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Cultura 18 de julio de 2017

Trayectoria de un ingeniero inquieto

Un repaso por las ideas de Luis de Vedia, ingeniero e investigador, que llegó a vivir en Mar del Plata y que estuvo al frente del Intema. Actualmente es vicepresidente de la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales.

por Alejandro Manrique

La sede de la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (Ancefn), situada en la “Casa de las Academias” del barrio de Retiro, en la Ciudad de Buenos Aires, inspira seriedad y solemnidad. Cuna de prestigiosos académicos que contribuyeron a la ciencia y la tecnología del país a través de los años, tres de sus miembros fueron galardonados con el Premio Nobel. En sus salones se pueden apreciar invaluables colecciones de publicaciones que marcaron un tiempo en la historia y la divulgación de la ciencia, tanto a nivel nacional como internacional.

Con su afable proceder, Luis Alberto de Vedia llega unos minutos después de la hora pautada al encuentro y hasta se disculpa gentilmente -e innecesariamente- por la sutil demora. “…Se me complicó porque hoy vine en auto, por el tránsito, siempre vengo en el transporte público…”, afirma con preocupación sincera.

Mencionar sus antecedentes y distinguida trayectoria no es tarea fácil. En 1968 se graduó de ingeniero electricista en la Universidad Nacional de La Plata y en 1974 obtuvo el título de postgrado “Master of Science in Welding Technology” en el Cranfield Institute of Technology de Inglaterra. Fue Jefe de la División Soldadura y del Departamento de Servicios de Asistencia Técnica a la Industria (SATI) de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), entre los años 1968 y 1977. Trabajó en la actividad privada, ocupó cargos en la Fundación Latinoamericana de Soldadura y hasta 2010 fue investigador principal de la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires. Fue profesor en el Instituto de Tecnología “Jorge A. Sabato” y en la UBA, al igual que en varias universidades de países latinoamericanos.

Dirigió proyectos de organismos públicos y privados, tesis de investigación y publicó un centenar de trabajos en revistas especializadas a nivel internacional. Fue incorporado en 2007 como miembro titular de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, en 2009 como miembro titular de la Ancefn y en 2015 como miembro titular de la Academia Nacional de Ingeniería.

De Vedia tiene un fuerte vínculo con la ciudad de Mar del Plata, donde residió entre los años 80 a 86 cuando se desempeñó como Director Sustituto del Instituto de

Investigación en Ciencia y Tecnología de Materiales (Intema), perteneciente al Conicet y la Universidad Nacional de Mar del Plata, donde también fue profesor.

“Tengo lindos recuerdos de la ciudad”, señala entusiasmado. En 1996 fue designado Profesor Honorario de la universidad local con distinción de Académico Ilustre.

A continuación, el diálogo sostenido con el actual vicepresidente de la Ancefn en el que no faltaron los temas relacionados con la ciencia e innovación tecnológica, la investigación, la cultura y la educación, en una amena y enriquecedora charla.

– Ingresó a la CNEA inmediatamente después de graduarse de ingeniero.

– Yo nunca trabajé como ingeniero electricista, me recibí en 1968 y entré en la CNEA, en el viejo departamento de combustibles y materiales. Son las circunstancias cuando uno se recibe, se me presentó eso y me pareció una buena oportunidad. Trabajé en el Departamento de Metalurgia, que a su vez dependía de la Gerencia de Tecnología de la cual Jorge Sabato era el gerente.

– ¿Cuándo lo conoció a Sabato?

– Lo conocí cuando ingresé al SATI, mientras él estuvo allí, era un visionario. Creo sin ninguna duda que es uno de los responsables principales del desarrollo nuclear en Argentina. El hecho que tengamos los reactores de uranio natural y que manejemos todo el ciclo de combustibles, los elementos combustibles para los reactores, todo fue inspiración de Jorge Sabato.

– ¿Qué problemas destacaría en la ciencia argentina actual?

– Un problema de la ciencia argentina que veo es el tema de los evaluadores, si bien los trabajos pueden publicarse en realidad son de investigadores que no pertenecen al Conicet sino a las universidades. De alguna manera son útiles, pasan un poco disfrazados de innovación tecnológica. Esto acarrea dos aspectos. Uno conspira contra la producción de artículos de investigación científica con referato, en definitiva, contra la buena ciencia de calidad. Otro es el tema de la inversión privada en ciencia, los laboratorios de empresas privadas tienen que competir en situación desfavorable con un grupo de una universidad, los costos que tiene una empresa privada son diferentes y es una competencia desleal.

