Nicolás Maiorano; no a Arroyo.

La radical ha logrado escindirse de las penurias de la gestión. Quizás haya ganado las elecciones que menos esfuerzo le requirieron. Le sirvieron en bandeja los fondos, los actos y los funcionarios. Ella acompañó. Y las pocas veces que le tocó hablar no desentonó. Con declaraciones mesuradas, no cuestionó a nadie ni improvisó. Ya con eso marcó una diferencia con el que hasta hace poco más de un mes era su jefe: Arroyo no termina de aprenderse el libreto de Cambiemos.

¿Por qué si Arroyo parece perder el rumbo la ciudad respaldó con tanta decisión a la lista oficialista? Ese es el interrogante que más flameó en las horas posteriores a las primarias. Las razones podrían ser varias. Los millones que vuelcan en Mar del Plata los gobiernos nacional y provincial maquillan las carencias de la administración local. Las controvertidas decisiones en ciertas dependencias (Educación y Cultura, por empezar) impactan en el electorado menos de lo que se cree. Las fallas de Arroyo son tan habituales que ya se han transformado en una costumbre que no generan crispación alguna.

En dos años Macri y Vidal volverán a buscar al mejor candidato en Mar del Plata. Se basarán en encuestas y comportamientos. Hoy Baragiola aventaja a Arroyo en los dos ítems. Sobre todo, después de unas primarias que empezaron a moldear un cambio dentro del cambio. El jefe comunal parece no haberse notificado del flamante escenario, primera amenaza certera a su deseo reeleccionista.

Baragiola sabe, como nadie, que dos años pueden transformarse en una eternidad. Ya fue una vez la futura intendente. Ocurrió en 2013, después de imponerse en las legislativas. Después vino la presidencia del Concejo, el video en el sindicato de camioneros y el desplazamiento. Luego la derrota con Arroyo en las primarias de 2015 e incluso el traspié en las internas para elección de autoridades de la UCR. Auge, caída y resurrección en menos de cuatro años.

Al margen de ratificar su performance electoral, en octubre la candidata de Cambiemos garantizará la gobernabilidad en los últimos dos años de Arroyo. Lo logrará con cinco bancas, que le asegurarán la mayoría al oficialismo. Tendrá radicales, arroyistas, macristas, de la Coalición Cívica y hasta un ex massista. Heterogénea y difícil de prever, pero mayoría al fin. Y con menos arroyismo del que pretendía el intendente, primer dato concreto del nuevo cambio.

Es tanta la diversidad de la trinchera oficialista que uno de sus integrantes, el amigo de Arroyo y presidente del Concejo, Guillermo Sáenz Saralegui, apoyó abiertamente a un candidato de Unión Federal en las primarias. Baragiola aún no sale de su asombro.

Las necesidades de los candidatos que quedaron en la contienda ya están a la vista. Gutiérrez, referente de Cristina, debe declararle la guerra a la tijera y tratar de fidelizar el voto kirchnerista. Ciano, el elegido por Massa, precisa soportar una posible caída en los números de su jefe, que podrían producirse en virtud de la polarización entre Cambiemos y Unidad Ciudadana. Debe evitar que se repita el antecedente de 2013 de Emiliano Giri, que pasó del 11,48% en las primaras al 6,57% en la general y se quedó afuera del Concejo por el abrupto descenso de Francisco de Narváez.

En Acción Marplatense el panorama se oscureció. La módica suma de votos implica una derrota para Gustavo Pulti. El ex intendente había salido a respaldar a Artime en los días previos a las primarias. Las encuestas le pronosticaban 12 puntos sólo a su candidato: obtuvo poco más de cuatro. Con Rey incluido apenas juntaron 8,77%, casi en el límite del piso que se necesita para sumar concejales.

¿Dónde fueron los ocho puntos más que le pronosticaban a Artime y no reflejaron las urnas? Es lo que la semana pasada se preguntaron con indignación en Acción Marplatense. Una de las explicaciones oficiales fue que hubo más de 6000 votos anulados porque estaban junto al de otros candidatos locales de listas nacionales. El partido que llegó al gobierno con boleta corta está diciendo, diez años después, que una porción del electorado no sabe usarla.

La consigna del pultismo es instalar una agenda local. No le será sencillo después de tantos años ligado al kirchnerismo en una ciudad que demostró no ser kirchnerista. Pero el dilema del momento es cómo se integrará la lista final con candidatos de las dos listas. No se sabe qué lugar ocupará Rey en la lista de Artime. Jugaron un partido y ni siquiera se pusieron de acuerdo en el reglamento que se iba utilizar. Las relaciones entre los dos sectores que se enfrentaron el domingo pasado están casi rotas. Es difícil imaginarlos caminar las calles juntos después de todo lo que se dijeron en público y en privado. Pero es política, un mundo en el que el límite de lo imposible adquiere contornos borrosos.