Por Marcelo Pasetti
twitter: @marcelopasetti

En el último verano, más de cuatro millones de personas pasaron por Mar del Plata. Familias tradicionales, jóvenes en escapadas cortas, jubilados activos, trabajadores remotos con la notebook en la mochila. Todos distintos, todos buscando algo más que sombra y arena. El turista de hoy –y más aún el del mañana– quiere experiencias auténticas, entornos cuidados, propuestas culturales, buen wifi y sobre todo, sentirse parte de un lugar.

En tiempos de hiperconectividad, crisis climática y fatiga urbana, viajar dejó de ser simplemente moverse. Es también una búsqueda de salud, vínculos, calma y belleza. Y es ahí donde destinos como Mar del Plata, si logra adaptarse, puede marcar la diferencia.

Hubo un tiempo en que viajar era sinónimo de valijas repletas, largas rutas de asfalto caliente y postales repetidas. La foto en la Rambla, la sombrilla clavada como estandarte, el hotel familiar de siempre… pero algo ha cambiado. No de golpe, como un trueno, sino lentamente, como el vaivén justamente del mar cuando baja la marea.

Los especialistas y analistas del turismo, de todo el mundo, no dudan en afirmar que estamos entrando en una nueva era de esta industria. Una donde el viaje no se mide solo en kilómetros sino en significados. Una donde no se trata solo de ir, sino de estar.

Las crisis -económicas, sanitarias y hasta existenciales- nos devolvieron a lo esencial. En lugar de escapar lejos, muchos buscan ahora refugio en lo conocido. El pequeño pueblo con pan casero, la cabaña en la sierra o la playa que guarda un verano de infancia. Se revaloriza lo local, lo accesible y lo afectivo especialmente, campo en el que Mar del Plata, como ciudad de todos los argentinos, marca una notable diferencia.

Un punto de inflexión

Mar del Plata se encuentra frente a un punto de inflexión. La ciudad ya no puede pensar su temporada como un calendario acotado entre diciembre y febrero. Las escapadas de fin de semana largo, el turismo wellness (una forma de viaje que se centra en la mejora del bienestar físico, mental y emocional de los viajeros), la gastronomía como imán, el crecimiento de visitantes seniors y la llegada de nómadas digitales están reconfigurando el mapa turístico. La pregunta que se impone es: ¿estamos listos para esa nueva demanda?

Mientras tanto, el cambio climático pone presión sobre el borde costero. La infraestructura envejece. La hotelería tradicional pelea contra plataformas como Airbnb. Y el modelo de los balnearios cerrados entra en tensión con una ciudad que reclama cada vez más espacios públicos de calidad. En este contexto, expertos, urbanistas, operadores turísticos y autoridades coinciden: Mar del Plata tiene todo para dar el salto, pero necesita animarse a una transformación profunda.

Desde el Ente Municipal de Turismo Mar del Plata, su directora general, Valeria Méndez, asume el compromiso de repensar el turismo como una herramienta clave para el desarrollo sostenible, la inclusión social y la transformación cultural de nuestra ciudad. “En un mundo en constante cambio, donde las formas de viajar, trabajar, descansar y habitar los territorios se redefinen, Mar del Plata se proyecta como un destino preparado para liderar los desafíos del futuro“, sostiene.

Y añade que hoy el turismo ya no se limita a la estacionalidad ni a las propuestas tradicionales. “Los visitantes -dice- buscan algo más que descanso: desean experiencias auténticas, vivencias culturales, contacto con la naturaleza, opciones gastronómicas locales, espacios accesibles, conectividad digital y una ciudad que los reciba con identidad propia y sensibilidad ambiental. Y Mar del Plata tiene con qué responder a esa demanda”, enfatiza.

El turista que viene: ¿quién es y qué quiere?

Atrás va quedando el turista modelo “familia tipo en carpa o departamento por quincena”. Hoy la demanda es más fragmentada, exigente y cambiante. Mar del Plata recibe públicos cada vez más diversos, cuyas elecciones están marcadas por el estilo de vida, la edad, la tecnología y una fuerte conciencia ambiental y social.

Surgirán nuevas modalidades y se afianzarán otras como la del turista exprés, que llega un viernes a la tarde y se va el domingo después del mediodía. Busca eficiencia, buena gastronomía, un lugar donde desconectar (o teletrabajar un rato) y propuestas culturales o naturales cercanas. Este tipo de visitante, muchas veces joven y urbano, ya no espera vacaciones largas: busca experiencias breves pero memorables.

