Arte y Espectáculos

Viviana Rivero: “Es tiempo de incorporar el cuidado del planeta como un valor sagrado”

La escritora cordobesa presentó su primer libro infantil, "El nogal de Joaquín", en el marco del ciclo Verano Planeta. Además, adelantó ricos detalles de su próxima novela "Una luz fuerte y brillante". "Me gusta rescatar las microhistorias de gente común, no las de los próceres", aseveró.

Por Claudia Roldós

“Estoy super sumergida en la historia que estoy escribiendo en este momento, siento que estoy en Siria”. Quién habla es Viviana Rivero, la autora cordobesa que hace pocos días fue la invitada especial del ciclo Verano Planeta 2021. En ese encuentro, que se realizó en forma virtual, presentó su primer libro para la infancia, titulado “El nogal de Joaquín”. El material surgió de las charlas en familia durante el aislamiento por la pandemia y tiene ilustraciones de su hija, Victoria Altamirano. “El objetivo de este libro es promover que el cuidado del planeta, del medio ambiente, se incorpore como un valor más, no que se siga tratando simplemente como un tema”, definió.

La escritora que tiene 12 novelas publicadas en Planeta, habló con LA CAPITAL, como todos los años, en el marco de su presentación y además de valorar la experiencia de su primer infantil, adelantó jugosos detalles de la que será su próxima novela, que ya tiene nombre definido: “Una luz fuerte y brillante”. “Me gusta rescatar las microhistorias de gente común, no las de los próceres“, enfatizó, valorando también que se vale de “información de primerísima mano” que le da “credibilidad a la historia”.

– Estás terminando otra novela que situás en Siria ¿Cómo te planteaste abordarla?

– Sí, estoy super sumergida en la historia que estoy escribiendo, en este momento siento que estoy en Siria. La riqueza de ese país es enorme, la historia sufrida y tengo muchas informaciones de primerísima mano de gente que vino huyendo, de gente que ayuda a otras personas a huir, de gente que sigue allí. Valoro que me han dado información muy sensible, gente que se juega con lo que hace.

– Es un sello tuyo como escritora basarte en microhistorias reales. ¿En este caso cómo surgió?

– Conocí a un matrimonio, sobrinos de una lectora que me contó la historia. Su historia familiar es común, pero lo que me contaron de la huida, cómo atravesaron el escape de Siria, todo lo que ellos pasaron, es prácticamente textual. Yo pongo una historia de ficción, pero ciertas cosas, son tal cual, como en este caso y es lo que la hace creíble. Que quienes leen sepan que realmente a alguien le pasó lo que se cuenta. Deja ver que no andás a tientas, que no es un invento, que es algo verosímil y creo que le da calidad al libro, a la parte histórica, las personas que leen quizás aprenden algo que no sabían. Siempre se aprende cuando en una historia aparecen datos que no podés encontrar en internet o que no están de moda. Y si no están en una novela, estas microhistorias se pierden en la nebulosa de la historia, porque son historias de los seres humanos, no de los próceres.

– ¿Vos también aprendés en el proceso?

– En este caso estoy aprendiendo muchísimo. Además los lectores lo valoran porque son muy cultos, les gusta aprender, creo que es lo que más disfrutan de la novela histórica. Yo aprendo desde lo más general hasta cosas muy sutiles. Por ejemplo, estoy muy en contacto con el Centro Islámico, porque buscaba un nombre que tuviera un sobrenombre para el personaje femenino. Con ellos aprendí que en Siria, a nadie le dicen por el sobrenombre cuando dejan de ser niños. En este caso para mí era muy importante también, porque sabemos las diferencias de la situación, la vida de las mujeres sirias es muy diferente de la que tenemos acá y había que registrar ese choque de culturas con la vida de las mujeres en occidente. Hablo de la familia, del padre, que se lo ve como castrador, pero también de esos momentos de debilidad y frustración por tener que tomar las decisiones que toma o hacer las cosas que hace porque su cultura se lo impone aunque su corazón no sienta eso.

– ¿Ya tiene título?

– Sí, tiene título: “Una luz fuerte y brillante”. Va a salir para abril o mayo.

– Además de esta novela, en 2020 trabajaste en el libro infantil. Estuviste muy ocupada durante el aislamiento…

– En realidad la novela debía salir para el Día de la Madre, pero con la pandemia la vida diaria se me complicó tantísimo con todos mis hijos en casa, las desinfecciones, y por primera vez me atrasé un poco con el libro. Al cambiar la dinámica familiar cambia todo y además los primeros meses fueron de introspección.

