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La Ciudad 17 de septiembre de 2025

La cría de pez limón, una propuesta gastronómica ideada en Mar del Plata

Son pioneros en la maricultura regenerativa en el mundo. “El potencial para nosotros es infinito”, relató Facundo Bernatene, uno de los impulsores del proyecto. 

“Maricultura regenerativa” es el nombre técnico de la actividad que lleva a cabo Villa Eywa. La iniciativa comenzó a fines de 2019 con el propósito de investigar el océano y en él encontrar salida a las principales problemáticas actuales del sector. 

“Creemos que en el mar están gran parte de las soluciones”, explicó Facundo Bernatene, uno de los fundadores de este proyecto. “En principio, a la producción de alimento, que es una de las industrias más complejas y más problemáticas de la crisis climática y ambiental”, agregó. 

Complementándose con la acuicultura, la idea busca reproducir especies marinas para dar una alternativa a la pesca tradicional y producir un alimento puro, nutritivo y sano en un sistema controlado, sin interferir con escenarios naturales. 

“Nos dimos cuenta de que tenemos que estudiar y entender cómo funciona la naturaleza para potenciarla, y no tratar de controlarla o de ir en contra, porque en algún punto se expresa”, aseguró. 

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Con esos principios como bandera, comenzaron a enfocarse en los diferentes reinos —bacterias y plancton, junto a otros seres vivos— para simular cómo funciona un ecosistema donde nada se pierde y todo se transforma. 

La mentalidad circular de Villa Eywa abarca desde la obtención de recursos o insumos hasta el manejo de los desperdicios. “De esa manera, te vas dando cuenta de que potenciás otros subproductos y generás vida por todos lados”, enfatizó. 

El Seriola lalandi, conocido tradicionalmente como jurel o pez limón, es muy veloz. Bernatene señaló que “no hay una pesquería de pez limón, lo que quiere decir que no lo pueden agarrar fácil. Es esquivo, cambia de lugar. Es muy difícil capturarlo, solamente se pesca con embarcaciones deportivas, con caña y línea, una travesía bastante desafiante”. 

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Aquella fue la principal característica que motivó su elección. Para poder tener o pensar en una viabilidad económica —resaltó— debían seleccionar un pez que, en principio, fuera autóctono: “A eso le dábamos mucha importancia: encontrar una especie que fuera nuestra y que tenga una alta demanda y baja oferta”. 

Otra particularidad del pez limón es que logra adaptarse a los sistemas de recirculación que utilizan. Esto es clave para poder mantenerlo en condiciones adecuadas y que no genere cortisol, que es la hormona que libera cuando está estresado. “Si eso ocurre, no crece. Teníamos que encontrar una especie que no se agobie con el manipuleo”, manifestó. 

En la naturaleza, este ejemplar anda en cardumen. A mayor densidad, menor cortisol produce. “No sé si por suerte o por bendición también cumple con ese requisito, que es muy difícil de encontrar”, añadió. 

Buscar una identidad gastronómica en el mar

Los “limoncitos” también tienen una alta conversión de alimentos, lo que quiere decir que hay que suministrarle poca cantidad para que “crezca mucho”. 

Hasta ahora no hay un nutriente específico para el pez limón, pero en principio tiene una conversión de 1,6. “O sea que tengo que darle 1,6 kilos de alimento para que se convierta en un kilo de carne”, precisó. También crece rápido: tres kilos en aproximadamente doce meses, mucho más veloz que cualquier otra proteína. “Es otro golazo”, celebró.

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Foto: Rodrigo Ruiz Ciancia.

Un punto clave es que es un pez que se aprovecha por completo, por lo que no hay desperdicio. Es tan valorado que se intenta consumirlo entero. Cumple con todos los atributos buscados, “algo muy difícil de encontrar en otras especies”, indicó. 

Desde Villa Eywa apuntan a poder generar una identidad gastronómica volcada hacia el mar: “Ojalá podamos aportar a la gastronomía local, con muchos chicos que quieren innovar. En ese sentido, creo que tenemos mucho para ofrecer”.

Todavía no tienen contratos comerciales con restaurantes, pero está en el horizonte. Al respecto, declaró: “Muchos nos escriben para saber si ya podemos proveerles. Pero hasta que no consigamos destrabar el lugar que estamos gestionando, no podemos crecer. Sarasanegro, por ejemplo, está superinteresado”. 

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El proyecto, en detalle

Su financiamiento proviene “pura y exclusivamente” de inversores ángeles, “que confían en nosotros y creen en el potencial de los desarrollos que llevamos adelante, con visión a futuro de obtener una rentabilidad y que esto crezca, como muchas startups”, explicó. 

“Todavía no hemos recibido ningún tipo de apoyo del Estado. Sí estamos en diálogo constante con la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) y con la Universidad Nacional de Mar del Plata (Unmdp) para buscar alternativas y generar un espacio en el que los estudiantes puedan hacer sus tesis o pasantías, y fomentar investigaciones en conjunto”, reveló. 

Y subrayó: “Nos parece alucinante interactuar con estas instituciones y darles lugar para que puedan desarrollar ciertas actividades e investigaciones. Creo que es donde podemos unirnos con más gente que está haciendo cosas muy interesantes y potenciarnos. Se puede abrir un camino muy lindo”. 

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De izquierda a derecha, Agustín Benito,  el primer inversor ángel de Villa Eywa; Matías Bernatene y Facundo Bernatene. Foto: Rodrigo Ruiz Ciancia.

“La tecnología con la que contamos la generamos nosotros porque en su momento, cuando arrancamos, era muy difícil importar equipos específicos para lo que queríamos hacer. Entonces los tuvimos que ir copiando y generando medio a lo argento, con lo que teníamos”, evidenció. 

Y agregó: “Ojalá después podamos importar algunos equipos para facilitar un poco toda esa cuestión, porque acá en Argentina no hay una industria de esta índole, entonces tampoco hay una provisión de equipamiento ni nada por el estilo”. 

Facundo todavía recuerda la “odisea” que representó la expedición inicial para recolectar los primeros ejemplares de pez limón: “Fuimos nosotros mismos a buscar nuestros reproductores”. La expedición fue el 8 de diciembre de 2020. “Estuvimos un año preparando todo para recibirlos bien antes de ir a buscarlos”, destacó. 

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Un potencial infinito

El mayor reto que enfrentaron a lo largo de los años fue “sin duda, la burocracia”, expuso Bernatene. “Realmente fue el desafío más grande que hemos tenido y que todavía no podemos solucionar. No sé si esto será controversial, pero es el obstáculo más grande”, reiteró. 

A pesar de los contratiempos, mantuvo: “El potencial para nosotros es infinito. Hay un mundo por descubrir y recién arrancamos”.