En tanto, con el envejecimiento poblacional, crece el segmento de adultos mayores que viajan fuera de temporada, con mayor poder adquisitivo y demanda de servicios: accesibilidad, salud cercana, tranquilidad, cultura. Para Mar del Plata, este público representa una oportunidad concreta de romper con la estacionalidad.

El “turista express”, muchas veces joven y urbano, ya no espera vacaciones largas, sino que busca experiencias breves pero memorables.

Se incrementará también la presencia de los “nómadas digitales”, profesionales jóvenes, solos o en pareja, que trabajan en forma remota. Buscan buena conectividad, alojamientos flexibles, cafeterías tranquilas y cierta vibra urbana. La ciudad tiene capital simbólico y oferta, pero aún carece de infraestructura pensada para ellos.

Otro fenómeno será el de las familias multigeneracionales. Abuelos, padres e hijos que viajan juntos. Necesitan actividades diversas y seguras para todas las edades, desde espectáculos teatrales a propuestas inclusivas en la playa. También demandan alojamiento más amplio y flexible.

Párrafo aparte para el “turista verde”. Sensibilizado con el medio ambiente, elige destinos que cuiden su entorno y promuevan el consumo responsable. Pregunta si el balneario recicla, si la excursión tiene impacto ambiental mínimo, o si hay opciones gastronómicas especiales. Es un segmento pequeño pero creciente.

Cambios en los gustos de los visitantes

La gente buscará menos “veranear” de forma genérica y más vivencias únicas, adaptadas a sus intereses: talleres culturales, gastronomía local, contacto con la naturaleza, recorridos históricos no convencionales.

Como vienen insistiendo las autoridades, se debe pensar en el turismo todo el año. El “turismo de temporada” tiende a diluirse. Habrá más escapadas cortas, viajes fuera del verano tradicional y un crecimiento del “workation” (trabajar mientras se vacaciona). Mar del Plata, coincide en señalarse, tiene potencial para ofrecer eso si se consolida con buena conectividad y servicios.

Al mismo tiempo, los turistas elegirán destinos que se perciban como responsables con el ambiente. Eso implicará para Mar del Plata una presión (o una oportunidad) para cuidar su costa, gestionar mejor sus residuos y visibilizar su compromiso ecológico.

En cuanto a las tendencias que impactarán a Mar del Plata, en lo más alto figura la transformación digital del turismo. Desde realidad aumentada en los museos hasta apps de guías interactivas, los visitantes querrán experiencias más conectadas. Las redes sociales seguirán marcando qué lugares “se ponen de moda”.

Además, crecerá el interés por propuestas que combinen descanso con salud física y mental: spas, yoga frente al mar, senderismo suave, alimentación saludable. Mar del Plata tiene con qué competir en este rubro.

Se impondrá también la reconversión de la infraestructura turística tradicional. El modelo de hotelería clásica puede perder terreno si no se invierte e innova, ante alternativas como departamentos temporarios o alojamientos boutique. También se verán cambios en los balnearios, con una oferta más segmentada y premium.

Valeria Méndez no duda en señalar que proyectan una Mar del Plata “donde la tecnología se ponga al servicio del turismo: a través de herramientas inteligentes para la gestión y promoción, recorridos interactivos, plataformas digitales accesibles para todas las personas y una conectividad integral en todo el territorio. Así, construimos una ciudad más preparada, inclusiva e innovadora, capaz de responder a las demandas del turismo del presente y del futuro“.

Y añade que “impulsamos una Mar del Plata más abierta, creativa y sostenible. Promovemos iniciativas que fortalecen la cultura local, el cuidado del espacio público, la reconversión de servicios turísticos y la generación de experiencias que integren la historia, la modernidad y la identidad marplatense”

El cambio climático no puede ignorarse tampoco. La erosión costera, la temperatura del agua y fenómenos extremos serán un tema central. No solo en términos de impacto, sino también como parte del nuevo relato turístico: cómo una ciudad costera se adapta al cambio.

“Entendemos que el cambio climático, la transformación digital y la evolución de los modelos de alojamiento y recreación requieren una planificación integral, con participación de todos los sectores”, sostienen desde el Emturyc, donde se trabaja en articulación con el sector privado, las universidades, las organizaciones de la sociedad civil y otras áreas del Estado, “con una visión estratégica centrada en el desarrollo de un destino inteligente. Queremos -afirman- una ciudad donde la innovación se traduzca en más oportunidades, más empleo, mejor calidad de vida y mayor valor agregado para quienes nos visitan y para quienes eligen vivir aquí”. En este marco, se impulsó el programa Visite Mar del Plata, una herramienta clave para el posicionamiento internacional de la ciudad.

