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Cultura 2 de octubre de 2025

Una feria con cielo propio

Todos los detalles de la 15ª Feria del Libro de Santiago del Estero.

Por Carlos Aletto

Cuatro días de libros —y cuatro noches de cielo narrado— hicieron de la 15ª Feria del Libro de Santiago del Estero algo más que una agenda: una experiencia. Sobre el Fórum Centro de Convenciones, cada anochecer un festival de drones dibujó figuras y consignas en el aire, mientras un mapping de imágenes trepaba la fachada como si las páginas se proyectaran sobre el edificio. Ese pulso visual acompañó un clima de conversación incesante: pasillos colmados, escuelas que entraban en columnas ordenadas, y un público que se quedaba a escuchar “una más”.

La inauguración, el miércoles 24 a las 20 en la Sala 1 “Bernardo Canal Feijóo”, marcó el tono: la conferencia de Liliana Heker abrió la feria con la naturalidad de quien vuelve a una casa conocida y la empuja a respirar mejor. Dejó en claro en su exposición que con hambre nadie puede leer. Desde temprano, docentes, alumnas y alumnos ocuparon los espacios pensados para ellos y convirtieron cada sala en un aula viva. En ese entramado institucional —Jefatura de Gabinete y Subsecretaría de Cultura— se percibió una maquinaria afinada: accesos simples, señalética clara, cambios de sala a tiempo y una circulación que jamás se detuvo.

Liliana Heker.

Liliana Heker dio el discurso de apertura de la 15ª Feria del Libro de Santiago del Estero.

El jueves 25, la conversación tomó temperatura desde la tarde. En la Sala 3 “Clementina Rosa Quenel”, Federico Jeanmaire presentó Una lectura del Quijote, con Carlos Virgilio Zurita como interlocutor. Fue una clase de lectura en voz alta, con Cervantes como espejo de nuestra tradición. Y tuvo, además, un gesto que vale subrayar: el subsecretario de Cultura, Juan Anselmo Leguizamón, dispuso la entrega de ejemplares del libro a bibliotecas populares, docentes y estudiantes. La escena —libros que cambian de manos y encuentran a sus lectores— sintetizó el espíritu de esta edición. Un rato después, en esa misma sala, Heker volvió a dialogar con sus lectores alrededor de Noticias sobre el iceberg, y fue evidente que los cruces intergeneracionales no son una consigna: suceden.

La misma tarde, en la Sala 2 “José Andrés Rivas”, La Brasa. Una expresión generacional santiagueña (segunda edición) volvió a encender la memoria local con la participación de Ana Teresa Martínez, María Mercedes Tenti, Juan Anselmo Leguizamón y Marta Hamann Cartier. Fue un momento de identidad: el libro como espacio para que la provincia se lea a sí misma, entre revistas, peñas y talleres. Más tarde, la feria buscó el pulso del debate público: Raúl Timerman preguntó, en la Sala 1, “¿Qué tienen los argentinos en la cabeza?” y, en la Sala 7 “José Antonio Sosa”, Alejandro Grimson presentó Los paisajes emocionales de las ultraderechas masivas. Dos auditorios llenos, dos maneras complementarias de pensar el presente.

El viernes 26 trajo una deriva histórica. En la Sala 4 “María Adela Agudo”, Fabio Wasserman presentó El lado solitario del río, con Leguizamón acompañando, y la conversación hiló pasados que todavía nos ocurren. Casi en simultáneo, la Sala 8 “Carlos Manuel Fernández Loza” reunió a María Belgrano y Andrés Navarro con Cuando te fuiste alquilé un traje de astronauta deportivo y Una lengua remota, en un cruce que acercó autores de San Luis y Santiago, y que tuvo a Jeanmaire como anfitrión de lujo. Ya en la noche, la Sala 1 volvió a llenarse para el diálogo de Martín Kohan con Ernesto Picco, un ida y vuelta filoso sobre literatura y época que dejó el murmullo instalado en los pasillos.