– Bueno, pero ese cambio de dinámica también posibilitó que surja el libro infantil.

– Fue un tiempo en el que tuvimos muchas charlas con mis hijos, los dos son universitarios y uno no comparte tantas horas en épocas normales. Estuvimos muchos meses encerrados hablando de todo y una de las cosas que impactaron fue cómo cuando los seres humanos nos encerramos la naturaleza comenzó a florecer, aparecieron animales, los ríos se limpiaron… fuimos hablando lo mal que estaba el planeta, la necesidad de un cambio y se dio la la particularidad de tener visiones generacionales diferentes. Fue un aporte interesante de todos y con mi hija que es la artista plástica de la familia -aunque estudia psicología- pensamos que tenemos algo para decir, para dar. Así empezó la idea.

– ¿Y lo abordaron desde el eje de los valores?

– Sí, uno de los disparadores fue que tenemos un cúmulo de valores que nos han transmitido padres, abuelos, maestros, de los que estamos orgullosos. Y pensé que a este bagaje de valores que se transmiten falta incorporar como valor el cuidado del planeta. Nos pareció hacer un libro que sea un disparador para que las familias vean cual es el granito de arena que puede poner cada uno y que el día de mañana se pueda decir, ‘mi abuela me hablaba de esto’, ‘mi mamá nos inculcaba los valores del cuidado del ambiente’.

– Si bien el cuidado del ambiente está hoy instalado como tema, ¿creés que debemos ir más allá?

– De hecho hace un tiempo directamente no se trataba, no era un tema. Ahora todavía lo tratamos como un tema. Yo creo que es tiempo de incorporarlo como una de esas cosas importantes, sagradas, que transmitir a los que vienen. Y otra cosa interesante que notamos en estas charlas, generalmente a la noche, es que cuando te vas adentrando en el tema, y te vas poniendo más filosófica, descubrís que en realidad quienes cuidan la naturaleza no lo hacen solo por amor a la naturaleza, se cuida para los que vienen después, para el futuro, para el largo plazo, para quienes ni siquiera vamos a conocer, se cuida por amor al género humano. En el libro hay una página final que escribí para que niños y adultos se reencuentren conmigo y cuento una anécdota de cuando era chica e iba de vacaciones a un lugar donde había unas avispas de color flúo, naranjas, amarillas y verdes que me habían impactado. Cuando fui con mis hijos, que eran niños, logramos ver una sola. Hace poco volvimos y no existen más. Mis hijos no van a poder mostrarles eso a sus hijos. Eso me lleva a reflexionar que si no lo hacemos nos vamos a perder de muchas cosas, de mucha vida.

– ¿Considerás que como valor es una herramienta más fuerte para exigir cambios, cuidados?

– Es más profundo, porque con los valores no se juega, son sagrados. La idea con el libro es dar un espacio o el pretexto para hablar en familia, para opinar, para intercambiar ideas. Se vive tan apurado que uno no sabe, no piensa ni imagina cómo las cosas que uno come llegan a su plato, el proceso que lleva que la tierra nos brinde, porque nos sigue brindando. Es importante saber cómo funciona todo el ciclo. En algunas librerías lo venden con semillas al libro, me pareció hermoso, porque creemos que todo viene del supermercado y no conocemos todo el ciclo, el mundo, que parte de lo generosa que es la naturaleza y la maltratamos.

– ¿Cómo es esto de combinar el trabajo solitario de escribir, con el trabajo con tu hija para las ilustraciones?

– Creo que cuando uno trabaja con otras personas probablemente es más cuidadoso con cómo dice las cosas. En este caso no hay tanto cuidado, es más directo: ‘No me gusta’, ‘no lo voy a hacer así’, ‘si lo voy a hacer’. Fue un proceso muy lindo, yo escribí la historia, se la dejé a ella y le decía cómo me parecía que tenían que ser las ilustraciones, pero ella me cambió todo. Me planteó una perspectiva hacia algo más abstracto. Lo mío era lineal. Ella con diferentes figuras incluso con ilustraciones no figurativas transmite muchísimo. Fue emocionante ver cómo otra persona le ponía vida a lo que yo iba escribiendo o le daba rostro a los personajes. Las dos aprendimos con nuestras miradas tan distintas.

– ¿Se va a convertir en una serie?

– Sí, hablamos con la editorial, probablemente hagamos una saga de 3 o cuatro historias.

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