No estaban hace veinte años: a qué se debe la llegada masiva de chimangos a Mar del Plata
Muchas especies de aves rapaces han aumentado en número, capaces de adaptarse al ambiente urbano. Esto trae tanto desafíos como beneficios.
Por Lucía Castorina
Cuando en 2004 se realizó una primera estimación de la población de chimangos en Mar del Plata, se observó que prácticamente no estaban presentes dentro de la ciudad. Actualmente, la densidad poblacional por kilómetro cuadrado es de 62-63 en zonas urbanas y en el periurbano —es decir, en el área de transición entre la ciudad y el campo— de 82-83.
Para lo que es la historia de una especie, se trató de “un crecimiento increíble en pocos años”, sostuvo Laura Biondi, doctora en Biología e investigadora del Conicet. Esto fue motivo de estudio para el Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (IIMyC).
Hoy en día todo el mundo sabe lo que es un chimango, porque están “por todos lados”. “Conviven con el humano en Mar del Plata, y esto pasa en muchas otras ciudades del país”, afirmó Biondi.

También llamados “cuervos sudamericanos” por su rol ecológico e inteligencia, los chimangos interactúan con las personas, que los alimentan y rehabilitan cuando ven algún ejemplar lastimado o a un pichón caído del nido. “Es un crecimiento, pero también un cambio de percepción de la gente hacia este tipo de ave silvestre”, observó.
El aumento se debe a muchos factores en simultáneo. En primer lugar, se destaca la destrucción o empobrecimiento de los ambientes naturales que tenía esta especie en la zona y la reducción de presas de calidad.
No solo creció la población del chimango, sino que también se expandió la zona urbana. Al respecto, Biondi precisó que “aunque todavía no hay datos concretos, hay una mezcla de individuos que nacieron en Mar del Plata y en zonas rurales, y que se dispersan de juveniles. Estos últimos, por el desarrollo del periurbano, tienen todas las condiciones para poder ‘dar un paso más’ e ir a la ciudad”.
A su vez, este tipo de aves son “superplásticas”: comen de todo y son generalistas en la selección de los lugares de nidificación. “Las ciudades tienen una oferta gigante de alimento. Esto se debe no solo a las palomas y a otras aves en abundancia, sino también a nuestra propia basura o restos que dejamos”, explicó Biondi. E indicó: “Justamente, gracias a su dieta tan variada, supieron aprovechar este recurso”.

Se trata de una especie históricamente asociada con el ser humano. Las crónicas de viajes de Darwin, de Alcide d’Orbigny y de otros naturalistas conocidos ya narran el comportamiento del chimango, lo confiado que es y la relación que tiene con los pobladores de los lugares que visitan.
“Para ellos, nosotros somos, desde hace mucho tiempo, más que una amenaza, una fuente interesante de recursos. En los últimos años, esa dinámica se intensificó debido al aumento de la población mundial y, con ello, de la cantidad de basura”, expuso.
La percepción de cuándo se incrementó la cantidad de aves rapaces difiere mucho. “En este trabajo de encuesta a nivel de país, mucha gente empezó a notar el cambio hace diez años; otros, mucho antes o mucho después”, detalló.
Y agregó: “Como bióloga, los vengo viendo de manera cada vez más abundante en la ciudad desde principios del 2000, cuando empecé a estudiarlos. Creo que el boom de chimangos —como para ponerlo en una palabra común— ocurrió hace más o menos diez años, un cambio que puede llegar a percibir una persona en su día a día”.

Esta tendencia global, señaló, se expande a otras especies, capaces de adaptarse al ambiente urbano: “En Mar del Plata en particular, la más notoria es el gavilán mixto. Antes se veía más en zonas periurbanas, pero ahora también en la ciudad”.
Algo parecido pasa con los caranchos. En estas especies, que son más cazadoras que el chimango, los principales factores de crecimiento responden a la fuente de alimento superabundante: palomas, cotorras y otras aves, como los estorninos.
“También influyen otras condiciones favorables que tiene la ciudad, como una mayor diversidad de refugios y la falta de grandes predadores, sin contar la diferencia climática entre la ciudad y el campo”, describió.

Uno de los puntos positivos de este fenómeno es que son buenos reguladores de especies abundantes y plagas, como las palomas, ratones y roedores en general. Además, los chimangos y los caranchos también comen carroña, por lo que tienen una función muy importante en la limpieza y se evita la propagación de enfermedades.
Asimismo, expresó: “Otro beneficio a nivel social o cultural es que realmente nos gusta verlas porque son muy carismáticas, son hermosas”.
En los chimangos, la ruptura de bolsas de basura forma parte de los aspectos negativos de su proliferación, “pero creo que con un buen manejo de los desechos, o al implementar los tachos tapados, se puede tratar”, consideró.
“Seguimos investigando su comportamiento, su ritmo diario, su capacidad de predecir lo que va a hacer una persona en cuanto a los desechos, por ejemplo. Son cuestiones que nos ayudarían a la hora de decir: ‘Esto realmente es un problema, hay que manejarlo’. Pero creo que hay más beneficios que conflictos en este aumento, por ahora”, estableció.