Toda la actividad quedó disponible en el canal de YouTube del Gobierno de Santiago del Estero (https://www.youtube.com/@gobiernodesantiagodelestero), con una sola excepción: la conversación de Martín Kohan, que pidió apagar la grabación para subrayar el carácter único e irrepetible de ese encuentro; un gesto que devuelve a la memoria —y no al archivo— la responsabilidad de conservar lo vivido.

FERIA 01

También hubo cruce de lenguajes: el músico Iván Noble presentó su novela El doctor Álvarez contra los All Blacks en una conversación ágil con Horacio Mamurek, sumando a la feria ese tono de relato confesional que conecta al cantante con la narrativa.

El sábado 27, la literatura se volvió teatro con el monólogo “Molly Bloom” de Cristina Banegas en la Sala 1: una Joyceada hipnótica que sumó teatreros, lectoras y curiosos. Más tarde, Vicente Battista presentó El simulacro de los espejos, acompañado por el periodista Mariano Oropeza, con la novedad fresca de su Premio Internacional de Novela “Rómulo Gallegos” 2025: el aplauso tuvo algo de justicia poética. Y, de regreso en la Sala 1, Martín Oesterheld conversó con Pablo Álvarez sobre El Eternauta: héroe colectivo, nieve mortal, ciudad sitiada; una genealogía que vuelve a decirnos cosas aquí y ahora. Durante la jornada circuló también el poeta Walter Lezcano, en lecturas y charlas que confirmaron que la poesía está de pie en el norte.

El domingo 28, la feria tuvo su fenómeno de masas. La conferencia “Amor”, de Darío Z., desbordó la Sala 1. Quedó gente parada, hubo pasillo, hubo aplausos que lo seguían fuera del auditorio. Si la filosofía popular hoy parece conversación de estadio, en Santiago esa imagen fue literal.

Darío Z. en la 15ª Feria del Libro de Santiago del Estero.

Darío Z. en la 15ª Feria del Libro de Santiago del Estero.

En los distintos cortes del programa se vio, además, una feria que trabajó su catálogo: la Editorial de la Subsecretaría de Cultura puso en circulación títulos y reimpresiones —desde Una lectura del Quijote hasta La Brasa— y amplificó voces jóvenes locales que encontraron sala grande y público real. Esa política del libro, sostenida, se notó: cada presentación era también un acto de distribución.

Las presencias institucionales terminaron de delinear el perfil de esta edición. En la apertura se acercaron autoridades provinciales, entre ellas el gobernador de Santiago del Estero, Gerardo Zamora, gesto que subrayó el carácter institucional de la feria. Por la Fundación El Libro pasaron Christian Rainone, Ezequiel Martínez y Luciana Weiss, y Alejandro Vaccaro —director cultural de la feria y especialista en Borges— aportó su experiencia en una conversación que recordó, una vez más, que el canon no es un museo: es un diálogo.

No fue casual, entonces, que la lectura de época encontrara dos faros. Por un lado, Heker, cuya obra y magisterio arman un mapa que todavía orienta a varias generaciones. Por otro, Battista, con la resonancia reciente del Rómulo Gallegos. Entre ambos, nombres que ya no están —Abelardo Castillo, entre tantos— y una tradición que aquí se lee con la naturalidad de quien mira hacia atrás para caminar mejor hacia adelante.

La prosa de la feria fueron también sus salas. La “Bernardo Canal Feijóo”, la “Clementina Rosa Quenel”, la “José Antonio Sosa”, la “María Adela Agudo”, la “Carlos Manuel Fernández Loza”: topografía precisa que hizo posible la coreografía de horarios, cambios y reemplazos sin fricciones. Y la música de fondo la pusieron las escuelas: una concurrencia permanente de alumnas, alumnos y docentes que no solo llenó butacas, también hizo preguntas, pidió firmas, pidió libros.

FERIA 05

Cuando, cada noche, el festival de drones volvía a encenderse sobre el Fórum y el mapping abría otra vez la “gran pantalla” de la fachada, se imponía una certeza: la feria supo cruzar escenario y cielo, aula y plaza, pasado y presente. En Santiago del Estero, por unos días, la palabra leer no solo estuvo escrita en los programas: estuvo dibujada sobre la ciudad. Y se vio. Y se escuchó. Y, sobre todo, se compartió.