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La Ciudad 20 de enero de 2020

Vivir viajando, el sueño de muchos que una familia llevó a la realidad

Una familia santafesina emprendió una travesía "en cole por el mundo". Martín, su esposa "Teté", sus cuatro hijos y su suegra de 84 años recorren el país en colectivo y sueñan con llegar a Alaska. De paso por Mar del Plata, compartieron la aventura de su nuevo estilo de vida.

Martín y María Teresa, sus cinco hijos (Pablo, Juan Martín, Diogo e Indra más una bebé que está en camino) junto a su colectivo en la costa marplatense.

¿Quién no lo soñó alguna vez? Largar todo, subirse a una casilla rodante y lanzarse por las rutas a recorrer el país y por qué no, el mundo entero. Martín, su esposa “Teté”, su suegra y sus cuatro hijos -más un quinto bebé en camino- lo están intentando, pero fueron más allá. No adquirieron una casilla sino un colectivo interurbano, al que plotearon con el mensaje “En cole por el mundo”. Hace poco reorganizaron sus vidas y ahí están, en el camino, para “vivir viajando”.

“Somos una familia con un sueño: crecer viajando por el mundo”. El lema decora los laterales del colectivo blanco, turquesa y negro de 13 metros de largo que la familia Gauna, de Santa Fe, preparó durante un largo tiempo antes de lanzarse a la aventura.

La Costa Atlántica fue el primer destino de una ambiciosa e incierta travesía. Sueñan con recorrer la Argentina, pasear por el Mercosur, llegar a Alaska y también con cruzar en un barco a Europa para sumar kilómetros, experiencias y aventuras con destino inexplorado. En pleno enero arribaron a Mar del Plata y compartieron su nuevo estilo de vida con LA CAPITAL.

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La pasión por viajar en un colectivo interurbano transformado en hogar.

Jamás había manejado un colectivo, pero el “paño” lo conocía. Martín (42) vendía repuestos para camiones. La idea surgió al ver videos en Youtube y escuchar a tantísimas personas proyectar, casi como una utopía, montar un hogar rodante. “Es el sueño de muchos. Nosotros lo intentamos, nos animamos a llevarlo a cabo”, contó el chofer del vistoso micro, junto a María Teresa (41), fiel copiloto y compañera de vida desde hace 23 años y sus hijos Juan Martin, Pablo, Diogo, Indra. “Teté” dará a luz a su quinto hijo en abril.

Miriam, la mamá de María Teresa y suegra de Martín, con sus 84 años, completa a esta familia viajara de Santa Fe capital apasionada por andar y conocer el mundo.

El sueño se materializó hace poco. Haciendo un gran esfuerzo, compraron un colectivo interurbano. “Lo vaciamos, lo empezamos a equipar con amigos y familiares, lo homologamos, hicimos todos los papeles y hace 20 días decidimos sacarlo a la ruta. Ya recorrimos toda la Costa Atlántica”, indicó Martín.

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El micro todavía no está completo. Funciona perfectamente, cuenta con todos los permisos, pero aún no luce como esta familia proyecta. Martín ya lo tiene diseñado: una cama matrimonial, cuchetas para los chicos, cocina, living-comedor, dos baños, sistema de desagüe, paneles de energía solar, un tanque de agua de 500 litros, televisor, sillones, lavarropas… y “todo lo necesario porque la idea es vivir acá, vivir viajando”.

Que la ruta marque el andar

A futuro, la idea de esta familia es “vender todo” y poder vivir viajando dentro del colectivo. Los chicos lo disfrutan -sus padres pensaron especialmente en un sistema educativo que garantice la formación a distancia y les permita viajar-, Martín y “Teté” están “enloquecidos” con esta nueva vida y no dejan de pensar en próximos destinos.

“La idea es llegar a Alaska, pero antes conocer el sur, el norte y todo lo que podamos. Como en muchos viajes, el itinerario cambia en función de los lugares, de la gente que conocés, de lo que va surgiendo”, contaron.

En cuanto al trabajo, manejan “a distancia” su empresa que organiza eventos. “Después los gastos diarios son los mismos que en una casa, sin los servicios”, dijeron.

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“Ahora”, el mejor momento

A muchos se le pasa la vida corriendo detrás de un sueño. Quienes ven pasar el micro leen “En cole por el mundo” se maravillan y comparten su sana envidia. Excusas para no cumplir ese sueño, abundan.

“Es ahora, si no lo hacés ahora… ¿cuándo entonces?. Y no es una cuestión de plata netamente. Tenemos salud, 40 años, compartimos este sueño; es ahora”, reflexionó “Teté”, con los dedos sobre su panza de seis meses.

La familia decidió dejar de poner “excusas” para poner a prueba la aventura, sin saber cuánto durará ni a qué destinos llegarán. “Todo el tiempo estamos conociendo lugares, hasta ahora es maravilloso”, aseguraron.

La reflexión de un amigo fue clave. Le dijo “tenés 16 veranos para disfrutar con tus hijos, después ya hacen la suya”. La frase “me hizo un click; y decidimos que estos años queremos vivirlos así, andando juntos”, dijo Martín.

El presente los encuentra en su primer viaje de prueba, por la Costa Atlántica, antes de volver a Santa Fe a poner en condiciones “la máquina” y esperar, también, por la llegada del nuevo integrante de la familia.

Mientras tanto, viven el momento, el ahora, el presente. El mañana, seguramente, los volverá a encontrar en la ruta en algún lugar, haciendo realidad el sueño con el que muchos solo se limitan a soñar: andar “en cole por el mundo”.

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Los Gauna siguen recorriendo el país en su colectivo tras pasear por Mar del Plata

La burocracia de la aventura

Viajar por el mundo tiene un precio y no es solo el del vehículo o el combustible. Atravesar fronteras, lamentablemente para los soñadores, implica ciertas responsabilidades legales exigidas por cada país. La burocracia, a veces excesiva, sin embargo, no frena la aventura pero se hace sentir. Y por desgracia ignorarla, solo trae problemas.

“No es solo lanzarse a la ruta y salir. Hay que tener en cuenta los documentos y pasaportes. Es también pensar y saber por dónde salir y por cuánto tiempo. Si es por Brasil, el permiso es por un año y se puede extender. Por Chile el permiso es por seis meses. Varía según el país. Y hay que estar atento a las fechas porque las multas van del 30 al 70% del valor del vehículo”, explicó Martín.

La información es difusa y requiere cierta investigación y atención. Martín pasa horas leyendo sobre las legislaciones de cada país y sus fronteras, para tener todo en regla y que los impuestos, trámites, sellos y papeles que demanda la burocracia para los viajeros no empañen el sueño ni la aventura.

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