“Esta iniciativa forma parte de nuestra estrategia de transformación digital y promoción turística, y busca consolidar a Mar del Plata como un destino competitivo, moderno y sostenible. A través de la creación de plataformas digitales multilingües, contenidos interactivos, recorridos inteligentes y campañas de difusión en mercados clave, Visit Mar del Plata nos permite atraer nuevos públicos, ampliar la visibilidad global del destino y ofrecer una experiencia más personalizada y accesible. Así, la tecnología y la innovación se convierten en puentes que conectan a Mar del Plata con el mundo”, interviene Méndez.

Una industria resiliente

Será clave también atraer al público del AMBA que busca escapadas cortas como así también desarrollar el turismo cultural y urbano. “Mar del Plata -señalan desde la Municipalidad- tiene historia, arquitectura, teatros, gastronomía y tradición, lo cual puede potenciarse aún más. De hecho hay margen para que la ciudad se piense también como un destino de ciudad, no solo de playa“.

La pospandemia, la crisis económica y el cambio cultural están transformando silenciosamente la forma en que viajamos. En un mundo marcado por el vértigo de los cambios tecnológicos y el impacto de las crisis globales, el turismo, sin dudas una de las industrias más resilientes del planeta, se reinventa. Y Argentina no es la excepción.

“El turismo que viene será más humano, más consciente y más local. La pregunta no es si cambiará. La pregunta es quién estará preparado para recibirlo”, sostienen desde la Cámara Argentina de Turismo. Y en este sentido, Mar del Plata enfrenta el reto de repensar su identidad. La ciudad que fue símbolo del turismo de masas de verano -a decir verdad, aún lo sigue siendo de alguna manera- necesita ahora diversificarse, apostando al calendario anual, captando al visitante de escapadas, ofreciendo propuestas para adultos mayores, fortaleciendo el perfil cultural y mejorando su infraestructura.

En definitiva, el turismo va a cambiar, y mucho, en los próximos años, y hay varias tendencias que ya están marcando el camino. A modo de síntesis puede consignarse que habrá “menos turismo de masas”, más búsquedas de experiencias auténticas, personalizadas, con conexión local y emocional. Además, el turista va a priorizar vivencias únicas: gastronomía local (Mar del Plata se encuentra en posición inmejorable en este sentido), cultura, naturaleza y actividades sostenibles.

No debe descuidarse tampoco el enfoque en la sostenibilidad. Cada vez más viajeros eligen destinos que cuidan el medio ambiente y la comunidad. Así, certificaciones verdes, alojamientos ecológicos, movilidad eléctrica y consumo responsable van a ser clave.
Además, crecerá el turismo de bienestar y salud. La gente busca desconectarse del estrés y reconectarse con su bienestar físico, mental y espiritual. Spas, retiros, termalismo, yoga y naturaleza, van a crecer en demanda, como ya lo estamos viendo en Chapadmalal y otros enclaves del sur marplatense.

Un nuevo segmento es el del “turista verde”, sensibilizado con el medio ambiente. Elige destinos que cuiden su entorno y promuevan el consumo responsable.

Suicida será ignorar el mayor uso de la tecnología. La inteligencia artificial, realidad aumentada, asistentes virtuales y automatización van a transformar la planificación y la experiencia del viaje. También crecerán los viajes híbridos: turismo más trabajo remoto (workation).

Entre la revalorización de lo local y el desafío de adaptarse a nuevos viajeros pasarán los ejes más destacados del turismo que viene. El desafío, en Mar del Plata, excede a las autoridades de turno y debe convertirse en bandera de todos aquellos que en forma directa o indirecta se benefician con la llegada de los visitantes.

Según el presidente del Emturyc, Bernardo Martin, Mar del Plata tiene una trayectoria turística reconocida, pero también un enorme potencial. “Construir la ciudad del futuro implica animarse a transformar, a escuchar nuevas voces, a integrar sostenibilidad con creatividad y tradición con tecnología. Ajustamos los servicios a la demanda captando mercados nuevos y siempre apostando al turismo joven sea en pos del entretenimiento, viajes de egresados, nómades digitales y diferentes medidas de arribos”, considera.