Siempre inquieto

Además de sus libros y monografías técnicas en soldadura, de Vedia resumió su vida profesional, experiencias y actividades, al igual que su interés por la filosofía de la ciencia y la tecnología, en su libro “De fierros, física y filosofía – Memorias de un ingeniero inquieto”, un racconto donde también expone sus reflexiones en lo atinente a la cultura y la educación.

A fines del año pasado, el prestigioso académico visitó la ciudad de Mar del Plata y dictó una conferencia titulada “Errores en Ingeniería: ¿Qué aprendemos de ellos?”, en el marco del 50º aniversario de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Mar del Plata. Oportunidad que fue propicia para que sus autoridades le entreguen un presente muy especial: una edición impresa de su librito. “…Fue una grata sorpresa, ni me imaginé que me harían ese obsequio…”, dice con gran satisfacción.

– ¿Cómo nace su interés por la filosofía de la ciencia y la tecnología?

– Siempre me interesaron los aspectos filosóficos de las ciencias físicas, fundamentalmente las implicaciones filosóficas de las teorías científicas. Cuando estuve en Mar del Plata, con algunos colegas del departamento de física, Daniel Ávalos y Carlos Galles, que se dedicaba a la historia y filosofía de la ciencia, empezamos a organizar seminarios, un poco desprolijos e informales, hicimos algunas cosas interesantes. Recuerdo, por ejemplo, el seminario sobre Galileo, usando los “Estudios Galileanos” de Koyré, hicimos de diferentes temas. Empecé a colaborar con una publicación, hacía reseñas bibliográficas, después el tema me siguió interesando, casualmente cuando me enfermé en el peor momento estaba en la actividad privada, volví a mi viejo amor de filosofía de la ciencia, hice unos cuantos seminarios en la Universidad Austral en un postgrado y posteriormente comencé a dar cursos.

– Divulga esta temática y otras a través de internet…

– Tengo tres páginas web: la de filosofía de la ciencia y tecnología, una sobre mecánica de materiales y otra de tiro deportivo, mi otra afición. Siempre me ha gustado el tiro deportivo y participo activamente. Recientemente tuve una satisfacción grande porque gané en el torneo de apertura de “Bench Rest” del Tiro Federal. No colecciono armas ni compro armas antiguas, soy instructor de tiro certificado.

– ¿Cómo ve la educación del ingeniero en la actualidad?

– Quienes se reciben ahora tienen un conocimiento profundo de sus áreas de estudio, me da la impresión, más bien la certeza, que tienen un conocimiento mucho mas sólido de su especialidad que el que teníamos nosotros, los veo más afianzados.

– ¿Existe obligación de hacer materias humanísticas?

– Eso a nivel postgrado, doctorado, pero de grado no, ni en Sabato ni en la UBA, en ingeniería no. Ahora, a lo que voy, lo que veo es que junto con ese altísimo conocimiento especializado que alcanzan, me parece que tienen una ignorancia supina del resto, tanto de humanidades como incluso de otras ciencias. En la época nuestra, se me ocurre que éramos un poco más universales.

– En sus trabajos ha mencionado reiteradamente la discusión de las “dos culturas”, planteada por Charles Snow en la década de 1950/60 para referirse al distanciamiento entre la cultura científica y la humanística.

– Justamente, yo sigo pensando que la cultura es una sola. Yo sigo creyendo, como Snow, en la integración. Los chicos hoy se reciben y saben muchísimo, de computación, informática, etc. pero son a veces ignorantes de cosas que antes formaban parte de la cultura mas básica y universal.

– ¿Tiene que ver con el deterioro educativo?

– Yo creo que eso tiene que ver no sólo con la condición de la universidad, sino con el deterioro que ha sufrido la enseñanza primaria y secundaria. En mi caso, soy un producto de la escuela del Estado: la primaria estatal, la secundaria estatal, fui a la universidad estatal, hasta el postgrado lo hice en Inglaterra en una universidad estatal.
Recuerdo que, sobre todo en la escuela primaria, teníamos unos libros buenos, el manual del alumno Kapelusz o Estrada eran maravillosos, eran muy buenos, uno los leía con una paciencia enorme, a mí me parece que eso ha desaparecido, lamentablemente el nivel de los docentes actuales no es el de los de antes. Hay todo un deterioro, estamos viendo las huelgas actualmente, de nunca acabar.



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