Pasaron 72 horas desde el hallazgo de un cadáver carbonizado en un descampado del barrio Las Heras y ni la Policía ni la Justicia saben todavía quién es ni mucho menos quién cometió el crimen o por qué.

El hecho es investigado por la fiscal Romina Díaz, y según las conclusiones del informe preliminar de autopsia, la víctima es un hombre de aproximadamente 35 años que no murió ni por las llamas ni por ahorcamiento, como se podía inferir en un principio por una soga encontrada alrededor de su cuello. Según los datos del Cuerpo Médico Forense de la Policía Científica, el hombre presentaba un fuerte golpe en la cabeza que le causó un “traumatismo encéfalo craneano grave”.

Según informaron fuentes judiciales consultadas por LA CAPITAL, durante el fin de semana no se acercó ninguna persona a identificar el cuerpo -que quedó carbonizado e irreconocible- ni a denunciar una averiguación de paradero que pudiera ser compatible con el caso.

Sin un nombre de la víctima, los investigadores tienen más dificultades, ya que no pueden poner la lupa en el contexto, en vínculos personales, en conflictos previos.

Otras fuentes explicaron que durante el fin de semana la Policía realizó un allanamiento a raíz de un testimonios de un testigo con identidad reservada, pero sin embargo el operativo tuvo resultado negativo y no se halló en el lugar nada de interés para la investigación.

Vecinos de la cuadra de Rufino Inda y García Lorca, es decir frente al descampado donde fue hallado el cadáver, dijeron que el jueves a la noche vieron que desde un auto descendieron un bulto, lo arrojaron a unos 100 metros hacia dentro -a la altura de la calle Guerrico- y luego lo prendieron fuego. La situación no llamó poderosamente la atención, ya que ese descampado es una suerte de basural a cielo abierto y esa práctica, aunque ilegal, es algo común.

Con esta información poco precisa, los investigadores calculan calculan que el cuerpo fue arrojado en ese sector periférico de la ciudad entre la noche del jueves y la madrugada del viernes.

El cadáver, que fue descubierto el viernes a la mañana por un trabajador que atravesaba el descampado, yacía boca arriba, con las manos atadas en la espalda y una soga enroscada en el cuello. El fuego había afectado la totalidad del cuerpo, pero consumido las piernas. Esto podría darle la posibilidad a los forenses de obtener un poco más de información, aunque las condiciones lejos están de ser las ideales.

Los asesinos utilizaron ramas para generar las llamas y la basura acumulada allí hizo también de combustible.

Sin la identidad de la víctima, la hipótesis del crimen se acumulan y ninguna puede descartarse, pero las más robustas giran en torno a que el hombre fue asesinado como castigo o como venganza de hechos anteriores, es decir, lo que se conoce como ajuste de cuentas. Subyace una historia debajo del crimen que ahora debe reconstruirse desde las cámaras, testimonios, la ciencia forense y, si llega a obtenerse, desde la identidad.