La Ciudad

Votar en prisión, ese derecho que no se pierde y dignifica

El acto eleccionario también se desarrolló en las tres unidades penales del Complejo Penitenciario de Batán. Entretelones de una jornada especial detrás de los muros.

El aula del CPU cambió su aspecto en la mañana del domingo. Las sillas y pupitres, que suelen recibir a los presos interesados en aprender, se amontonan contra las paredes, como si los hubiesen corrido para un baile, para una fiesta. De algún modo, no es tan distinto a una celebración, aunque con solemnidad. Mejor dicho, con seriedad.

La urna de cartón sobre la mesa resalta el número 46. Tres miembros del Servicio Penitenciario revisan el padrón y la caja con los DNI. En una de las cabeceras dos profesores de la escuela secundaria de la Unidad Penal Nº15 de Batán preparan las boletas únicas. Y entonces llega uno de los 147 presos en condiciones de votar.

El acto eleccionario por las PASO 2019 también se desarrolló en la cárcel de Batán, con la UP15 como la unidad más concurrida, por supuesto. Pero igual sucedió en el penal femenino (UP Nº50) y en la Alcaidía Penitenciaria (UP Nº44), donde mujeres, personas trans, adultos y hasta miembros de las fuerzas de seguridad pudieron elegir autoridades.

“Es una pena que no se pueda votar por gobernador o intendente, porque acá hay gente que tiene sus convicciones, gente informada a la que le hubiera gustado elegir a todos”, dice Juan, uno de los internos.

Los presos, por su condución de personas privadas de la libertad, no pierden el derecho a votar. Participar en democracia es lo que le garantiza dignidad y emitir el voto permite al interno sentirse parte activa de la sociedad. “Son pocos votos, pero no dejan de ser votos”, reflexiona otro preso que pide ser llamado “Toti” simplemente.

Según la ley, solo los procesados o condenados sin sentencia firme pueden votar, pero luego se necesitan otros dos requisitos fundamentales: el primero es figurar en los padrones, el segundo es tener a mano el DNI. Claro que este último punto cuenta con una dificultad extra y que es que los reclusos no pueden tener su documento encima. Por eso es que algunos se los piden a sus familias y otros los tienen en las oficinas administrativas del penal.

Cómo eligen

Las personas privadas de su libertad que están habilitadas aparecen en los padrones y en la UP 15 eran 522. Sin embargo, solo 143 tenían su DNI disponible. “No hubo información previa para que los que estaban en padrón pudieran saberlo. Esperemos que en octubre estas cosas se puedan solucionar para que muchos más tengan la posibilidad de entrar al cuarto oscuro y elegir”, avisa Juan.

Esa falta de información la demuestra un interno que llega y pregunta cómo hacer con el corte de boleta. Le dicen que no, que solo vota a presidente y a diputados nacionales. “¿Diputados?”, arruga la nariz y busca alguna mirada que lo ayude.

Solo dos fiscales de Juntos por el Cambio se acercaron a controlar la elección y a los pocos minutos de abierta la mesa ya eran parte de lo que pareció un grupo de trabajo. El mate de boca ancha pasa de una mano a la otra mientras se aguarda que por la puerta del Centro Pastoral Universitario llegue otro recluso, anuncie su nombre y su pabellón, tome la boleta única y vuelva para colocar la boleta, sin sobre, dentro de la urna.

En la cárcel de mujeres, la “50” el acto eleccionario es distinto. Es breve. Apenas 14 internas están en condiciones de hacerlo y a media mañana los maestros que son autoridad de mesa toman la urna y la guardan bajo llave hasta el momento del escrutinio.

“Es la primera vez que voto porque hace poco que estoy acá, me llamo Carolina y tengo 60 años. Cuando me enteré que estaba en el padrón lo llamé a mi hijo y le pedí que me trajera el documento. El deber cívico, como corresponde, lo cumplo y estoy muy satisfecha. En la general voy a volver a votar”, se ilusiona Carolina al igual que Graciela que está en el punto contrario del sendero: es la última vez que vota presa.

Graciela está pagando un homicidio cometido en la ciudad de Bragado y está próxima a recibir el beneficio de libertad anticipada. “Si todo va bien -agrega-, en las próximas elecciones no voy a votar en la unidad. Igual, este lugar para mí ha sido muy bueno, por el trato del personal y las otras internas”.

Las urnas de las dos mesas de la UP 15 están casi llenas. El padrón tiene marcada la asistencia y ya quedan pocos reclusos por votar. Uno de los últimos lo aclara porque lo quería decir. “Yo voto y sé lo que quiero, pero acá no vino ningún candidato jamás. Para ellos seguimos siendo un residuo. ¿Es fea la palabra residuo? Bueno usá la que quieras, mientras entiendas lo que te estoy diciendo. Ni uno vino a decir qué proponen o qué cosas quieren cambiar”, dice y saluda al irse.

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